"Me negué a la ablación y mis hermanas la evitaron"

    • Jeniffer no ha mutilado a ninguna de sus hijas. Explica que después de la ablación estuvo inconsciente durante tres días.
    • Tabitha trabaja para evitar la ablación. Recuerda que el dolor que sintió cuando le mutilaron los genitales aún no lo ha podido olvidar.
Cada seis minutos, una niña es víctima de la mutilación genital en el mundo
Cada seis minutos, una niña es víctima de la mutilación genital en el mundo
Susana Campo

Janet Naningoise enfrentó a los molinos culturales de Kenia. Allí, la tradición de la mutilación genital femenina está profundamente arraigada y las jóvenes se someten a ella. Sin cuestionarlo, por tradición. Esto ocurre en tres meses diferentes al año,abril, agosto y diciembre.

Tras la ablación, muchas chicas abandonan la escuela porque ya son consideradas adultas."Yo quiero ser como las mujeres poderosas de mi país, estudiar y trabajar por el desarrollo de Kenia", explica awww.teinteresa.esJanet Naningoni. Las jóvenes, después de la circuncisión, abandonan las escuelas y son casadas con hombres elegidos por sus familias a cambio de una dote. Si las niñas no aceptan ser mutiladas, son rechazadas y tratadas como indeseables, en la mayoría de los casos son expulsadas de su hogar paterno y abandonadas. La educación, por lo tanto, es crucial para evitar esta barbarie.

"Con nueve años les dije a mis padres que no quería que me mutilasen. Mi familia me dijo que tenía que hacerlo porque todo el mundo lo hace", explica Naningoni. ¿De dónde viene esa tradición? La ablación se sigue realizando fundamentalmente por la falta de información de las familias y por tradición. Creencias como el bebé que nazca de una mujer sin circuncidar no será norma o que la ablación previene del contagio del VIH, están detrás de las decisión de las madres de mutilar a sus hijas.

"Hace catorce años nadie se planteaba en la Comunidad la posibilidad de no mutilar a las niñas. La situación, poco a poco, va mejorando", reconoce. Está muy agradecida a una profesora que le abrió los ojos,"Vino a nuestra escuela, nos explicó las consecuencias de la ablación y nos dijo que teníamos la posibilidad de decir que no"Su decisión no fue fácil. Recuerda el rechazo de sus compañeros de la escuela y que permaneció escondida durante los tres meses que duran las vacaciones escolares. "La reacción de mis padres y mi familia fue mala desde el principio. Pasaron tres meses hasta que mi familia volvió a aceptarme."Perdí mucha sangre y estuve inconsciente durante tres días

Tabitha Parteneu, no tuvo la misma suerte que Naningoni. A ella le sometieron a una ablación."El dolor que sentí es algo que todavía no he podido olvidar", subraya. "Es un ritual, en el que no participa el padre, porque es un tema tabú para los hombres. Tras cortarme, me llevaron a un bosque con otras chicas donde estuvimos hasta que nos recuperamos", explica.

AhoraTabithatrabaja con la comunidad para prevenir esta práctica. En la región de Marigat, al oeste de Kenia, más de 15.000 familias han recibido información sobre las consecuencias de la ablación y se ha evitado que más de 3.000 niñas pasen por la mutilación genital femenina.

"Hay muchas cosas en la comunidad que están asociadas a la ablación, como que una mujer que no ha sido mutilada no puede heredar los bienes si su marido fallece, no puede entrar en la ceremonia de circuncisión de niños o no se puede casar", señala Tabitha directora del proyecto de prevención de la ablación de World Vision Kenia.

Jeniffer Chepochepunyo Kibon se ha negado a mutilar a su hija. Aunque a ella le mutilaron los genitales cuando tenía 6 años mis genitales. "Empezaron a cortarme. Sin ningún anestésico durante la operación ni antibióticos para evitar la infección", recuerda."Después de la operación me desangré y estuve inconsciente durante tres días", señala.

Ahiora Jennifer es una de las mujeres que intenta convencer a e otras madres de Kenia para que sigan su ejemplo. Asegura que se ha encontrado oposición de otras madres. "Al principio se reían de mí y me decían que si yo no había pasado por lo mismo, pero poco a poco han entendido mi decisión". Jennifer explica orgullosa que "no ha mutilado a ninguna de sus tres hijas" aunque eso suponga renunciar a la dote.

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