Más de 4.000 inmigrantes cruzaron a la pequeña isla italiana de Lampedusa desde Túnez la semana pasada, subrayando la persistente inestabilidad en su país desde que las protestas populares derrocasen al presidente.
El ministro del interior de Italia, Roberto Maroni, afirmó que pedirá al gobierno tunecino autorización para que un contingente italiano pueda intervenir y bloquear el flujo de personas. Túnez señaló a Roma de infringir su soberanía.
Desde la salida de Ben Alí, el gobierno interino de Túnez ha intentando en vano dar pasos hacia la estabilidad. La policía ha desaparecido en muchos lugares, y las huelgas y protestas en todo el país están interrumpiendo la marcha de la economía.
Maroni dijo quela confusión en Túnez había provocado un "éxodo bíblico" a la isla siciliana.
El ministro de Exteriores tunecino respondió diciendo que estaba preparado para trabajar con Italia y otros socios para encontrar una solución apropiada al problema de los inmigrantes.
Pero dijo en un comunicado citado por medios oficiales que estaba sorprendido por los comentarios de Maroni y que "rechazaba categóricamente cualquier interferencia en sus asuntos internos o cualquier injerencia en su soberanía".
Maroni pidió "una convocatoria urgente" del Consejo Europeo para "lograr una estrategia" en la lucha contra la inmigración en el Mediterráneo y sobre la situación de los países del Magreb, que comparó con la caída del muro de Berlín en 1989.
El gobierno de Silvio Berlusconi declaró la emergencia humanitaria tras una reunión el sábado por la oleada de inmigrantes ilegales en Lampedusa y pidió ayuda a la Unión Europea después de que un bote se hundiera el sábado frente a la costa de Túnez, donde murió un inmigrante.
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