Turquía exige que la UE diga claro si le quiere o no en su club

Turquía avisa de que la continuidad de El Assad en Siria enviaría al mundo un mensaje "muy peligroso"
Turquía avisa de que la continuidad de El Assad en Siria enviaría al mundo un mensaje "muy peligroso"
EUROPA PRESS

La conferencia del ministro de asuntos exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, en Madrid ha ido de menos a más. Su presencia en la capital suscitaba mucha expectación. Turquía es ese eterno aspirante a formar parte de la Unión Europa. Un país que se encuentra en una encrucijada, que busca su lugar en Oriente Medio y en el mundo, que transita por un camino con demasiada neblina como para permitir conocer sus verdaderos objetivos.

Turquía, miembro de la Alianza Atlántica, dotado de un poderoso ejército, tiene su propio enfrentamiento interno con los kurdos que habitan principalmente en el este-sur de su territorio. A ello, se suma el reciente acercamiento con Rusia, su participación -no vista con buen ojos por todos los miembros de la Coalición- en la liberación de la ciudad iraquí de Mosul, y el reciente golpe de estado fallido que ha complicado aún más si cabe la situación de la prensa; perseguida; de los jueces, cesados y de los profesores, despedidos.

Con este paraguas aparecía hoy uno de los hombres fuertes de Erdogan en la conferencia, organizada por el Real Instituto El Cano, en el madrileño hotel Westin Palace. Cavusoglu llegaba acompañado de su homólogo español Alfonso Dastis que ha pedido a Ankara que respete el estado de derecho.

Tras subrayar la importancia de la Alianza de Civilizaciones, firmada con Zapatero en 2005, Cavusoglu empezó su comparecencia advirtiendo de que los extremistas “están usando los movimientos populistas y reciben apoyo en el Parlamento europeo. Tenemos que defender nuestros valores”, aseguraba.

Tras subrayar que España y Turquía nadan en las mismas aguas, hizo un guiño a nuestro país y a lo que une a los países mediterráneos: “disfrutamos de la gastronomía, el fútbol, el aceite de oliva, y el Barça”, dijo el ministro, quizás acordándose del jugador turco del equipo catalán, Arda Turán, que se ha convertido en uno de los rostros de la campaña a favor del referéndum que se celebrará este año para convertir a Turquía en una república presidencialista en la que Receyp Tayip Erdogan se convertirá en su jefe de Estado.

Arrancaba en un tono sosegado que se volvía cada vez más agresivo, llegando a su culmen en la ronda de preguntas donde se le preguntó sobre la represión y la libertad de expresión. Pero antes de subir el tono, Cavusoglu mandó un mensaje a la Unión Europea.

Turquía solicitó su ingreso en 1987 y fue declarada país candidato en 1999; las negociaciones se abrieron en 2005. Pero varios capítulos están bloqueados, entre ellos el que respecta a Chipre y el relacionado con la libertades, entre ella de prensa.

“Firmamos para lograr un acuerdo y convertirnos en un socio de pleno derecho en 2005, en el mismo año que Croacia ( que forma parte de la UE desde 2013) y Montenegro, que ha cubierto más terreno que Turquía. Firmamos para entrar como socio de pleno derecho, si no nos quieren, nos lo tienen que decir, sincera y abiertamente. Queremos ser, pero si la UE cambia de opinión o no quiere, nos tiene que respetar y decir algo. Es la Unión Europea la que tiene que decirlo, ser sincero”, espetó Cavusoglu durante sus comparecencia.

Y continuó, “sé que Turquía está en boca de muchos, si no nos quieren, díganoslo. Pero, mientras tanto no cuestionen si tenemos una buena política exterior”, ha dicho. “Es la Unión Europea, la que tiene que ser sincera. Tiene que ser sincera y clara, estamos hartos de esta doble moral.”

Cavusoglu enfatizó que algunos líderes europeos insisten en hacer aislamiento y discriminación: “Estos líderes rechazan los valores en comunes de Europa. Intentan construir muros al punto de aislar las personas fuera de este círculo. Desgraciadamente no aceptan algunas identidades diferentes. Esta aproximación transformará Europa en el continente enfermo del mundo”.

Siria ha sido otro de los temas a los que se ha referido. Cavusoglu sostuvo que Turquía "no ha cambiado" su posición sobre Siria, a pesar del acercamiento reciente que ha habido entre Ankara y Moscú, con intereses contrapuestos en el conflicto sirio, pues el primero apoya a los rebeldes y el segundo al régimen de El Assad. Pese a este acercamiento reiteró que la posición turca se mantiene y subrayó  que aceptar su continuidad "sería muy peligroso", pues enviaría el mensaje de que "cualquier régimen" en el mundo "podría hacer lo mismo", se vería legitimado a cometer "genocidios y asesinatos".

El tono fue subiendo a medida que los derechos humanos y la libertades se colaban en el auditorio. Y es que, el ministro de asuntos exteriores llegaba a España, un día después de que Reporteros Sin Fronteras hiciera publico su demoledor informe sobre libertad de Prensa en el que acusaba al país de ser una cárcel para los periodista y lanzando algunos dardos a los países europeos. “Yo no he criticado a ningún país, lo que he dicho es que incluso en la UE hay diferencias entre los estados miembros. Y eso no tiene que ser un motivo para ser un país de segunda o tercera”, aseguraba. Continuaba diciendo que “en quince años, Turquía se ha transformado con Erdogan. No puede darme un ejemplo de ley que haya sido un paso atrás. Hay muchos canales de noticias y medios de comunicación que critican al presidente y a nosotros”, se defendía.

Según RSF, las autoridades turcas aprovecharon el fallido golpe de Estado "para acabar definitivamente con los medios críticos". La organización alerta asimismo de que la mayoría de los periodistas acusados de estar implicados en el golpe de Estado ha sido llevado a los tribunales "sin pruebas".

Cavusoglu sostuvo en cambio que el Gobierno turco ha sido muy cuidadoso a la hora de llevar a cabo esta limpieza de los colaboradores de Gulen, "ese hombre enfermo en Pensilvania que se cree el imán del universo, el Mesías".

Pero advirtió de que Turquía no puede permitir que haya funcionarios dentro de la Administración filtrando documentos secretos a otros países, como ocurría, ha dicho, con el 20 por ciento de los diplomáticos dentro de su Ministerio, y a los que ya se ha echado.

Ni siquiera el poder judicial está libre de sospecha de colaborar con Gulen. Cavusoglu acusó a algunos jueces de "ser más leales" a Gulen que al propio Gobierno. E incluso vinculó al policía que asesinó al embajador ruso en Ankara con el movimiento del clérigo, del que recibió instrucciones, ha dicho.  Y en relación a la detención de periodistas, se ha defendido de las acusaciones lanzando una pregunta: "¿En vuestro país, cualquier periodista que apoye a una organización terrorista, tiene impunidad por ser periodista"?

Para terminar, el ministro Cavusoglu dedicó unos minutos a la economía de su país y la inversión extranjera que en los últimos meses no deja de crecer. Y es, que la economía turca, muy dependiente del turismo, flaquea en el último años, tras la cadena de atentados que ha sacudido al país. 

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