La cruzada del "Moisés Amish" de Ohio puede acabar en la cárcel

  • El juicio iniciado esta semana en Cleveland contra Samuel Mullet Sr., el "Moisés Amish" que dirigió con mano de hierro una comunidad amish en Ohio, pone fin a la cruzada decretada por este líder religioso contra los miembros del grupo que osaron cuestionar sus prácticas.

Alfonso Fernández

Washington, 30 ago.- El juicio iniciado esta semana en Cleveland contra Samuel Mullet Sr., el "Moisés Amish" que dirigió con mano de hierro una comunidad amish en Ohio, pone fin a la cruzada decretada por este líder religioso contra los miembros del grupo que osaron cuestionar sus prácticas.

Mullet y otros quince amish, entre ellos varios de sus hijos y sobrinos, se sientan desde esta semana en el banquillo de los acusados de un tribunal de Cleveland acusados de conspiración, secuestro, odio religioso y obstrucción a la justicia.

Los atacantes, todos de la comunidad que el obispo de 66 años comanda en Bergholz, en Ohio, irrumpieron en otoño de 2011 en una decena de casas de otros amish para cortarles el pelo y la barba, elementos sagrados para esta congregación menonita, con herramientas usadas para el esquilado de ovejas.

En su única declaración a la prensa, a comienzos de este año, Mullet preguntó desafiante si era un delito cortar el pelo y la barba.

En esta ocasión, sin embargo, el "Moisés Amish" tendrá que enfrentar unas leyes no escritas por él mismo.

En el juicio de esta semana, J. Dean Carro, el abogado de uno de los amish acusados, Lester M. Miller, afirmó que su cliente había actuado "motivado puramente por buenas intenciones" y cuestionó que cortar el pelo y la barba sean violencia física.

Miller, que participó en un ataque en contra de sus propios padres, aseguró que consideraba que sus progenitores se habían alejado de la iglesia y justificó su acción al señalar que solo quería "devolverlos al rebaño".

Mullet, de 66 años y a quien se le ha calificado de "Moisés Amish" por su rígida disciplina, ordenaba dar palizas a los miembros de la comunidad que se salían de sus férreas normas, les encerraba durante días en los establos con los animales e incluso forzaba a mujeres casadas a acostarse con él para "depurarlas del demonio", según las denuncias.

"Tenemos nuestras leyes en la comunidad y si alguien no las obedece debemos castigarlo. ¿No puedo castigar a la gente de la iglesia? ¿Debo permitir que me desobedezcan? Si cada familia hace solo lo que le parece, ¿qué clase de iglesia tendríamos?", afirma Mullet en el documento de la investigación federal.

Todos los ataques se produjeron en granjas de comunidades amish de Ohio y Pensilvania, estados donde se concentra la mayor parte de esta congregación religiosa que se instaló en el siglo XVIII en EE.UU y que se caracteriza por su austeridad y oposición a los adelantos técnicos y a las comodidades de la vida moderna.

Sobre las acusaciones, Mullet, quien dirige desde hace 17 años la comunidad de Bergholz donde habitan unas 700 personas y tiene 18 hijos, aseguró que no había ordenado los ataques, pero que "tampoco había dicho que no lo hicieran".

El juicio devuelve la atención sobre esta austera comunidad cristiana anabaptista con cerca de 250.000 feligreses en EE.UU. que se rige por sus propias leyes internas, y rara vez acude a las autoridades federales para solicitar resolver sus diferencias.

Ante las decisiones y castigos de Mullet, que como obispo de su comunidad llegó a excomulgar a las familias que anunciaron que abandonaban Bergholz, la comunidad amish celebró un consejo al que asistieron más de 300 obispos en Pensilvania.

Este consejo decretó que el "Moisés Amish" había actuado por venganza y revocaron la excomunión.

A continuación y motivado por el "odio religioso", de acuerdo a los investigadores federales, Mullet planeó y coordinó los ataques tanto contra las familias que se habían mudado como contra miembros del consejo de líderes amish que falló en su contra.

Este cargo, el más grave de los presentados por la fiscalía, podría hacer que algunos de los acusados se enfrenten a sentencias de hasta 20 años de prisión.

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