Como la canción de la niña que nació del volcán, de la que toma el nombre la colección, lo nuevo de Mónica Cordera es salvaje y nos traslada a la selva con su explosión cromática: naranjas, azules, verdes y rosa empolvado son algunos de los colores que irrumpieron en la pasarela.
Su colección derrocha feminidad con faldas vaporosas que marcan la cintura, vestidos con escotes pronunciados, espaldas al descubierto, camisas con lazadas, crop tops que combinan a la perfección con los pantalones fluidos.
Mónica Cordera cuida los detalles, se nota en la calidad de los bordados que inundan vestidos, sudaderas e incluso las bombers, y en los detalles de acabado cosidos a mano; también en la elección de los tejidos con las gasas, el crepé, el Jacquard, el tweed o el algodón de punto.
La guinda del desfile, como manda la tradición, fue un vestido de novia que no podía ser más atrevido: cuerpo de red con transparencias que solo ocultaba lo imprescindible y falda de estilo lady con volumen y cola.
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