Rubalcaba y el gato de Schrödinger

  • Más estratega que táctico, fascinado por el litio -el "oro blanco del siglo XXI"-, madridista irredento y aficionado a la novela negra, Alfredo Pérez Rubalcaba busca poner el broche de oro a sus 37 años de militancia en el PSOE sacando a su partido del pozo del abatimiento en el que está sumido.

Eva Santos

Madrid, 17 nov.- Más estratega que táctico, fascinado por el litio -el "oro blanco del siglo XXI"-, madridista irredento y aficionado a la novela negra, Alfredo Pérez Rubalcaba busca poner el broche de oro a sus 37 años de militancia en el PSOE sacando a su partido del pozo del abatimiento en el que está sumido.

Nada se le antoja imposible a esta "liebre cántabra", como dijo de él José Bono, y el 20 de noviembre disputará la Presidencia del Gobierno pese a que hasta hace bien poco sopesaba la posibilidad de retirarse de la política.

Ahora, está peleando -verbo que forma parte del lema de su campaña- para llegar a la Moncloa, donde promete cuadrar todas las cuentas, donde seguirá viendo sólo deportes en televisión, si es que le queda tiempo para ello, y fumándose algún que otro puro de vez en cuando.

Las encuestas no dan ni un duro por él, pero a sus malos augurios el responde: "más trabajo", haciendo honor a la fama de incansable que le atribuyen sus fatigados colaboradores.

Doctor en Química, recurre sin embargo a la física para explicar la situación electoral.

En concreto, a la paradoja del gato de Schrödinger que, simplificando mucho, consiste en un experimento imaginario en el que se coloca un gato dentro de una caja en la que hay en frasquito de veneno y un sistema por el que hay las mismas probabilidades de que el frasco se rompa o que no.

Los científicos explican que la paradoja es que el gato puede estar vivo y muerto a la vez cuando se abra la caja y a ello se agarra Rubalcaba, que dice que, hasta que se abran las urnas, todas las posibilidades caben. Incluida la victoria.

A punto de romper el récord de los 100 metros lisos en sus años mozos de atleta, truncados por una lesión, Rubalcaba está acostumbrado a no arredrarse ante las dificultades y ha aceptado el reto de hacer trizas los pronósticos que vaticinan al PSOE unos resultados aún peores que los 125 escaños de Joaquín Almunia en el año 2000.

Los suyos destacan la lealtad -también con su partido- como uno de los rasgos de su carácter, entre los que también sitúan la tenacidad, la oratoria y la gran capacidad de negociación, que reconocen incluso sus adversarios.

Con esos mimbres, y a los 60 años, se dispone a afrontar la carrera más difícil de su vida: recorrer los dos kilómetros que en línea recta separan Ferraz del Palacio de la Moncloa.

Tablas no le faltan. Lleva 37 años de militancia en el PSOE, ocupó dos ministerios con González, fue el interlocutor socialista con el Gobierno de Aznar durante la tregua de ETA de 1998 y encabezó la delegación que firmó con el PP el Pacto Antiterrorista.

Con Zapatero en el poder ejerció de portavoz en el Congreso durante dos años y en 2006, en plena tregua de ETA, recaló en el Ministerio del Interior, una etapa de la que guarda algunos de los recuerdos más dolorosos de su carrera, pero también muchas satisfacciones, la mayor de ellas el anuncio de la banda terrorista del cese definitivo de su actividad armada.

Durante su juventud, Rubalcaba coqueteó con el comunismo e incluso con el anarquismo, pero terminó afiliándose al PSOE en 1974, porque, tal y como argumenta, para él "socialismo equivale a libertad".

Este hijo de un piloto de Iberia, que paradójicamente tiene miedo a volar, se doctoró en Ciencias Químicas con premio extraordinario por la Universidad Complutense de Madrid, de la que es profesor titular; ha dado clases además en las universidades de Constanza (Alemania) y Montpellier (Francia).

Por eso, si gana las elecciones del 20N, se convertirá en el primer presidente español que domina inglés y francés, y que se maneja con soltura en alemán.

De aquella etapa ha heredado un cierto registro docente del que no puede ni quiere desprenderse en sus actos políticos, convertidos muchas veces en improvisadas clases en las que el "profe" Rubalcaba imparte doctrina a sus compañeros de partido.

Trabajador infatigable, tuvo que tomarse un respiro cuando en marzo de 2011 tuvo que ser ingresado en la UCI por una infección tras una biopsia de próstata.

Buen jugador de mus, Rubalcaba no puede jactarse, sin embargo, de haber sabido siempre administrar sus órdagos de forma correcta. Por ejemplo, en el año 2000 se puso del lado de Bono frente a Zapatero en su disputa por el liderazgo del partido, y en 2010 no ocultó sus preferencias hacia Trinidad Jiménez frente a Tomás Gómez en las primarias del PSM.

Con todo, siempre ha salido bien parado, hasta el punto de que en 2004 dirigió la estrategia electoral de Zapatero para las elecciones del 9 de marzo, que le llevaron a la Moncloa.

Ahora es él quien asume el protagonismo y hasta la noche del 20N no se sabrá si con éxito. Gato vivo, gato muerto.

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