Las rocas inundadas de chapapote tras la llegada del vertido del Prestige a Costa da Morte recibieron inyecciones de agua caliente a presión para limpiarlas. El proceso fue lento y sin duda no resultó infalible para dejar la costa en su estado anterior al accidente. Todavía hoy, ocho años después del naugragio del petrolero frente a la costa gallega, quedan restos de esa mezcla pegajosa y maloliente de crudo pesado.
La explosión de la plataforma de la compañía British Petroleum en el Golfo de México cuenta con un remedio más eficaz y rápido que el agua caliente: disolvente. El mismo tipo de producto que podría servir para un accidente doméstico es el que la compañía está inyectando desde los primeros días tras la catástrofe para lograr que el crudo se haga casi líquido y frenar así la llegada de grandes manchas negras a la costa.
El producto que BP está aplicando sobre la superficie marina se llama Corexit 9500, "un detergente especialmente diseñado para facilitar la penetración en el crudo y emulsionarlo hasta que sea casi líquido", explica el investigador del CSIC José Luis García Fierro, del Instituto de Catálisis y Petroquímica.
Pese a que este producto presenta una toxicidad mínima, su composición (una mezcla de aceites minerales y detergente) "se incorpora al agua, que ya no es pura, además estamos hablando de miles de litros de producto, con lo que el agua se contamina", añade Fierro. La petrolera BP tenía preparados la semana pasada 380.000 litros de disolvente, el quivalente de un tercio del inventario mundial de este compuesto químico, cuya fórmula es secreta.
Pese al disolvente y a las medidas de protección para evitar que el crudo alcance la costa, "toda sustancia sobre la superficie oceánica llega a la costa tarde o temprano", explica Fierro. Y cuando lo haga, tardará años en despegarse de aquello a lo que se adhiera. El crudo que sale del pozo submarino de BP es de tipo ligero, menos denso que el agua, y tiene olor dulzón. Su ventaja frente al crudo pesado, como el que salió del Prestige, es que tiene cierta proporción de volatilidad, es decir, la presión del vapor es elevada y se evapora en su contacto con la atmósfera. "No obstante, la evaporación representa el 15% del total que llega a la superficie", explica Fierro. Su impacto cuando alcance la costa "será muy importante, si se pega a una planta o a un animal, estos mueren en unas cuantas horas".
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