Los conservadores británicos no se cansan de equivocarse, pero ganan

  • “El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Los tories parecen seguir al pie de la letra la frase de Churchill. 

    May ha demostrado que no es una líder. Ha lanzado un órdago con malos resultados, no ha sabido tener una buenas relaciones con Europa ni tampoco con EEUU.

Theresa May, la austera política que viste como Cara Delevigne
Theresa May, la austera política que viste como Cara Delevigne
José Luis Roig

“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Winston Churchill, dueño y señor de esta sentencia, sabía de qué hablaba, por algo ganó una guerra y perdió las elecciones siguientes. Aunque en 1951 por fin las ganó. Antes de llegar al meollo de la cuestión, a Theresa May, visitemos otro fracaso histórico, la gran pifia de David Cameron. Se hizo el “harakiri” con el Brexit por bandera porque se equivocó en dos cosas: considerarse más listo que los demás y creer que las encuestas no pueden fallar. Y está visto que en Reino Unido las consultas fallan más que las escopetas de feria.

A Cameron nadie le obligaba organizar un referéndum sobre el Brexit, pero quiso conjurar la rebelión de algunos tories liderados por Boris Johnson; sacó pecho, se fío de unas encuestas erróneas y metió a Reino Unido en el mayor lío de sus últimos 50 años. De ese lamentable fiasco vienen los lodos de hoy.

A Theresa May le ha sucedido algo parecido. No le bastaba con tener mayoría absoluta (331 escaños) durante tres largos años, quería más, y lo que es peor y más dañino para el orgullo politiquero, quería ser ella la que ganara las elecciones, no ser la heredera de David Cameron, y así acallar las voces que cuestionaban su autoridad y legitimidad. No lo ha conseguido, las encuestas que la empujaron a tomar la decisión volvieron a errar el tiro. Las encuestas y una nefasta campaña electoral, con terrorismo de por medio.

La falta de seguridad y de ideas claras siempre acaban pasando factura, sobre todo cuando no eres una líder nata, como es el caso de May. Una mujer que fue una aceptable ministra de Interior, una buena segundona, pero que no tiene carisma ni ha sabido reconvertirse en una brillante primera ministra. Dijo que adelantaba las elecciones para tener un respaldo electoral claro y negociar con más firmeza la salida del Reino Unido de la UE. El resultado no ha podido ser peor, ha perdido la mayoría absoluta que tenía.

La amarga “victoria” de los conservadores deja abiertas muchas dudas, entre otras las dos mencionadas, el futuro del Brexit y la capacidad de May de ser la jefa ideal para estos momentos tan complejos con mucho terrorismo interno y grandes retos externos. En el poco tiempo que lleva Theresa May como primera ministra, no ha sabido tener una buenas relaciones con Europa –ni tan siquiera con su gran aliado, EE.UU-, y encima ha logrado algo que parecía imposible, que se recuperara el cuestionado líder laborista, Jeremy Corbyn (de 232 a 261 escaños), que todos daban por amortizado. Ahora, la que tiene un futuro negro, es la propia Theresa May… con el Brexit y el terrorismo yihadista pisándole los talones.

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