Los cachorros de Cristina Fernández de Kirchner

  • El estreno de Axel Kicillof como cerebro de la expropiación de YPF ha desvelado al mundo el afianzamiento de un nuevo poder en la Casa Rosada: los jóvenes de "La Cámpora" capitanedos por el hijo de la presidenta Máximo Kirchner.

CFK con su hijo Máximo
CFK con su hijo Máximo
Reuters
María Sorribes Catret

¿Quién es ese chico? Cuando la semana pasada Axel Kicillof, un joven atractivo y seguro de sí mismo, apareció en las televisiones de medio mundo para rematar el anuncio de Cristina sobre la expropiación de YPF muchos se hicieron esa pregunta.

Informal, descamisado y gesticulando arriba y abajo con sus manos, el joven Kicillof se atrevió incluso a sellar su internacional debut con un puñetazo en la mesa: "Que ningún payaso me venga a decir que controlar YPF no sirve si Repsol está fuera de Argentina". Y en su discurso, Cristina le devolvió el guiño refiriéndose dos veces a él como un "referente".

Pero la aparición de Kicillof ha significado en realidad algo más que la presentación pública de una joven carrera prometedora. Su ascenso demuestra el aterrizaje definitivo de La Cámpora en la Casa Rosada. Y la mejor prueba de su poder real.

La agrupación de jóvenes kirchneristas toma su nombre del ex presidente Héctor Cámpora, apodado "Tío", como símbolo de su "amor" y lealtad hacia el peronismo. Su segundo padrino, con 30 años de diferencia política pero mismo espíritu, es el difunto Néstor Kirchner.

Como banderas, sus militantes se declaran defensores de "los Derechos Humanos, La Patria Grande latinoamericana, la soberanía industrial y política, la fuerza de los trabajadores organizados y la justicia social." Pero sobre todo, de la política "como herramienta del pueblo para la transformación social". Sobre terreno, una de sus principales reivindicaciones es colocar cuadros directivos estatales en organizaciones privadas.

De capitán, el hijo mayor de Cristina

Nutrida por un amasijo de intelectuales de izquierda, huérfanos de desaparecidos durante la dictadura, desencantados de la política general, e indignados por la crisis, La Cámpora encuentra en el expresidente Néstor Kirchner un punto de unión, un líder y "referente fiable" para su proyecto.

Bajo el impulso de su padre, el hijo mayor de los Kirchner, Máximo, toma la capitanía de la organización y en 2003 su nombre se hace oficial.

La periodista Laura Di Marco, autora del bestseller "La Cámpora, historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner" cuenta, sin embargo, que es con Cristina cuando el proyecto empieza a germinar: posiciones clave como Aerolíneas Argentinas, la Cámara de los Diputados o la Administración Nacional de Seguridad Social se llenan de militantes de La Cámpora.

Entre ellos destaca la presidencia de Aeriolineas Argentinas con Mario Recalde, o los diez escaños que ocupan en la Cámara de Diputados Andrés "El Cuervo" Larroque o Mayra Mendoza, única mujer en la cúpula de la organización. Sin descartar el rol preponderante del heredero:

"En un régimen personalista, Máximo es la llave que los acerca a Cristina: él dicta los nombres y ella, que confía en su hijo, piensa en el puesto", según explicó la periodista en una entrevista a una cadena argentina.

"Secretismo y depuración de los dudosos"

Son los hijos adoptivos de "una viuda sin resortes políticos propios que no se fía del viejo peronismo, ni de los barones". Y que encuentra una fidelidad inquebrantable en unos nuevos cachorros que le deben todo, aclara la autora.

Medios argentinos como Clarín hablan una presidenta deslumbrada por "la brillantez y la preparación técnica" de su "Juventud".Algo que demuestran hechos como el amén de Argentina al proyecto confiscatorio que se atribuye al propio Kicillof, y el caso omiso hacía la censura del Banco Mundial, organización con la que mantiene una estrecha relación y es hoy una de sus pocas fuentes de financiación externa.

La periodista también señala que La Cámpora es una organización hermética, rodeada de secretismo:

"Aunque tienen buenas ideas "democratizadoras" en la práctica se vuelven más conservadores. Heredan marcas setentistas de la vieja política que rechazan como el secretismo, no dar debates de cara a opinión pública si no es a medios militantes o la depuración de los militantes dudosos", concluye la autora tras sus conversaciones off the record con miembros de La Cámpora.

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