El oeste de El Hierro registró una erupción submarina en el verano de 2012

  • Investigadores de tres instituciones han constatado que del 25 de junio al 9 de julio de 2012 se detectaron cinco penachos de material volcánico al oeste de El Hierro, a una profundidad de entre 64 y 88 metros, lo que a su juicio es indicio de una nueva erupción submarina de la que no se ha tenido constancia hasta la fecha.

Santa Cruz de Tenerife, 5 feb.- Investigadores de tres instituciones han constatado que del 25 de junio al 9 de julio de 2012 se detectaron cinco penachos de material volcánico al oeste de El Hierro, a una profundidad de entre 64 y 88 metros, lo que a su juicio es indicio de una nueva erupción submarina de la que no se ha tenido constancia hasta la fecha.

Estas conclusiones fueron ofrecidas hoy en rueda de prensa por representantes del Instituto Volcanológico de Canarias, del Instituto Geológico y Minero de España y del Instituto Hidrográfico de la Marina, que para ello han analizado los datos geofísicos obtenidos por el buque de investigación oceanográfica "Hespérides".

El buque registró los penachos de emisión de material volcánica el 27 de junio, dos días después de la fecha que los investigadores calculan como inicio de la erupción, a menos de dos millas a lo largo de la costa oeste de El Hierro, en la zona del volcán Lomo Negro y el faro de la Orchilla.

Estos penachos volcánicos fueron registrados a través de imágenes acústicas que han permitido al equipo de investigadores de estas tres instituciones identificar la existencia de material volcánico emitido desde el fondo marino y que llegó a formar penachos que alcanzaron los 48 metros de altura.

Según el coordinador del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), Nemesio Pérez, este organismo, que forma parte del comité científico del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico en Canarias (Pevolca), no ha sido informado nunca de estos datos por parte de la institución responsable de la vigilancia volcánica en España, en alusión al Instituto Geográfico Nacional (IGN).

En su opinión, este organismo ha tenido a su disposición los datos del "Hespérides" pero no los ha difundido para ocultarlos o por imposibilidad de interpretarlos.

Nemesio Pérez explicó que los responsables del Involcan no habían facilitado esta información anteriormente porque los datos se procesaron hace un mes y se encajaron "las piezas del puzzle", y precisó que los penachos o plumas submarinas se localizaron en una línea de norte a sur, al oeste de El Hierro, que es acorde con las alineaciones volcánicas observadas en la zona.

A su juicio, este hallazgo plantea muchas dudas acerca del modelo eruptivo que se había planteado a raíz de la erupción submarina de 2011, y que describe una cámara magmática con galerías.

Por el contrario, para el Involcan lo destacable es que ahora se ha apreciado actividad magmática al otro extremo de la isla, lo que en su opinión indica una reactivación magmática en forma de tridente o tenedor y señala que el proceso es mucho más complejo.

Luis González-Vallejo, catedrático de Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense de Madrid y representante del IGME, indicó que estos datos son muy relevantes desde el punto de vista científico y constituyen un elemento "de primer orden" para conocer la actividad volcánica en la isla, aunque estudiar el fondo marino es complicado y poco accesible.

Para el catedrático sería necesario descender un batiscafo para recoger muestras y advirtió de que la información sobre esta nueva actividad volcánica submarina se ha obtenido "no porque haya cooperación entre instituciones, sino porque hay cooperación entre los investigadores".

Nemesio Pérez opinó que la isla de El Hierro ha experimentado una reactivación magmática que empezó de forma asintomática años antes de la detectada en 2011, y que ha generado diversas crisis sísmico-deformacionales, de las que una de ellas derivó en una gran erupción que se prolongó durante cinco meses, en el citado año.

La registrada entre el 25 de junio y el 9 de julio de 2012 produjo además, según estos investigadores, una aceleración "espectacular" de la deformación del terreno, que se elevó unos tres centímetros en la vertical durante los dos primeros días.

El nuevo proceso volcánico submarino estuvo precedido además por señales precursoras como un aumento en la actividad del gas radón desde finales de abril a principios de junio de 2012, con valores máximos de hasta diez veces superiores a los considerados normales.

Además el helio disuelto en las aguas subterráneas del pozo San Simón acusó el mayor nivel de emisiones diez días antes de la observación de los penachos.

También se registró un incremento "muy acusado" de la energía sísmica liberada y del número de terremotos de magnitud superior a 2,5 que en 21 días fue similar al registrado entre julio de 2011 y marzo del año siguiente.

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