Haitianos y dominicanos, juntos pero no revueltos

  • República Dominicana fue el primer país en enviar ayuda a los haitianos después del terremoto de enero, sin embargo se mantienen reticentes frente a los inmigrantes del país vecino. El terremoto del pasado enero ha incrementado el  flujo de inmigración en la isla caribeña.
El terremoto del pasado enero ha incrementado el flujo de inmigración en la isla caribeña.
El terremoto del pasado enero ha incrementado el flujo de inmigración en la isla caribeña.
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Ezra Fieser | GlobalPost

(Santo Domingo, República Dominicana). No es que Fabiola Jean tuviese mucho en Haití. La "boutique" de la que habla románticamente era realmente un mínimo puesto de madera, poco más grande que una ducha de plato.

Pero en una ciudad en donde los vendedores apilan comida, ropa y zapatos encima de mantas y mesas improvisadas, el puesto de Jean marcaba una diferencia, aunque fuese un cobertizo. Hasta que se cayó, al igual que su pequeña casa, el 12 de enero, cuando "Goudou Goudou" destruyó Puerto Príncipe. Los haitianos se refieren al terremoto de 7 grados que mató a al menos 300.000 personas y desplazó a 1,2 millones como "Goudou Goudou" porque, dicen, ese es el sonido que hizo la tierra ese día.

Al igual que muchos otros haitianos antes que ella, Jean acabó cruzando la frontera de la República Dominicana, el vecino rico del este que ocupa los otros dos tercios de la isla Española. Hoy en día vende fruta junto con otras docenas de inmigrantes haitianos en un ajetreado mercado callejero de Santo Domingo.

El director de Migraciones dominicano, Sigfrido Pared Pérez, calcula que el terremoto ha generado un aumento del 15 por ciento de la población haitiana en el país. Como la mayor parte de ellos carecen de documentación, no hay realmente un censo fiable al respecto. El gobierno calcula que hay un millón de haitianos, pero los investigadores dicen que son unos 300.000. Sea cual sea la cifra, los haitianos suponen la mayor colonia de inmigrantes en República Dominicana.

"No todo el mundo tenía lo que yo en Haití. Yo nunca había pensado dejar Puerto Príncipe, y mucho menos venirme aquí", dice Jean en su español roto, confiando en unos compatriotas para que traduzcan su criollo.

Los haitianos han emigrado a la República Dominicana durante casi 100 años, primero para trabajar en las inmensas plantaciones de azúcar, y después en la construcción y en los famosos complejos hoteleros de la playa. La mano de obra barata haitiana ayudó al crecimiento de la economía dominicana, que aumentó casi un 10 por ciento durante algunos años, según el Banco Mundial.

Al mismo tiempo, se enfrentaron a una discriminación generalizada, y han sido culpados de infinidad de males, desde el aumento de los delitos a la saturación de los hospitales.

Pero los inmigrantes como Jean que han ido llegando desde el terremoto añaden un nuevo giro a un viejo interrogante: la República Dominicana recibió elogios internacionales por su compromiso para ayudar a Haití tras la catástrofe, pero ahora su gobierno y la sociedad han recibido críticas de todo el mundo por su intolerancia.

La República Dominicana fue el primer país que envió ayuda humanitaria a Haití para ayudar al rescate de las víctimas atrapadas entre los escombros.

El 31 de julio, el presidente dominicano Leonel Fernández se reunió con el presidente de Haití, Rene Preval, para relanzar formalmente una comisión bilateral. Los dos líderes se comprometieron a cooperar estrechamente en varias áreas, como proyectos de turismo, agricultura, comercio, educación y salud.

Pero el tema más complicado siempre ha sido la inmigración.

"Antes de abordar cualquier otra área, como el comercio, hay que hablar primero de inmigración", explica Bridget Wooding, investigadora y autora del libro "Needed but unwanted" [Necesitados, pero no queridos].

La frontera que separa el país rico de su vecino pobre es porosa. Los emigrantes dejan Haití en busca de un trabajo y envían dinero a casa. Muchos se terminan quedando de forma ilegal. El argumento de la República Dominicana contra los haitianos se reduce a temas económicos.

Las autoridades dominicanas deportaron una media de 20.417 haitianos al año entre 2003 y 2008, según un informe de la Universidad Centroamericana.

"Nos cuestan dinero", asegura Julio Sánchez, de 45 años, propietario de un pequeño negocio. "Eso de que los dominicanos odiamos a los haitianos es una tontería".

Antes de enero Sánchez no había estado nunca en Haití. Pero después del terremoto, fue con un grupo de voluntarios a trabajar durante una semana.

"Era simplemente imposible no ayudar", dice. "Compartimos con ellos la misma isla. La preocupación aquí es más sobre el impacto económico... las cosas se han puesto definitivamente peor desde que se produjo el terremoto allí".

Pero los historiadores dicen que los dominicanos ven a los haitianos como sus rivales, sus enemigos naturales. Es una sensación que se remonta a los 22 años de ocupación haitiana de la República Dominicana a principios del siglo XIX.

El actual sentimiento anti haitiano es atribuido no obstante al dictador dominicano Rafael Trujillo, afirma Lauren Robin Derby, una historiadora de UCLA especializada en las relaciones haitiano-dominicanas. Como parte de su campaña para "blanquear" la sociedad, el dictador ordenó asesinar en 1937 a unos 6.000 haitianos que vivían cerca de la frontera.

"El anti haitianismo... deriva de la antigua supremacía económica y grandeza colonial de Haití, que contrastaba fuertemente con la pobreza de la colonia española", escribe Derby en un ensayo sobre el tema. Hoy, apunta, "a nivel personal las relaciones entre haitianos y dominicanos son a menudo correctas. Pero existe una retórica anti haitiana".

Ningún inmigrante haitiano "espera ser tratado por igual que un dominicano", asegura Jean. "Aunque hables español, saben que eres haitiano. Eres más oscuro. No eres igual que ellos".

Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo dice que los haitianos viven en unas condiciones mucho peores que los dominicanos. Mejorar las condiciones de vida de los inmigrantes haitianos es fundamental si el país quiere mejorar su situación respecto a los derechos humanos, añade el informe.

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