La historia de Christopher Knight es larga. De unos treinta años... Aproximadamente. Desde 1986 ha vivido en una 'cabaña' improvisada cerca del lago North Pond, al noreste de EEUU. Pero Knight se ha hecho conocido en el estado de Maine por algo más. Durante los 27 años que ha pasado aislado de la civilización, el ermitaño también ha realizado más de 1.000 robos en los pueblos cercanos.
Todos le conocían, aunque nadie le ponía cara. Su seudónimo, 'El Ermitaño de North Pond', tiene su origen en un artículo que el periódico local 'Morning Sentinel' publicó en 2005. Y es que hay pocos sitios de la zona central de Maine donde Knight no haya robado algo de carne, verduras, leche o aceite. Pero si hay algo que es verdad, es que solo robaba aquello que necesitaba.
"Lo único que dice es que se metió en el bosque un día de 1986", ha explicado Diane Perkins-Vance. La agente, que participó en la captura de Christopher (47 años), era la primera persona con la que Knight habló "desde mediados de los noventa". Ahora, un buen equipo de psicólogos tendrán que ayudar al ermitaño. Su próximo destino es la prisión del condado de Kennebec, un lugar que poco tiene que ver con la choza de plástico y palos de madera en la que ha pasado más de la mitad de su vida.
De hecho, hay una pregunta a la que 'El ermitaño de North Pond' no es capaz de responder. ¿Por qué lo hizo? "No da ninguna razón, aunque reconoce que se lo pregunta muchas veces a sí mismo", explica Vance como recoge el Morning Sentinel.
¿Coincidencia?
Una de las teorías que baraja la policía es que Knight decidiera aislarse del mundo después de Chernóbil. El accidente nuclear más devastador de la historia coincide con las fechas de las que habla el ermitaño. Otra opción es que Christopher quisiera vivir una experiencia a lo 'Robinson Crusoe', que por cierto ha dicho es uno de sus libros favoritos.
En el momento de la detención, Knight acababa de robar casi 300 dólares en alimentos a un comedor social. De noche y con premeditación. El vecino de Maine ha reconocido que cada año realizaba una media de cuarenta robos, hasta superar los 1.080.
Y otro apunte sobre la vida de Christopher. Además de haberse dedicado a la meditación y a la lectura ("de lo que podía robar"), el 'Ermitaño de North Pond' tenía su choza recogida y ordenada. Por no hablar de los perfectamente camuflada que estaba, invisible desde cualquier camino o carretera cercana.
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