Ruanda sueña con sumarse al mundo digital

  • Ruanda es más que una gran reserva de gorilas y más que un país con una historia reciente de un genocidio. El país de África oriental descubrió hace poco el mundo online, pero ya está apostando fuerte por él y planea iniciativas como implantar una red de fibra óptica en el país o dar a cada niño ruandés un ordenador portátil.
Los alumnos de una escuela de primaria que forma parte del proyecto "Un portátil para cada niño"
Los alumnos de una escuela de primaria que forma parte del proyecto "Un portátil para cada niño"
Afolabi Sotunde | Reuters
Eamon Kircher-Allen | GlobalPost para lainformacion.com

(Kigali, Ruanda). Si sus últimos conocimientos sobre este país de África oriental los adquirió viendo la película "Hotel Ruanda", necesita ponerse al día. En los 15 años transcurridos desde el genocidio de 1994 que puso a Ruanda en el punto de mira internacional, el país ha experimentado importantes cambios hacia el desarrollo.

Ahora está ordenado y en calma, y en 2009 el Banco Mundial lo destacó como el país más reformador en pro de los negocios en el mundo.Ruanda intenta posicionarse como un país de tecnología punta en la franja oriental de África. Por ello, ha anunciado su intención de implantar una red de cable de fibra óptica, dotar de conexión wifi a toda la capital y dar a cada niño del país un ordenador portátil en 2020.

Tal y como señala el propio presidente Paul Kagame en un documento publicado en la página web de Junta de Desarrollo de Ruanda: "en África nos hemos perdido las revoluciones agrícola e industrial, y en Ruanda estamos decididos a aprovechar por completo la revolución digital".

Algunos ciudadanos extranjeros que viven en la capital del país se toman a broma este planteamiento, ya que Ruanda es muy pobre y las conexiones a internet todavía son mejores en algunos de los países vecinos.Pero muchos otros analistas, tanto nacionales como internacionales, piensan que en Ruanda están ocurriendo cosas importantes.

No hace muchos días, en una velada nocturna en el Blues Café de Kigali, frente al aparcamiento del selecto centro comercial Union Trading y no lejos del Hotel des Milles Collines (el verdadero Hotel Ruanda), Maurice Masozera hablaba del futuro tecnológico del país. Desgarbado y con la sonrisa perfilada por un aparato dental, este programador a tiempo parcial de 27 años es miembro de Kigali Coders, un grupo de informáticos que hace trabajos freelance.

"Cuando te fijas en la gente de aquí, especialmente en los jóvenes, ves que son visionarios, que están trabajando muy duro", dice al tiempo que bebe un vaso de leche templada. En una pantalla de plasma en la pared se puede ver un partido de fútbol. "Si se mantiene esta tendencia y este momento, podremos alcanzar cosas bastante buenas", asegura.

La propia evolución de Masozera hasta convertirse en un entusiasta de la tecnología demuestra tanto las posibilidades como los desafíos de Ruanda para alcanzar ese objetivo.Al igual que muchos otros ruandeses, es miembro de la diáspora que regresó. Masozera creció en Burundi y habla francés, inglés, kinyarwanda, kirundi y kiswahili.

Al igual que su país, Masozera descubrió hace relativamente poco el mundo online, pero es un estudiante voraz. Sabe manejar JavaScript, Microsoft Visual Basic y HTML, aunque no pudo acceder a internet hasta el año 2000. Su curva de aprendizaje es sorprendente y en poco tiempo ha pasado de ser un consumidor a un creador de contenido online.

"Quería pasar de ver a Kobe Bryant en la red [su jugador de baloncesto favorito] a crear contenido", explica. Licenciado por la Universidad Nacional de Ruanda, la mayor parte de sus conocimientos de programación los ha ido adquiriendo por su propia cuenta.Sin embargo, Masozera aún no ha podido renunciar a su trabajo en una organización no gubernamental para dar el paso de crear su empresa de programación a tiempo completo. Teme la inseguridad financiera.

Y es que una revolución tecnológica necesita algo más que tecnología. También necesita créditos, inversores y espacio para poder asumir riesgos, toda una arquitectura institucional que Ruanda todavía tiene que construir. Para un país donde no hay cajeros automáticos que acepten tarjetas extranjeras, el camino de Ruanda para convertirse en el Silicon Valley de África oriental aún parece largo.

"El problema sigue siendo la seguridad financiera", asegura Masozera. "Pero quizás la tendencia [tecnológica] abra nuevas oportunidades de negocio".

A pesar de la notable recuperación de Ruanda tras la guerra, los niveles de educación, analfabetismo y pobreza siguen siendo importantes. Solo el 65 por ciento de la población está alfabetizada, y el PIB per cápita es de 866 dólares (unos 600 euros), según las Naciones Unidas. Personas como Masozera son unos sorprendentes representantes de la implantación de la tecnología en Ruanda, pero distan de ser el perfil del ciudadano medio.

Además, el uso de internet entre los ruandeses está todavía lejos de parecerse al de vecinos más ricos y urbanos. La penetración de internet en Ruanda es del 2,8 por ciento, frente al 8,6 y 7,7 por ciento de Kenia y Uganda, respectivamente. Esos dos últimos países tienen también numerosos empresarios emprendedores con experiencia, y un sector de informáticos más orgánico, es decir, más personas que trabajan en la tecnología sin el apoyo del gobierno.

Aún así, Ruanda está haciéndose notar entre los círculos tecnológicos. "Ruanda es sorprendente", admite Jon Gosier, un estadounidense que está al frente de Appfrica, una incubadora para proyectos de desarrolladores de software africanos con sede en Kampala. "Cuando llegas allí te dices 'Anda, esto podría ser cualquier parte de Estados Unidos'", en lo que se refiere a tecnología. Y añade: "Creo que Kagame está haciendo cosas brillantes para el país".

Masozera también es optimista. "El trabajo está siendo reconocido por el gobierno" dice.¿Su mensaje para quienes todavía piensan que Ruanda todo son luchas e inestabilidad? "Que simplemente vengan y vean", dice con una sonrisa.

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