"Si Barack Obama es reelegido, no viviré para verlo". Henry Hamilton lo advirtió, y cumplió con su promesa. El pasado jueves 8 de noviembre, sólo dos días después de la victoria de Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, este propietario de un salón de bronceado de Florida puso fin a su vida con una sobredosis de medicamentos.
Hamilton, de 64 años, apareció muerto en su casa junto a dos frascos vacíos de pastillas, uno de Xanax y otro de Seroquel, compuestos que se utilizan para tratar la ansiedad y la esquizofrenia, respectivamente. Además, dejó escrita su última voluntad para que los servicios de emergencias no tuvieran duda alguna de cuál era su deseo: "No me reaniméis y… ¡Que le jodan a Obama!".
Según ha declarado a la policía su pareja, Michael Cossey, el veterano empresario "estaba muy perturbado por el resultado de las elecciones". Hamilton, republicano militante y convencido, no encajó bien la derrota y decidió quitarse la vida antes de ser testigo de la segunda legislatura del primer presidente negro de EEUU.
De hecho, estaba tan enfadado que "la última vez que hablamos fue justamente el 6 de noviembre, cuando vimos por televisión los resultados de las elecciones", explicó su compañero sentimental a la prensa.
Al parecer, Hamilton estalló después de que se confirmase la victoria de Barack Obama sobre el candidato conservador, Mitt Romney. Sin embargo, para Cossey, en el trágico desenlace también pudo influir el hecho de que en las últimas semanas su pareja había estado muy tenso "por culpa del mal momento que atravesaba el negocio".
Alyson Crean, portavoz de la policía de Cayo Hueso, ha explicado que los investigadores todavía están esperando por los resultados de la autopsia para saber la causa de la muerte, aunque confirmó que "no hay ninguna evidencia que indique una muerte violenta" y apunta al suicidio como causa más probable del fallecimiento.
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