Inmobiliarias en bolsa: un trampa mortal con precedentes

  • El sector inmobiliario vive su tercer rally bursátil en apenas diez meses, un claro ejemplo de la falta de liquidez y el exceso de especulación que impera en estos valores, aunque algunos quieran ver en estas injustificadas subidas un voto de confianza del mercado en la recuperación del sector.
Enrique Utrera

Como al olmo viejo de Antonio Machado, con las lluvias y las nieves del recién estrenado 2009, al muy tocado, pero no todavía hundido, sector inmobiliario español algunas hojas verdes le han salido. En bolsa, porque lo otro, lo del negocio, va más lento, o sencillamente, no va.

Pero si lo del viejo árbol a orillas del Duero fue efímero, lo del calentón bursátil del ladrillo español se está empezando a convertir en un clásico: el de estos días es el tercer rally en diez meses, ante la complacencia de los propios protagonistas del sector y de los organismos supervisores. Ni una explicación, oiga.

La agradeceríamos, porque ya me dirán a qué viene el ataque de euforia de este comienzo de curso. Reyal Urbiscasi duplica su cotización, con un alza del 88%, Metrovacesa sube un 18,5% y Colonial un 14%. Es el saldo alcista de las tres grandes del sector. Pero ni hay un volumen de contratación sólido que lo respalde –se ha multiplicado, pero las cifras siguen siendo poco significativas-, ni una sola razón de peso que lo justifique sólo un poco.

¿Han visto algún dato que hable de reactivación de la actividad o de los precios? No. ¿O algún informe que diga que el sector está barato en bolsa? Tampoco.La excusa que se maneja en el mercado es que los procesos de refinanciación de la deuda de Reyal Urbis, Colonial y Metrovacesa están a punto de cerrarse. Eso lo sabíamos ya cuando acabó el año y no se han producido grandes novedades desde entonces.

Por cierto, que los tres grupos, con una situación financiera delicadísima, acumulan un retraso considerable en las negociaciones que a más de un inversor avezado debería tener con la mosca detrás de la oreja. Pero no, qué va. Como el pasado verano, toca comprar inmobiliarias para solaz de unos poquitos oportunistas y la pillada de unos cuantos más, que como siempre en bolsa, tienen la mala costumbre de llegar tarde.

El calentón de la falta de liquidez

Lo más grave del asunto es que subidas tan brutales como la de estos días no serían posibles si las inmobiliarias no se estuvieran saltando a la torera los límites mínimos de liquidez en bolsa o, lo que es lo mismo, si la CNMV no estuviera mirando hacia otro lado.Analicemos con un poquito de calma el caso de Reyal Urbis, el chicharro por excelencia del sector.

Con una deuda asfixiante de 5.000 millones de euros en números redondos, el grupo que preside Rafael Santamaría requiere de un segundo acto de fe de sus bancos acreedores para sortear el concurso de acreedores. Pues bien, ¿saben cuánto tiempo hace que la compañía suspendió la OPV con la que pretendía dar liquidez a una acción con un free float del 3,5%? Han pasado 30 largos meses. Dos años y medio en los que los títulos del grupo, como los de sus compañeros de sector, son una bomba de relojería para cualquier inversor de a pie: pura volatilidad e iliquidez.

Esto es lo que hay, pero calentones como el actual no por repetidos dejan de sorprendernos. Reyal Urbis nos ha enseñado cómo se las gasta la ausencia de liquidez. En marzo del año pasado subió un 100% en dos sesiones. Tardó cuatro meses en perder toda la ganancia. Y en agosto subió más un 200% en seis jornadas arrancando desde los 1,70 euros. Ahora ha emprendido el rally desde más abajo -1,45 euros- y ya ha superado los 4 euros. Es decir, engordar antes de morir, como el viejo olmo.

Y Metrovacesa, más de lo mismo. En agosto más que dobló su valor en bolsa hasta los más de 32 euros con apenas 155.000 acciones –el 0,2% de su capital- negociadas. Entonces superó los 32 euros, frente a los 16 a los que ha iniciado la subida de enero.

¿Conclusión? No se fíen de las apariencias. No se trata de otra cosa que de un calentón desde unos niveles de cotización ínfimos, no del cierre inmediato de sus refinanciaciones. Si no, ¿por qué suben Realia o Renta Corporación, que ya han cerrado su nueva estructura de deuda?

Analicen quién compra y quién vende inmobiliarias estos días y verán que se trata de los brokers más asiduos cuando de chicharros se trata. Las suyas son operaciones hiperespeculativas, de un segundo para otro. Pero no olviden que el negocio para los primeros en entrar –los inversores profesionales- ya está hecho.

A partir de ahora lo difícil será salir. ¿Habrá papel suficiente cuando llegue la hora de deshacer posiciones? En ese peligro público se ha convertido nuestro sector inmobiliario.

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