Real Decreto Ley. La reforma laboral ha visto a la luz bajo este formato, que es la mejor forma de evitarse problemas desde muchos puntos de vista. Por un lado, en cuanto se publique en el Boletín Oficial del Estado, entrará en vigor; pero, por el otro, pasará trámite parlamentario y así el Gobierno podrá abrir la puerta a las enmiendas de otras formaciones.
¿Y por qué no aprobar un proyecto de ley y negociarlo por completo en el Parlamento, para no tener que ir añadiendo cosas? Porque en esa opción se escondía el mayor de los peligros. Si la reforma se hubiera confiado por completo al trámite parlamentario, la aplicación habría tenido que esperar todo el proceso.
Es decir, que si un empresario tuviera pensada una contratación no la llevaría a cabo, esperando que el proyecto terminase su periplo en las Cortes. De esta forma, las medidas están en vigor desde ya y no ralentizan más el ya de por sí comatoso mercado laboral.
Del mismo modo, el Gobierno también juega en el terreno político. No había empezado la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros y el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Andoni Duran Lleida, ya proclamaba que la reforma pasaría por el tamiz de los diputados.
Más allá de la valoración de CiU, el paso por las Cortes permitirá alguna nueva concesión. Aunque, aprobado ya el grueso, lo importante es que se pueda notar el efecto de inmediato.
En la agenda de contactos prevista por el Gobierno, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se reunirá el lunes con empresarios y sindicatos, mientras que el presidente, Mariano Rajoy, se verá con el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba el miércoles.
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