Komodo, aquí está el verdadero 'Parque Jurásico'

  • En este pequeño archipiélago nos encontramos al dragón de Komodo, que nos devuelve a la época de los dinosaurios en el siglo XXI.
El dragón de Komodo es inteligente y extremadamente peligroso
El dragón de Komodo es inteligente y extremadamente peligroso
Sara Schonhardt, Isla Komodo (Indonesia) | GlobalPost
Sara Schonhardt, Isla Komodo (Indonesia) | GlobalPost

"Mantenga la distancia, mantenga silencio y controle todas sus pertenencias", susurra Ande Kefi, guarda del Parque Nacional Komodo, una colección de tres pequeñas islas en el este de Indonesia y hogar del lagarto más grande del mundo: el dragón de Komodo.

Empuñando un largo palo de madera con forma de horquilla, Kefi y otros guardas salen en busca de la extraña criatura de aspecto prehistórico, de la que sólo hay 2.500 ejemplares viviendo en libertad. Kefi dice que los palos les sirven como "armas", que utilizan para pinchar a los animales en puntos sensibles si se acercan a una distancia peligrosa.

Las instrucciones son las mismas cada vez que guía a un grupo de visitantes en una ruta por Komodo y la vecina isla de Rinca, donde las polvorientas colinas marrones están coronadas por frondosas palmeras. Los turistas aseguran que la sabana llena de maleza y los agrestes pastos tropicales les recuerdan a la película "Parque Jurásico". De hecho, el parque que recibe el nombre de su anciano habitante ("komodo" significa "dragón" en indonesio) es el único lugar del mundo donde la gente puede ver a estos dinosaurios de la era moderna en un entorno salvaje.

El Gobierno de Indonesia está trabajando para potenciar el aprovechamiento económico de estos animales mediante el impulso de una campaña turística destinada a mostrar las numerosas maravillas que encierra el país. Pero muchas personas del sector turístico temen que el Ejecutivo, en sus esfuerzos por aumentar los ingresos de divisas, no esté equilibrando dichas campañas con el desarrollo de infraestructuras adecuadas, algo muy necesario y que algunos perciben como un problema potencialmente serio debido a la enorme cantidad de accidentes de transporte público que hay en unas islas donde además los animales salvajes campan a sus anchas.

Indonesia es un país formado por 17.000 islas ricas en cultura y biodiversidad, pero también plagado de corrupción, contaminación e infraestructuras deficientes. El equipo de promociones del Ministerio de Turismo reconoce que existen algunas dificultades a la hora de visitar algunas de las islas más remotas de Indonesia.

"Sabemos que todavía hay muchas áreas a las que resulta difícil llegar, y que la gente allí no tiene una preparación adecuada ni recursos", asegura Ratna Suranti, encargado de medios digitales del Ministerio. "Por eso necesitamos promocionar los lugares que están verdaderamente preparados".

Komodo está primero en esa lista de promociones, en parte porque encaja con el deseo del Ministerio de vender ecoturismo. Pero también porque ha logrado concitar interés internacional debido a la campaña de las Nuevas Siete Maravillas de la Naturaleza que financia el millonario explorador Bernard Weber, y que ha incluido al parque entre sus 28 finalistas, junto a la cuenca del Amazonas, la bahía de Halong en Vietnam, el Gran Cañón del Colorado y las islas Galápagos.

El Ministerio de Turismo de Indonesia está haciendo campaña para que la gente vote al parque en el concurso mundial con la esperanza de ganar el reconocimiento y así atraer más visitantes a la isla.Según el Ministerio de Turismo, en 2010 visitaron el parque nacional 45.000 turistas, y las autoridades creen que esa cifra podría superar este año los 54.000 si Komodo logra ser designada una de las Nuevas Maravillas de la Naturaleza en la final del próximo mes de noviembre.

El dinero que se recauda con los billetes de entrada al parque se destina a programas de conservación, mientras que el dinero que se saca con la venta de esculturas en madera y otros recuerdos que hacen los habitantes de la isla (unos 2.300) se reparte entre las comunidades locales, afirma Suranti.

Los guardabosques se muestran menos optimistas. Les preocupa que demasiados turistas puedan afectar a un ecosistema frágil como este, y confirman que la isla todavía carece de la infraestructura necesaria para atender a un aumento de visitantes.

"Tan sólo espero que podamos ayudar al gobierno para que se gestione mejor la isla y las visitas a la zona", admite Kefi, añadiendo que las autoridades han hecho muy pocos esfuerzos por conocer la isla y sus verdaderas necesidades.

Los guardas del Departamento de Bosques y Fauna protegen la zona de conservación y vigilan a los dragones de Komodo en colaboraicón con un programa del Zoo de San Diego (EEUU).

Cada enorme lagarto tiene una etiqueta de identificación que incluye su peso y tamaño, de manera que se puede estudiar la evolución de su población. En los últimos años han aumentado los ataques de estos dragones a humanos, afirma Kefi, quien cree que se puede deber a una lucha por conseguir alimentos.

Los dragones de Komodo son un grupo de comportamiento variable. No les gusta mucho el agua o la humedad. En octubre del año pasado, los guardas descubrieron un nido en el que de 13 huevos sólo había uno entero; los demás se habían roto. Kefi no está seguro del motivo, quizás demasiada agua o una incubación insuficiente, y confiesa que los guardas todavía no saben mucho sobre las criaturas a las que tienen que proteger.

Lo que sí saben es que los dragones son inteligentes y extremadamente peligrosos. Los torpes lagartos pueden llegar a medir tres metros de largo y pesar 90 kilos. Aunque puedan parecer dóciles cuando están tumbados al lado de una poza de agua, es una técnica que usan para engañar a sus víctimas, asegura Suprayitno, que trabaja con la policía del parque para asegurar que los visitantes cumplen las normas y no tiren basura o molesten a los animales. También vigilan que no se pesque con explosivos, algo muy típico en la zona, porque se destruye el ecosistema marítimo.

Los dragones pueden oler a sus presas a casi 10 kilómetros de distancia, y cuando atacan lo hacen con rápidas y potentes carreras. Sus dientes minúsculos pueden arrancar fácilmente la piel y roer los huesos, pero lo que realmente es mortal es su veneno.

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