Un estudio expone las causas de la desafección política y recoge alternativas para mejorar el diseño institucional

  • El Centro de Estudios Andaluces ha publicado un trabajo de investigación sobre los motivos del rechazo social a las instituciones políticas y las alternativas ciudadanas para la mejora del sistema representativo bajo el título '¿Odiamos la política?', un documento fruto del trabajo de investigación del director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC (IESA), Joan Font, y del científico titular de la misma institución académica y editor de la Revista Internacional de Sociología, (IESA-CSIC), Ernesto Ganuza.
EUROPA PRESS
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El texto, resultado de un trabajo financiado en la última convocatoria pública de Proyectos de Investigación de la Fundación Centro de Estudios Andaluces, expone los argumentos que aporta la ciudadanía para dar explicación a este descontento y, como novedad, explora sus opiniones y preferencias respecto a los mecanismos de participación política y las alternativas propuestas al sistema representativo.

La investigación, publicada por el centro dentro de su colección Actualidad, se ha presentado al público este jueves 20 de abril en un coloquio en la Casa de la Provincia, en el que también han intervenido los politólogos Fernando Vallespín (Universidad Autónoma) y María Luz Morán (Universidad Complutense).

El trabajo se nutre tanto de una encuesta --realizada a finales de 2015 a una muestra de 1.081 mayores de edad residentes en Andalucía- como del diálogo con diez grupos de discusión diseñados en base a posiciones sociopolíticas: por una parte, votantes y simpatizantes de partidos, miembros de asociaciones y movimientos sociales; y, por otra, grupos no politizados, no identificados con grupos políticos, pero con distintos perfiles de clase, edad y nivel educativo.

Analizando los datos aportados por el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa) e indicadores del CIS para el periodo que abarca el estudio, entre 2005 y 2015, Andalucía no es una excepción a la oleada de descontento que se vive en España. Si bien entre 2005 y 2008 los niveles de satisfacción con la democracia se situaban en una media de 6 para España y de 5,2 para Andalucía (en una escala de 0 a 10), es a partir de 2012 cuando se produce un descenso importante, superior al 30 por ciento en ambos territorios, llegando a una media de 3,9 a nivel nacional y de 3,5 en Andalucía; un descontento especialmente acentuado entre la población con menor nivel de estudios, según datos del CIS. Para el caso andaluz, a partir de ese año, se experimenta un ligero repunte hasta llegar a 4,1 puntos de confianza en 2015.

Lo más sorprendente, como destacan los investigadores, es que en este periodo se experimenta, por el contrario, un incremento del interés por la política. Comparando datos del Egopa y de la European Social Survey para este mismo periodo, en una escala 1-4, en la que 1 significa "nada interesado" y 4 "muy interesado", la media andaluza creció de 2,1 en 2005 a 2,5 en 2015.

La mayoría de los participantes en el estudio achacan este descontento a una forma singular de funcionamiento del sistema político: "las relaciones de lealtad personal" dentro de los partidos políticos. Los encuestados hablan de un "sistema político aislado, regido por normas privadas" que produce "desconfianza y descontento". Sean los simpatizantes de los partidos tradicionales o de los más nuevos, cuenten o no sus miembros con más o menos recursos, la "profesionalización de la política" (entendida la política como única profesión) se menciona como la principal razón del descontento político.

LA PARTICIPACIÓN COMO ALTERNATIVA

Lejos de una transformación integral del sistema representativo, las alternativas que se barajan como posibles mejoras del sistema actual pasan por hacer converger participación y representación. Preguntados en la encuesta por una escala de procesos políticos, en la que cada persona puntúa de qué manera prefiere que sean tomadas las decisiones políticas --cuanto más cerca de 1, más a favor de que la ciudadanía tome las decisiones y cuanto más cerca de 10, los representantes políticos-- se obtiene que la ciudadanía prefiere que las decisiones políticas se tomen de manera equilibrada, aunque con una ligera inclinación hacia el lado participativo.

Para el caso de Andalucía, se observa una diferencia importante entre lo que se desea y lo que existe, puesto que ocho de cada diez entrevistados identifica el sistema como muy inclinado hacia el lado representativo.

Sin embargo, una cosa es pensar en lo importante que es la participación política para regenerar el sistema y otra distinta es llevarlo a la práctica. Así, ante una hipotética iniciativa de participación concreta, como la de acudir como invitado al Parlamento andaluz para debatir con los diputados una cuestión determinada, los mismos encuestados muestran rechazo: el 37,1 por ciento afirma que le interesaría "mucho" o "bastante", mientras que el 44,1 por ciento afirma que "poco" o "nada". La participación, concluyen los investigadores, plantea en la ciudadanía un debate ambiguo.

En el caso de los partidos tradicionales (PSOE y PP), la participación debe servir para nutrir la representación. Para ellos ya existen mecanismos de participación que, sin embargo, están "infrautilizados" o con "mal uso". Por su parte, para los simpatizantes de Podemos e IU, si se participa poco, aunque haya posibilidades para hacerlo, es "por un problema de dominación sistémica".

En lo que hay mayor acuerdo es en contar con altos niveles de conocimiento como elemento necesario para desempeñar tareas de gobierno. Sin embargo, tampoco un gobierno tecnocrático, liderado por expertos, es aceptado mayoritariamente como alternativa a la actual crisis del sistema político. Así, el doble de personas (40%) valora mejor las elecciones como mecanismo para la toma de decisiones colectivas que un mecanismo basado solo en decisiones de expertos (20%).

PROPUESTAS CONCRETAS DE REFORMA

Las reformas políticas propuestas en los grupos de discusión podrían dividirse en dos apartados: de un lado, sanear el funcionamiento de los partidos y acercar la política a la sociedad; y de otro, la simplificación del sistema; una idea compartida, sobre todo, en los grupos conformados por personas con menos recursos y mayores.

En los grupos más conservadores (PP y Ciudadanos) se plantean, en términos generales, dos grandes reformas: las listas abiertas y la obligación de hacer primarias para elegir a sus líderes. Para ellos, el diseño del Estado habría favorecido el "clientelismo" y, con ello, el "exceso de instituciones" y las "duplicidades".

Las reformas que plantean los simpatizantes del PSOE hablan de mejorar los mecanismos de representatividad en el partido para que "los mejores políticos tengan la oportunidad de salir" y se pare la sangría causada por la "corrupción" y el "amiguismo". Además de primarias abiertas, abogan por la limitación de mandatos, revisar la financiación de los partidos y reformar el régimen de incompatibilidades de los representantes.

Los grupos más progresistas, Podemos e IU, apuestan por darle a la ciudadanía mayor protagonismo instaurando más mecanismos de participación, pero sin reformas radicales, siempre dentro de las relaciones de representación, al objeto de distribuir el poder "de manera más equitativa".

Para los grupos sociales más vulnerables (trabajadores precarios, jóvenes sin estudios y mayores) la política tiene tanto descrédito que no esperan mucho de las reformas que se puedan acometer, por lo que la única opción que contemplan es simplificarla y para los grupos más conservadores y la mayoría de grupos sociales, el "nuevo político" tendría que tener formación y experiencia en el campo donde ejerza sus competencias.

Para los grupos progresistas, incluidos los simpatizantes socialistas, el "nuevo político", en cambio, no se debe distinguir por su conocimiento o profesionalidad, sino por su "visión estratégica".

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