De ciudadano de a pie a rebelde libio

  • Gafas con el logotipo de Ray-Ban, pañuelo palestino en la cabeza y herramientas compradas en el "suq" (mercado) son parte del equipamiento del rebelde libio perfecto, sin olvidar su medio de transporte favorito: las camionetas "pick-up".

Susana Samhan

Bengasi (Libia), 3 sep.- Gafas con el logotipo de Ray-Ban, pañuelo palestino en la cabeza y herramientas compradas en el "suq" (mercado) son parte del equipamiento del rebelde libio perfecto, sin olvidar su medio de transporte favorito: las camionetas "pick-up".

Nadie se esperaba que el levantamiento contra el régimen de Muamar al Gadafi el 17 de febrero pasado desembocara en una guerra civil que llevó a que ciudadanos de a pie como el panadero de la tienda de la esquina, el profesor de árabe o el alfarero se convirtieran en avezados combatientes.

Esos nuevos guerrilleros, que tuvieron que echar mano de la imaginación y de lo primero que encontraron como utensilios caseros y armas arrebatadas a los seguidores de Gadafi, se licenciaron sin teoría y fueron directamente a la práctica en la universidad del campo de batalla, en medio del desierto.

En un lugar remoto, cerca de Ben Yauad, a unos 120 kilómetros al este de Sirte, bastión de los gadafistas, los rebeldes Maadi Faturiya y Fathi Salaf, de 46 y 31 años de edad respectivamente, se afanan en reparar una batería antiaérea en una "fábrica de mantenimiento de armas", como ellos la denominan.

La "fábrica" improvisada está ubicada en un camión desmantelado al que le han quitado la cabina y la parte superior para instalar un techo de uralita.

Frente al camión hay una cola de seis guerrilleros que esperan para limpiar sus "kaláshnikov" con gasolina. Cada uno va vestido de una manera distinta: mientras que algunos llevan uniformes militares de distintas clases, otros van con pantalón vaquero, camiseta de algodón y pañuelo palestino a la cabeza, e incluso no falta algún guerrillero con bermudas.

"Aprendí a arreglar armas aquí mismo", explicó a Efe Faturiya, exprofesor de Administración en la Universidad de Bengasi, que agregó que lleva en el centro de mantenimiento de armas desde hace varios meses.

Faturiya y Salaf son observados atentamente por el director de la "fábrica", Adel Shirsi, de 39 años.

"Yo no hago nada, solo miro porque soy el jefe", bromeó Shirsi, quien explicó que cada día arreglan entre diez y quince armas pesadas al día y decenas de fusiles.

Shirsi señaló que los camiones y los uniformes se los ha proporcionado Catar, pero que el resto del material es "made in Libia".

"Las herramientas para trabajar aquí las hemos comprado en el mercado", subrayó el rebelde.

Cerca de la fábrica, hay un joven vestido con uniforme militar azul, pañuelo amarillo liado como un turbante en la cabeza, chanclas y gafas de sol, que se identifica como Ali y que controla el paso de vehículos por la carretera.

Alí señaló que aprendió a manejar el fusil que lleva en un centro de entrenamiento en Bengasi, capital de la revolución libia.

Entretanto, por la carretera no paran de pasar "pick-up", el emblemático vehículo de los rebeldes libios.

Sin duda, una de las imágenes más habituales de la guerra en Libia es la de los revolucionarios con sus barbas y gafas de aviador despatarrados a bordo de las "pick-up" tras las baterías antiaéreas, un arma cuyo uso les encanta demostrar cada vez que algún periodista se acerca.

Los autobuses destartalados para transportar prisioneros o a los propios rebeldes son también frecuentes en las carreteras del este del país. Algunos se encuentran en tal mal estado, sin tubo de escape, cristales de las ventanas y guardabarros, que es casi milagroso que se muevan.

Aun así, sea como fuere, con o sin experiencia, los rebeldes han conseguido derrocar a Gadafi y quizá pronto podrán volver a sus casas.

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