El premio Nansen, un balón de oxígeno para los cooperantes en las islas griegas

Niños corren, juegan o dibujan sobre unas mesas instaladas en el patio del "pueblo Pipka", en la isla griega Lesbos, un centro para refugiados cuya fundadora es una de las laureadas del premio Nansen de la ONU.

En los muros de este centro creado por Efi Latsoudi las palabras "todos juntos" figuran en inglés, árabe, farsi y griego.

Latsoudi y el Equipo Helénico de Rescate (HRT), un equipo de rescatistas voluntarios griegos que salvan migrantes en alta mar, fueron seleccionados este año por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para recibir el premio.

"Es una recompensa por el trabajo colectivo y la voluntad de la sociedad local de ayudar a los refugiados", dijo Latsoudi a la AFP. Esta mujer milita desde hace más de 10 años por los derechos de los migrantes.

El centro de refugiados que fundó y administra alberga a unas 100 personas. En lo peor de la crisis migratoria alcanzaban 600.

En 2015 la isla acogió a casi 500.000 refugiados, en su mayoría sirios. En total 856.723 personas cruzaron el mar Egeo desde Turquía en precarias embarcaciones, para llegar a las islas griegas de Lesbos, Samos, Cos, Quíos y Leros, según ACNUR. Centenares murieron en la travesía.

Yannis Charalambous, rescatista y responsable de la antena del HRT en la isla de Samos, el premio "es una oportunidad para divulgar la idea del voluntariado, que en Grecia no es tan aceptada como en el extranjero".

"Los griegos son desconfiados y no tienen confianza en las oenegés, sobre todo ahora con la crisis", estimó.

HRT tiene más de 3.000 miembros en Grecia, de los cuales dos tercios participaron en rescates de migrantes en el Egeo el año pasado.

En el verano 2015 los traficantes de personas desembarcaban a veces 500 personas por día en los abruptos acantilados de la isla, en particular en el "mortal" cabo de Prasso en el norte.

"La gente pasaba cinco o seis horas sobre el barco, sin agua ni comida, y algunas esperaban luego en las colinas durante cuatro horas con 40 grados, hubo numerosas víctimas, sobre todo ancianos", recordó este rescatista de 33 años, nacido en Samos.

Los voluntarios del HRT trabajaban las 24 horas del día en el Egeo, solicitados por la policía, los bomberos, la guardia costera, según ACNUR.

Desde que el 20 de marzo entró en vigor un controvertido acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, para que Ankara contenga el flujo de llegadas de migrantes a Europa, las llegadas cayeron. Sólo unas decenas de personas alcanzar las costas griegas. Eran miles hace un año.

Los chalecos salvavidas ya no se amontonan en las playas. Pero los restos de un barco de madera de 12 metros cerca de la costa de Samos recuerda esos dramas.

Efi Latsoudi, oriunda de Atenas, se instaló en Lesbos en 2001. Cinco años más tarde el alza constante de la cantidad de migrantes y refugiados que llegaban a la isla la movilizó.

Junto a un grupo de militantes luego de numerosas movilizaciones frente al ayuntamiento, las autoridades de la isla le concedieron las instalaciones de un antiguo centro para minusválidos. Latsoudi y su grupo lo transformaron en un centro abierto para refugiados vulnerables: menores, mujeres embarazadas, minusválidos o enfermos.

Además de albergue, comida, ropa y atención médica, el centro da clases de idioma y organiza actividades para niños o grupos de discusión para las mujeres.

"No estábamos listos para hacer frente al flujo de 2015, pasamos momentos difíciles. Pero gracias al esfuerzo colectivo lo logramos. Es un milagro", afirmó.

Ahora "el desafío es administrar la situación de toda esta gente desesperada, bloqueada en Grecia", desde el cierre de las fronteras en Europa.

Unas 12.000 personas llegaras desde marzo esperan la respuesta de sus solicitudes de asilo en Grecia, en campamentos abarrotados de gente en las islas griegas.

Mostrar comentarios