Sí, es más fácil votar siendo astronauta que español en el extranjero

  • Desde 2004, los astronautas de Estados Unidos pueden votar de forma electrónica desde el espacio. En España, si estás en el extranjero, necesitas casi dos meses.

    El 20D más de 40.000 españoles que viven fuera se quedaron sin votar, muchos de ellos por no haber recibido las papeletas a tiempo, a pesar de haber cumplido con todo el trámite burocrático.

Sí, es más facil votar siendo astronauta que español en el extranjero
Sí, es más facil votar siendo astronauta que español en el extranjero
S.B.

"En EE UU los astronautas pueden votar desde la luna, y aquí los pescadores que están en el mar o los emigrantes que están en la tierra, no". Esta frase, que en principio puede resultar exagerada, es de Ana Pontón, la portavoz nacional del BNG (Bloque Nacionalista Gallego).

Lo comprobamos y es real. Sorprendente, pero trístemente real. Ponganse en situación.

Están unos astronautas de Estados Unidos por ejemplo en la Estación Espacial Internacional y no pueden acercarse un momentito al colegio electoral y volver al espacio. Lo que sucede es más fácil. Se les envía una versión digital de la papeleta desde el control de la misión en el Centro Espacial Johnson de Houston, sacan su ordenador y, abracadabra, votan. Así de fácil, así de rápido. La papeleta regresa por el mismo conducto y se hace llegar a la oficina electoral para su cómputo posterior junto con los votos emitidos por correo.

La historia del voto desde el espacio se remonta al año 2004, gracias a la Ley 841 promulgada por el Estado de Texas que permite aceptar votos desde el espacio con el procedimiento técnico adecuado. Fue el astronauta David Wolf fue el primero en votar desde el espacio, cuando vivía a bordo de la estación espacial rusa Mir, ese mismo año. En resumen, votan de forma confidencial desde el espacio directamente a la autoridades electorales.

Después de este poquito de 'historia espacial', sigamos con la comparación, que es cuando se van a sorprender. Están unos españoles embarcados hace cinco meses en un pesquero o residiendo en el exterior y... esta es su carrera de obstáculos para poder votar, si es que les quedan ganas.

Si son residentes en el extranjero, pongamos por ejemplo Bielorrusia, lo primero que hay que hacer es rezar porque el servicio de correos no sea el del Zar y funcione medianamente bien. Porque primero tiene que, desde allí, solicitar el voto (ahora se puede forma telemática a través del INE) cumplimentando un impreso, adjuntando fotocopia del DNI, fotocopia del pasaporte expedido por las autoridades españolas, certificación de nacionalidad, certificación de inscripción en el Registro de Matrícula Consular... y mandarlo para que llegue como muy tarde un mes antes del día de las elecciones. Luego, sólo queda esperar. Para que en el buzón de un gélido apartamento de Bielorrusia aparezca un día la documentación para poder votar. En el sobre tendrá que meter además de la papeleta con el partido elegido, un certificado de inscripción en el censo y otra fotocopia ddel DNI pasaporte. ¿Creía que ya había terminado echándolo todo en un buzón? Pues no.

Se puede hacer lo siguiente: o depositarlo personalmente en las urnas dispuestas en la Embajada o Consulado, entre cuatro y dos días antes de las elecciones; o mandarlo por correo certificado como muy tarde cinco días antes de la cita electoral y aunque la ilusión porque su voto cuente dependerá, como hemos avisado antes, de la eficacia del servicio de correos del país que le haya acogido. Total, casi dos meses desde que solicita el voto por correo hasta que vota o lo envía.

No hay duda, de que ha sido mucho más fácil contar cómo vota un astronauta que un español residente en el extranjero. La denuncia de la dirigente del BNG, que propondrá una modificación de la Ley Electoral para evitar esta discriminación, pone el acento en los miles de españoles, pescadores, trabajadores y estudiantes emigrados que no podrán votar. Se estima que serán, por ejemplo, entre 6.000 y 10.000 los marineros que no podrán votar.

La reclamación, sensata, es que se establezca el voto telemático sobre todo existiendo tecnologías como la firma electrónica y el DNI electrónico.

La polémica del voto rogado

Las dificultades del voto emigrante tiene su principal causa en el cambio de la ley electoral española que fue aprobada en enero de 2011, por el PSOE -que ahora defiende cambiarla- con el respaldo del PP, CiU y el PNV, y que está unido al tradicional problema de la correspondencia.

Esta reforma legal instauró el llamado "voto rogado" que exige a los españoles emigrantes estar inscrito en el consulado antes del 1 de agosto para poder votar y, una vez registrado, hay que rogar el voto por adelantado, es decir, comunicar expresamente que se quiere ejercer el derecho al sufragio para que te manden las papeletas a casa.

Uno de los problemas añadidos es que, en muchas ocasiones, el consulado no está en la misma ciudad en la que se reside, lo que implica que el electorado se tiene que hacer cargo de los gastos de desplazamiento y del envío certificado que transportará el voto hasta su mesa electoral.

Antes, de la reforma electoral, el envío de papeletas se hacía automáticamente a todos los que estaban censados en el consulado y, además, a partir de este momento el derecho a votar en las elecciones municipales quedaba reducido únicamente a los españoles residentes en el extranjero de manera temporal.

En las elecciones generales de 2008, antes del "voto rogado", votaron 383.016 del total de 1.201.433 de españoles que vivían en el extranjero y, en 2011, ya con la reforma en vigor, la cifra se redujo hasta los 73.294 sufragios, aunque el censo aumentó hasta el millón y medio de residentes en el exterior. En las últimas elecciones del 20 de diciembre de 2015 votaron el 4,7% del Censo Electoral de Residentes Ausentes. Las quejas fueron muchas y la Junta electoral reconoció que de los 149.849 residentes en el extranjero que habían pedido votar sólo pudieron hacerlo 109.995. Es decir, 40.000 se quedaron sin hacerlo, muchos de ellos por no haber recibido las papeletas a tiempo, a pesar de haber cumplido con todo el trámite burocrático.

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