La actual generación de libreros prefiere aparcar la venta de 'e-books'

  • Los libreros quieren vender libros electrónicos, pero no pueden. Las actuales plataformas retrasan su inclusión como vendedores y sus librerías carecen de recursos financieros para emprender inversiones tecnológicas. Además, las librerías explican que, primero, tienen que sortear una crisis que aleja, cada día más, a los lectores de sus establecimientos.
La actual generación de libreros prefiere aparcar la venta de 'e-books'
La actual generación de libreros prefiere aparcar la venta de 'e-books'
lainformacion.com
David González | aviondepapel.tv

Las librerías españolas se debaten entre aguantar a que pase la crisis del sector editorial o bien apostar firmemente por la venta de libros electrónicos. Mientras dudan, atrasan su decisión. Las fuentes consultadas dicen que aún es arriesgado afirmar que ya exista "una generación perdida" de libreros que vendan e-books, pero sí confirman que el tránsito hacia lo digital está hoy "en punto muerto".

Las ventas de Navidad, el día de Sant Jordi o la Feria del Libro de Madrid (FLM) salvaron algo los números para los libreros, que ya sufrían una caída de ventas del 20% en el primer trimestre, según datos de la FLM. Ahora, la pregunta es si ven el e-book como futura vía de negocio. "Sí, pero no", coinciden las fuentes consultadas.

"Los libros electrónicos no funcionan para los libreros. No existe mercado ni modelo de negocio como en EE UU, con Amazon como exponente. Crear, desarrollar y gestionar una plataforma de venta de e-books es carísimo para una librería", dice Javier Cámara, de la Librería Cámara, de Bilbao, cuyo establecimiento sí vende e-books.

Muchas de las librerías consultadas sí disponen de una pasarela de venta de libros en papel con carrito de la compra y costes de envío postal. Sin embargo, dudan en implantar una plataforma online para los lectores amantes de lo digital.

El precio estimado de una web de venta de e-books puede rondar los 2.500 euros de media, más gastos de mantenimiento y costes de gestión. Por ejemplo, Libranda, la plataforma digital creada por las grandes editoriales, ofrece a sus afiliados tiendas online que cuestan entre 1.800 y 4.800 euros, más gastos. 

Una inversión así no es rentable para un pequeño o mediano librero. Sobre todo, porque los márgenes que manejan por la venta de e-books son menores que los que reciben por el formato papel. Una librería se embolsa el 30% del precio de venta de un libro impreso, mientras que dicho porcentaje se reduce al 25% en el caso del electrónico. Ganan menos en digital que en papel; y, además, para el primer segmento no existen clientes de manera masiva, como confirman dentro del sector librero.

Para amortizar una inversión de 3.000 euros de desarrollo tecnológico, sus lectores tendrían que comprarles al menos 1.000 libros electrónicos a un precio de 15 euros de media.

Demasiadas ventas para un nicho que apenas tiene una cuota de mercado de apenas el 1% sobre el total de facturación del sector. Buena muestra de ello es que el libro más vendido en Libranda en enero de 2011 fue Riña de gatos. Madrid 1936, de Eduardo Mendoza, premio Planeta 2010. Colocó entre los lectores digitales apenas 100 ejemplares, según fuentes del sector.

"Tenemos que estar en el mercado de e-books, pero las librerías no sabemos si el formato estándar será el e-pub, el de Amazon o el de la Apple Store. Seguimos tan confundidos como lo están los lectores", recalca Javier Cámara.

Este librero opina que las editoriales deberían abaratar los libros electrónicos y optar por un precio psicológico que incentive más a los clientes.

"Con el actual modelo de precios, nadie gana y este mercado carece de fuerza. ¿Cómo es posible que a los lectores les enviemos el mensaje de que sólo se ahorran el 20% por comprar en digital? Yo sería partidario de una política como la de EEUU, donde los e-booksse venden casi a un precio único de 9,95 euros", añade Cámara.

Otra de las barreras de entrada a la venta de libros electrónicos son los derechos digitales de los libros (en manos de los agentes literarios) o los contratos de exclusividad de la venta online (bajo control de Libranda).

"Existen unas 500 librerías preparadas para lanzar su proyecto online, pero Libranda apenas adhiere a 10 librerías al mes a su sistema de venta. Existen peticiones para entrar con ellos, pero se retrasan. Mientras, sí que cierran acuerdos con Telefónica u otras multinacionales", afirma Michèle Chevallier, coordinadora de proyectos de Cegal, la confederación de las librerías españolas.

"Nosotros no podemos hacer nada, porque ellos son los que cuentan con los derechos de explotación bajo acuerdo con las editoriales", apostilla Chevallier.

Un problema adicional es la falta de webs "fáciles" que incentiven la adquisición de libros electrónicos. Libranda no es más que una plataforma como Amadeus, la central de proveedora de las agencias de viaje. Sin embargo, mientras que los usuarios están acostumbrados a la facilidad de compra de un billete de avión, el lector inexperto se abruma ante la complejidad del pago y recepción de un título electrónico. 

"Además de la escasa oferta de contenidos digitales y precios muy altos, es necesario lograr plataformas amigables que no acaben con la paciencia del comprador", confirma Javier Celaya, responsable en España de The Copia, plataforma de compra y lectura en la nube.

Con todos estos problemas de financiación, barreras de entrada o diferentes estándares, la actual generación de libreros se está quedando, en su gran mayoría, al margen del negocio digital. Sólo unos pocos se rascan el bolsillo y apuestan por este nuevo negocio.

Muchas librerías se plantean crear plataformas digitales conjuntas para repartir la inversión inicial en tecnología. Incluso Cegal, la patronal de libreros, tiene sobre la mesa un proyecto en esta dirección. Sin embargo, lo han retrasado después de lanzar su página colectiva todostuslibros.com, más orientada a la visibilidad del catálogo vivo de sus afiliados y a una posterior venta off y online de libros en papel.

"Los lectores ya saben por qué los libreros no apostamos por el e-book. Con la crisis, no podemos; y a los que tienen dinero para invertir no les dejan operar", comentaba un librero en la pasada Feria del Libro de Madrid. Prefirió, eso sí, mantener el anonimato.

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