Los turistas españoles rescatados en Indonesia: "Tuvimos que nadar durante ocho horas"

    • El periodista español Rafael Martínez y su pareja, María Pallol, fueron rescatados ayer tras el naufragio de la embarcación indonesia. Otros dos españoles siguen desaparecidos. "Han sido las 22 horas más horribles de mi vida", cuenta Rafael.
    • Un primer grupo de turistas se refugió en una isla volcánica. No dudaron en beber su propia orina para calmar la sed.

Dos españoles siguen desaparecidos tras el naufragio en Indonesia
Dos españoles siguen desaparecidos tras el naufragio en Indonesia

"Han sido las 22 horas más horribles de mi vida". Así ha descrito el español Rafael Martínez su experiencia en el crucero que el sábado naufragó con 25 personas a bordo en aguas del sur de Indonesia. Martínez, de 31 años y periodista de la agencia EFE, viajaba con su pareja, María Pallol, de 33, que también pudo ser rescatada. Dos españoles siguen a esta hora desaparecidos, según han informado las autoridades indonesias, que no han podido confirmar su identidad.

Todos ellos habían contratado un crucero de cuatro días, que había partido el jueves de la isla de Lombok en dirección a la de Komodo, bordeando la costa de Sumbawa. Sin embargo, en la noche del viernes, y cuando apenas llevaba seis horas de navegación, el barco se vio sorprendido por una tormenta y chocó contra un arrecife de coral. Rafael cuenta que se pudo entonces continuar viaje gracias a la ayuda de un segundo barco. Pero el incidente provocó inquietud entre los turistas, que dormían y tenían todas sus pertenencias en cubierta.

Rafael Martínez y María Pallol, los españoles rescatados en Indonesia.

"No sabíamos si el barco quedó dañado, porque todos escuchamos un golpe", ha explicado el español, quien ha detallado también que el segundo día la situación empeoró "con olas de hasta tres metros".

"La nave se movía muchísimo. Iba rapidísimo y no seguía la línea de la costa. Estaba en mar abierto. Un chico francés y yo bajamos a hablar con la tripulación y nos dijeron que todo iba bien", ha relatado. Según el periodista era "un barco de madera muy antiguo, sin ninguna seguridad, sin GPS ni radio ni ningún instrumento de navegación".

Los turistas reclamaron entonces chalecos salvavidas y en torno a las dos de la madrugada, el guía subió a cubierta y les anunció que había un boquete por el que entraba agua y había que abandonar el barco. Según cuenta, ante la ausencia de señal de telefonía móvil, a la tripulación se le ocurrió hacer dos fuegos como señal de socorro.

"Aquello parecía de locos", ha contado Rafael, porque en la popa también iba el combustible y entraba agua que se mezclaba con el carburante. El único medio de salvación era un bote salvavidas, únicamente con capacidad para cuatro personas. Con los chalecos puestos y las aletas, se intentaban agarrar a los costados de la embarcación."El agua no era muy fría, pero el viento era tremendo y estábamos congelados", dice.

Transcurridos 10 o 15 minutos se dieron cuenta de que el barco no se había hundido del todo, que la popa sobresalía y que los cinco indonesios estaban encaramados en el mástil, así que optaron por salir del agua y subirse a la parte saliente.A las diez de la mañana del sábado empezaron a barajar varias opciones: aguantar allí, intentar llegar todos hasta una isla volcánica desierta que se veía a unas cinco millas náuticas o enviar a los más fuertes en busca de ayuda.

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Al final, el barco acabó de hundirse y decidió por ellos: un grupo de cinco personas se adelantó y partió a nado sobre el mediodía a la isla volcánica, a la que llegó cuando atardecía. Allí pernoctaron. A la mañana siguiente, fueron rescatados por un crucero de buceo y trasladados a Bima.

Ayer a mediodía, un segundo grupo, en el que iban el joven y su pareja, decidió también lanzarse a nado hacia la isla. Rafael afirma que intentaba centrarse en los movimientos mecánicos del nado para no pensar en el cansancio, las medusas y las olas que ocultaban a los compañeros. Unas horas más tarde, vieron dos luces a la derecha y empezaron a hacer señales hasta que unos pescadores los rescataron y los trasladaron a Vega, un poblado costero, a donde llegaron agotados, con insolación y rozaduras por todo el cuerpo.

Una vez allí, y ante la imposibilidad de contactar con la Embajada de España en Yakarta, Rafael y María escribieron un mensaje en la página de Internet de la representación española: "Somos dos españoles. Hace dos noches se hundió el barco en el que viajábamos de Lombock a Labuan Bajo. Nadie nos rescató. Tuvimos que ir nadando a la costa durante ocho horas. Estamos en Bima, Sumbawa, con la Policía. Por favor contactar con nosotros urgentemente".

"Lo hemos perdido todo, tengo lo que llevo puesto, unas sandalias, un pantalón y una camiseta", cuenta Rafael. Aunque ambos tenían previsto quedarse en el país hasta el día 24 dicen que, tras lo vivido, intentarán llegar a España cuanto antes.Bebieron su propia orina para calmar la sed

"Dejamos Lombok el jueves en dirección a Komodo y pasamos la primera noche en el barco sin problemas, pero en la noche del viernes al sábado nos vimos sorprendidos por una tormenta y el casco se rompió. A medianoche, la tripulación nos pidió que nos pusiésemos los chalecos salvavidas", ha contado Bertrand Homassel, uno de los turistas franceses rescatados con el primer grupo, en declaraciones a AFP.

Homassel cuenta cómo el barco tardó en hundirse y algunos pasajeros "se subieron al techo de la embarcación", que quedaba a flote, para intentar aguantar el mayor tiempo posible antes de echarse al agua. "Estábamos a tres millas de la costa, pero olas enormes nos separaban de ella", ha narrado Homassel. "A la gente le entró el pánico y decidimos nadar a la isla más cercana, que estaba a cinco kilómetros, aunque en ella había un volcán en erupción".

Deshidratados y quemados por el sol, tras varias horas en el agua, Homassel afirma que, una vez en la isla, optaron por comer hojas para aliviar el hambre. "El domingo por la mañana, empezamos a caminar por la isla, encontramos un rastro, pero desistimos. Por suerte, avistamos un yate que pasaba por allí por casualidad y nos llevó de vuelta a Bima".

La situación dramática se vio incrementada también por la falta de botes salvavidas. "Sólo teníamos un bote con capacidad para cuatro personas", ha contado el neozelandés Tony Lawton a la cadena 3News. Lawton viajaba con su mujer, Gaylene Wilkinson y habían aprovechado sus días libres para practicar una de sus grandes aficiones, el buceo.

"El barco era de madera, por lo que no se hundió completamente. Así que esperamos en el techo a que alguien viniera a rescatarnos, pero nadie vino", dice, "Los mejores nadadores optaron por nadar hasta tierra porque pensamos que lo conseguiríamos, y afortunadamente así fue, aunque por muy poco. Nadie vive en aquella isla porque tiene un volcán activo que, durante toda la noche, estuvo escupiendo lava caliente", ha contado Lawton.

Exhaustos y sedientos tras varias horas en el mar, no dudaron en beber su propia orina, "Necesitamos beber, así que a veces hay que hacer lo que hay que hacer", dice Wilkinson.

El holandés, Jan van Ommen, uno de los rescatados esta noche, se recupera en la ciudad de Sape. Este turista ha contado cómo se vieron alcanzados por una fuerte tormenta y "la tripulación salió gritando: "situación muy peligrosa" Poco después, dice, "el agua empezó a entrar a borbotones".

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