La obra recrea las aventuras de Pinocho, desde que es un simple leño de madera hasta convertirse en un niño de carne y hueso, una alegoría del proceso de evolución de cualquier niño hasta convertirse en una persona madura.
El carpintero Geppetto es un humilde hombre que siempre había deseado tener un hijo. Un buen día se le ocurre la genial idea de tallar una marioneta de madera con la forma de un niño de verdad. Antes de estar terminada, cobra vida inesperadamente y se convierte en un niño travieso y desobediente al que llama Pinocho. Pero cada vez que mentía, le crecía la nariz.
Su rebeldía y desobediencia es la fuente de sus problemas, pero también su ansia por afirmarse forma parte del juego permanente que prepara a una persona para la vida. Pinocho, sus peripecias fantásticas, sus desplantes, unidos a su gran emotividad, rompen con los moldes tradicionales de los relatos para niños y esta es, posiblemente, la clave para su vigencia en la actualidad.
El personaje de Pinocho le sirve a Teatro Arbolé de soporte para contar una historia que reflexiona a través de este títere mágico sobre la necesidad de los niños y niñas de mentir o falsear la verdad, y la necesidad de mejorar la autoestima.
Asimismo, toda la obra es un homenaje al mundo de los títeres y a la figura del titiritero, reflejado en diversos momentos de la obra, como por ejemplo cuando Pinocho va a ver a Pelegrín, y en el hermoso y sorprendente final del espectáculo.
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