Ni hombres simples, ni mujeres complejas, sólo cerebros diferentes

  • Durante cientos de miles de años, el hombre y la mujer handesarrollado papeles biológicamente diferentes y, por ello, hanevolucionado de forma "ligeramente" distinta.
Isabel Pérez del Puerto | EFE

Existen diferencias a nivel hormonal entrelos cerebros masculino y femenino y, como consecuencia, hombres ymujeres crean realidades esencialmente distintas para afrontar lasdificultades que la vida, individual o en pareja, les plantea. Laclave para superarlas no es otra que entender al otro tal como es.

Esta es la principal conclusión del libro "El cerebro masculino"(RBA), de la neuropsicóloga estadounidense Louann Brizendine, quientras abordar en un primer texto el "complicado" mundo del cerebrofemenino, y con más de 25 años de experiencia clínica en esta área,ha decidido arriesgarse con el "complejo" universo masculino.

"Cuando decidí escribir el libro sobre el cerebro masculino",explica Louann en una entrevista, "todo el mundo, en más de40 países, me dijo que no sería un libro sino un panfleto" y, porello, asegura que le gustaría eliminar la creencia de que lacomplejidad pertenece a lo femenino y la simplicidad a lo masculino.

¿Cómo funciona, entonces, el cerebro masculino?

Durante cientos de miles de años, el hombre y la mujer handesarrollado papeles biológicamente diferentes y, por ello, hanevolucionado de forma "ligeramente" distinta.

El hombre, destaca la doctora Brizendine, ha tenido que perseguira la mujer, defenderla frente a otros hombres y luego ayudar aproteger al bebé, mientras que la mujer, al desarrollar un embarazo,ha necesitado protección y alimentos porque su responsabilidad eraque el bebé indefenso sobreviviera.

El objetivo de ambos es proteger a los hijos, pero se lleva acabo de forma diferente y en ello, afirma esta expertaneuropsicóloga, influyen el tipo y la cantidad de hormonas quellegan al cerebro.

A partir de las ocho semanas de gestación, el cerebro de losniños se llena de grandes cantidades de la hormona testosterona, quedesarrolla en este órgano los circuitos del comportamiento masculinoy provoca un mayor crecimiento de algunas zonas, como en elhipotálamo, donde el área del deseo sexual es en los hombres 2,5veces mayor que en las mujeres.

Después, durante la pubertad, el nivel de testosterona en loshombres se multiplica por veinte y será quince veces mayor en ellosque en la mujer durante toda su vida, lo que Louann destaca como unode los motivos por los que los hombres tienen mayores necesidades de"persecución sexual".

En este sentido, el libro aborda un estudio reciente en el que seestablece una "posible" responsabilidad genética en la infidelidadde aquellos hombres que tienen una versión corta del gen receptor dela hormona vasopresina, un gen que, en su versión larga, determinaque el macho de mamíferos como el ratón de campo sea monógamo.

La doctora Brizendine advierte de que estos resultados no debenservir como "excusa" para eludir responsabilidades, ya que aunque sulibro está basado en analizar la influencia de las hormonas en elcomportamiento, deja claro que éstas "sólo" tienen capacidad paraimpulsar determinados deseos y explica que el cerebro dispone deotros elementos mediante los que ponerles límites.

El libro "El cerebro masculino" organiza sus relatos a partir delas etapas biológicas del hombre y comienza su camino en la infanciamasculina, donde explica por qué los niños prefieren juegoscompetitivos o violentos y rechazan, desde una edad muy temprana, loque califican como "cosas de niñas".

A los niños, que estimulan desde muy pequeños los circuitos de laira y la defensa, les gusta "desafiar sus límites físicos", llegandoincluso a situaciones peligrosas porque su cerebro en esta edad aúnno ha desarrollado "los frenos", mientras que las niñas empiezan aexperimentar con su capacidad de ser "sexy" y cómo atraer al mayornúmero de hombres posible.

Con el tiempo, continúa Brizendine, las diferencias se acentúanespecialmente en el modo de enfrentar los problemas.

La mujer se mantiene durante más tiempo en la zona emotiva delcerebro porque éste está preparado para leer las expresionesemocionales del bebé cuando aún no puede expresarse verbalmente y,sin embargo, el cerebro del hombre "sale muy rápidamente" de la zonaemocional, para buscar soluciones prácticas a los conflictos.

El mayor entendimiento, a partir de los 85 años

La discusión clásica por la cual el hombre acusa a la mujer derecrearse en las emociones innecesariamente y la mujer al hombre deno hacerlo es, en cierto modo, una petición "biológicamenteimposible" para ambos y una posible explicación a por qué lasvisiones masculina y femenina resultan más o menos eficaces enfunción del problema planteado.

En la madurez los hombres sufren un cambio hormonal, una especiede menopausia masculina que, entre otros efectos, acentúa lanecesidad que los hombres desarrollan a lo largo de su vida deejercer de "héroes" para la mujer.

Entre las parejas que han estado casadas durante mucho tiempo esnormal que las críticas sean "muy repetidas", argumenta Louann, yesto provoca que se desinfle "el globo heroico" del hombre, quecomienza a fijarse en mujeres más jóvenes a las que le resulta másfácil provocar esta sensación.

También funciona a la inversa, destaca la doctora Brizendine,porque muchas mujeres jóvenes se sienten atraídas por la seguridad,protección y recursos para los hijos que puede proporcionarles unhombre maduro.

Louann aclara que todas estas conclusiones se establecen entérminos generales y que no sólo "hay miles de excepciones queconfirman la regla", sino que existe "luz al final de túnel" porquees en la última etapa de la vida cuando las hormonas se relajan y elentendimiento es más fácil.

El mayor acercamiento entre hombres y mujeres se produce a partirde los 85 años y, por ello, asegura divertida la doctora Brizendine,"quien sepa esperar tendrá como recompensa un maravilloso premiofinal".

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