¿Harto de las películas de superhéroes? Prueba con el cine búlgaro

  • Aunque pueda parecer lo contrario, la cartelera no solo tiene superhéroes. Cierto es que son legión, pero también existen otras propuestas interesantes. Esas destinadas a un público que busca historias más ancladas a la realidad, sencillas, transcendentales y sin pirotecnia visual. Historias como las que cuenta 'El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina'. Una producción búlgara con un título de lo más sugerente.
Tráiler de 'El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina'
Tráiler de 'El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina'
lainformacion.com
M. J. Arias

Con un título tan llamativo como El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina resulta inevitable que la imaginación y las expectativas se disparen. Al menos así lo ve el propio director de la película, el búlgaro Stephan Komandarev, quien desde su retiro vacacional en la montaña comenta que este título "genera mucha expectación" en el espectador. Él mismo recuerda que cuando lo oyó por primera vez hace años –la película está basada en una novela homónima– pensó: "Es un gran título con muchas dimensiones y muchos caminos".

La historia que cuenta El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina–estrenada el pasado viernes en España– es la de cómo un abuelo (Miki Manojlovic) y su nieto (Carlo Ljubek) se enfrentan a los avatares de la vida con optimismo. Separado de su abuelo por motivos políticos cuando solo era un niño, Alex sufre una accidente de tráfico que acaba con la vida de sus padres y le deja en estado amnésico. En el hospital, desorientado y sin saber quién es, se encuentra con un señor mayor con una curiosa forma de entender la terapia y obsesionado con el backgammon que dice ser su abuelo y está empeñado en hacerle volver los recuerdos.

Pese a ser un juego desconocido en España, tanto en la novela como en el libro, el backgammon es casi un personaje más. En su caja de madera se encierra toda la filosofía de la película. "La idea es que la vida depende de la suerte, pero también de si eres un buen jugador, como en el backgammon", explica el director, quien recuerda también que este "es uno de los juegos más antiguos, más incluso que el ajedrez".

Pero juegos de mesa a un lado, de lo que trata El mundo es grande… es de la búsqueda de identidad de un chico que se plantea preguntas tan básicas y al tiempo tan profundas como ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? El personaje de Alex se enfrenta a ellas continuamente en la película. Su abuelo le ayuda a responderlas mientras la memoria le falla. Esta fue una de las principales complicaciones con las que Komandarev se encontró a la hora de convertir la novela de Ilija Trojanow en un guión de cine. "Fue un proceso muy largo el de adaptar un texto literario al cine. Cambiamos cosas para que esa búsqueda de identidad del protagonista estuviese más clara para el espectador. Creo que lo hicimos bien", resume.

Esa búsqueda y esas cuestiones trascendentales que trata la película son las que han hecho que conecte tan bien con el público de países tan dispares como Egipto o su Bulgaria natal. Después de todo, de lo que trata El mundo es grande… es de sentimientos universales. El director tiene claro cuál ha sido la razón del éxito en los festivales. "Son cuestiones internas pero universales. La película es entendible en todo el mundo", argumenta. Pero esta sólida historia no sería nada sin los dos actores protagonistas, sobre todo Miki Manojlovic, un hombre tan rudo como sensible capaz de hacer un viaje en tándem a su edad para ayudar a su nieto a recuperar la memoria y el camino.

El sugerente y largo título en español de esta película búlgara universal cuenta con una pequeña variante con respecto a su versión inglés. En España lo que los espectadores encuentra a la vuelta de la esquina es la 'felicidad' y no la 'salvación'. A Komandarev la idea le parece buena, pero puntualiza que no son la misma cosa. "La salvación es el objetivo. La felicidad es un estado. Son cosas muy diferentes. Es una buena idea, pero en general la salvación es más grande, más importante que la felicidad".

El director que vestía bata blanca

La historia que se esconde detrás de Stephan Komandarev, director y guionista de El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina, daría también para un guión de cine o una novela. Documentalista desde hace años, ha conseguido que una película búlgara triunfe en festivales y sea estrenada fuera de su país. En Bulgaria la producción fílmica no supera las cinco películas por año desde hace ya algún tiempo.

Aún así, como los personajes de su último trabajo, él se muestra optimista con el futuro del cine en su país. "El último año hubo buenas películas y en general soy optimista". Lo dice un hombre que antes de meterse en esto del cine vistió la bata blanca de un hospital. "Mi primera vocación fue ser médico. Tengo tres años de experiencia en un hospital universitario de Sofía a mediados de los noventa", recuerda. El paso al cine lo dio cuando el hospital recibió un par de pequeñas videocámaras y un magnetófono. Armado con ellos decidió grabar las sesiones terapéuticas con sus pacientes para que sirviesen a otros médicos.

Entonces le picó el gusanillo del séptimo arte y no ha parado. Sobre todo rueda documentales. "Intento hacer uno o dos cada año. Es más fácil encontrar la financiación y estoy muy interesado en este tipo de cine", explica. El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina es su segundo largo de ficción.

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