La violencia de género es una de las lacras sociales que más preocupan en las sociedades del primer mundo.
El año pasado nuestro país cerró el balance de víctimas mortales en 60 mujeres fallecidas a manos de la violencia machista, datos que consternan tanto a la población como a los gobiernos.
Este caso es el vivo ejemplo de falta de respeto hacia esas personas que perdieron la vida víctimas de una epidemia por la que cada día luchan millones de personas.
Scott Mitchell, un multimillonario de 45 años estaba comprometido con Mary Hunt, una joven de 29.
La pareja vivía en una pompa de lujo y felicidad hasta que él acusó a su chica de haberle robado dinero de su domicilio, además de joyas valoradas en 2,1 millones de euros.
Como respuesta a esta denuncia, la joven decidió ir a la policía y confesar las supuestas agresiones físicas que había recibido por parte del que ya era su ex pareja.
Ante el reguero de acusaciones, Scott decidió revisar las cámaras de seguridad de su casa y así utilizarlos como prueba de su inocencia.
La sorpresa del millonario fue mayúscula al comprobar que su ex novia aparecía en una grabación de su dormitorio gritando y autolesionándose. Esas lesiones serian las que posteriormente utilizó la chica para justificar su acusación.
El hombre llevó estos vídeos a la comisaría de Policía para interponer una demanda a Mary.
Mary estuvo por dos años con el CEO de la compañía Simply Organic, cometiendo supuestos gastos injustificados con la tarjeta de empresa de la compañía. Gastos que según Scott tuvo que pagar para evitar males mayores a su novia.
También denunció a los padres de Mary por haber cooperado con su hija a la hora de esconder todo lo que ella robaba, un botín compuesto por 147 anillos de oro y más de 170 diamantes.
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