El partido oficialista y su candidato, favoritos en las elecciones en Namibia

  • Los namibios acudirán mañana a las urnas para elegir presidente y representantes parlamentarios, con el actual primer ministro, Hage Geingob, y su partido como favoritos indiscutibles para repetir la mayoría que el oficialista SWAPO ha obtenido desde que el país se independizara de Sudáfrica en 1990.

Marcel Gascón

Johannesburgo, 27 nov.- Los namibios acudirán mañana a las urnas para elegir presidente y representantes parlamentarios, con el actual primer ministro, Hage Geingob, y su partido como favoritos indiscutibles para repetir la mayoría que el oficialista SWAPO ha obtenido desde que el país se independizara de Sudáfrica en 1990.

El candidato de SWAPO (Organización Popular del Suroeste de África, que lideró la lucha anticolonial), de 73 años, sustituirá con toda probabilidad en la jefatura del Estado a Hifikepunye Pohamba, quien, tras dos mandatos, no puede presentarse de nuevo.

"La situación parece muy similar a la de 2009", explicó a Efe Bill Lindeke, analista del Instituto de Investigación de Políticas Públicas namibio, en referencia a la rotunda victoria de en torno al 75 por ciento que SWAPO logró en los últimos comicios.

Según el Afrobarómetro para Namibia publicado un mes antes de las votaciones, un 65 por ciento de los electores le volverá a votar, mientras que los principales partidos de la oposición tendrían el apoyo de un 11 por ciento de la población.

El primer partido opositor es el Movimiento para la Democracia y el Progreso (RDP), una escisión del SWAPO que concurre a las presidenciales con Hidipo Hamutenya como candidato.

El buen funcionamiento de los servicios públicos, la reducción sostenida de la pobreza y la creación de una red de protección social única en la región son los principales logros destacados durante la campaña por SWAPO, explica la analista para África Meridional del Instituto de Estudios de Seguridad, Dimpho Motsamai.

Motsamai cita también la igualdad de género conseguida en las estructuras políticas y el mantenimiento del crecimiento económico (4,4 por ciento en 2013, 5 por ciento en 2012) pese a las turbulencias internacionales y la dependencia de la economía namibia de la minería.

Las elecciones -que se espera que sean correctas y pacíficas, ya que se trata de una de las democracias más estables de África- depararán, según todos los pronósticos, un escenario político continuista, aunque la llegada de Geingob traerá algunos cambios relevantes.

"Aunque el estilo y las políticas serán similares, podría ser un presidente más administrativo", dice Lindeke, que considera que podría mejorar la gestión del país.

Geingob, del grupo minoritario de los damara, y percibido como un enemigo del tribalismo y el nepotismo, se convertiría además en el primer presidente de la historia del país que no pertenece a la etnia mayoritaria, los ovambo.

Namibia tiene uno de los mejores expedientes del continente en el capítulo de la corrupción, y la confianza de los ciudadanos en sus líderes registra niveles extraordinariamente altos, no solo para el continente.

Sin embargo, miembros de la sociedad civil namibia y la oposición han criticado la creciente regulación del espacio de las ONGs y otras instituciones públicas, que puede suponer un blindaje del poder contra grupos incómodos.

"Como movimiento de liberación, SWAPO lleva en el ADN la sospecha y el control", explica Motsamai.

La gran novedad de esta cita electoral será la aplicación por primera vez por parte de SWAPO y otros partidos de la llamada "política de la cebra", que consiste en presentar un 50 por ciento de mujeres en sus listas.

SWAPO prevé aplicar la "cebra" a todos los ministerios: si el ministro es un hombre, la viceministra deberá ser una mujer, y viceversa.

Entre los retos de quien sea elegido presidente para los próximos cinco años estará reducir la dependencia de la minería de un país que debe la mitad de su comercio internacional a la extracción y procesamiento de diamantes y otros minerales, y que es el cuarto mayor productor de uranio del mundo.

Este vasto territorio desértico de poco más de 2 millones de habitantes sufre además crisis periódicas de sequía que provocan a su vez escasez de alimentos en las zonas rurales.

Namibia continúa siendo, pese a la importante reducción de la pobreza en los últimos lustros, una sociedad con notables desigualdades.

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