La historia detrás de las cámaras del recorte masivo de las autonomías

  • La reunión que se preveía la más larga se quedó en la más corta. Los sospechosos habituales accedieron a ponerse de frente, de perfil y como les pidiera el Gobierno que se pusieran. Asturias no estuvo sola en su castigo. Todo esto, y más, ocurrió el día que las autonomías accedieron a ajustarse el cinturón en más de 18.000 millones de euros.

El Gobierno solo suspende a Asturias y aprueba el resto de planes de reequilibrio
El Gobierno solo suspende a Asturias y aprueba el resto de planes de reequilibrio
Álex Medina R.

"Aquí se hablan de muchas historias pero la única historia es cumplir". El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dijo sentirse satisfecho de haber puesto en la senda de los recortes masivos a las comunidades autónomas, esas mismas administraciones que echaron por tierra los objetivos nacionales de déficit el año pasado.

Acababa de terminar el Consejo de Política Fiscal y Financiera (que es el órgano que sienta a la misma mesa a Estado y regiones en materia económica) y aún no se le había torcido el gesto al ministro ante la insistencia de los periodistas en preguntarle sobre la noticia y no sobre lo que él quería hablar. Ese malestar vendría después.

Antes, cuando consejeros, ministro, secretarios y secretaria de Estado se veían las caras a puerta cerrada y sin cámaras delante, la cordialidad se rompió pronto. Andalucía y Asturias hacían temerse lo peor a los responsables del Gobierno central. Lo que habían presentado hasta el momento estaba muy lejos de lo que se les pedía.

Para el Principado no habría solución alguna. Con un Gobierno recién decidido y un gabinete en funciones de un partido distinto, no había quien cuadrase desfases por valor de 616 millones.

Así que las autonomías del Partido Popular (que ya habían decidido su estrategia en una reunión en Génova a mediodía) tumbaron la propuesta asturiana (hay que recordar que País Vasco y Navarra no acuden al Consejo y, cuando lo hacen, no votan porque tienen sistema fiscal propio y comisiones bilaterales con el Estado).

Aunque el castigo no fue absoluto: Andalucía, Cataluña y Canarias prefirieron no hurgar en la herida y se abstuvieron en su votación. La propia Asturias tampoco entraría a valorar o cuestionar a las demás y se abstuvo de votar al resto.

Salvada la excepción asturiana, la tensión creció con Andalucía. Tanto, que Montoro ni siquiera lo negó cuando se le preguntó; tanto, que Cataluña (que actuaba como poli bueno de la mesa tras presentar un ajuste de 4.300 millones que gustó a Hacienda) tuvo que mediar; tanto, que lo que estaba destinado a ser el Consejo más largo de la historia se quedó en el más corto poque cuando dos contrincantes están tan alejados o lo solucionan a la primera o nunca lo hacen.

Y tanto porque la verdadera negociación ya no estaba en la arena política, sino en la técnica. El miércoles, en la víspera del Consejo, el Gobierno le recordó a Andalucía los últimos ajustes que debía adoptar. Al Ministerio no le terminaban de cuadrar alrededor de 500 millones que Andalucía decía que ingresaría en compensación de unos fondos de la Unión Europea.

Los gestores andaluces se montaron en el AVE en la mañana de ayer sin haber cambiado esta partida. A mediodía, Hacienda les vuelve a subrayar en rojo este desfase y desde el bando andaluz se sigue sin asumirlo.

La consejera se mete en la reunión del CPFF a las cuatro y media con su versión de los hechos. Fuera, los técnicos siguen debatiendo cómo ajustarlo. A la portavoz socialista se le dice que tampoco es para tanto, que reajustando esos millones en los capítulos VI y VII del presupuesto se arregla todo. Que le pregunte a los técnicos, que tampoco es tan difícil.

Les preguntó, la discrepancia se redujo a 220 millones y se desatascó el Consejo, de modo que se pudo votar el recorte de las cuentas sureñas. Todos contentos y a por la siguiente comunidad, que siendo seguramente del PP tampoco habría demasiado problema en aceptarle los números (aunque el Gobierno quiso recordar que en más de un caso lleva seis meses negociando con los suyos).

En apenas tres horas se cumplió con un orden del día que se preveía largo, muy largo. No en vano, los CPFF suelen comenzar a las cinco y éste se fijó para las cuatro en previsión de lo que podría pasar. Pero no pasó ni la mitad de lo que se esperaba.

Las votaciones fueron más ágiles de lo que se pensaba y sólo extendió el minutaje de la reunión la costumbre de que cada consejero tome la palabra tenga algo que decir o no.

Para las ocho y veinte, hasta Montoro había cumplido con los medios y había tenido tiempo de molestarse con tanta pregunta fuera de su carril. "Eso es asín" (sic), terminó contestando cuando ya no sabía cómo no responder a lo que le preguntaban.

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