Abel Hernández: "Suárez estaba obsesionado con Cataluña, él sería implacable"

  • El periodista y escritor Abel Hernández cree que el expresidente Adolfo Suárez "sería implacable" con el desafío soberanista porque "estaba obsesionado con Cataluña" y temía que España "se disgregara, se desvencijara" por las tensiones separatistas.

Madrid, 26 mar.- El periodista y escritor Abel Hernández cree que el expresidente Adolfo Suárez "sería implacable" con el desafío soberanista porque "estaba obsesionado con Cataluña" y temía que España "se disgregara, se desvencijara" por las tensiones separatistas.

"Era un patriota que creía en la unidad de España, para nada hubiera transigido", afirma Hernández en una entrevista con Efe, con motivo de la publicación de su último libro titulado "Secretos de la Transición", de la editorial Plaza y Valdés.

Hernández, cronista político durante esa etapa de la historia, mantuvo una estrecha relación con Suárez y afirma que en una de sus últimas conversaciones, a finales de los años 90, les sorprendió la obsesión del expresidente con Cataluña.

Asegura que Suárez "era muy intuitivo", advirtió de "lo que venía" años antes de que se llegase a la situación actual y propuso al Gobierno de José María Aznar que promulgase una declaración en la que se dejase constancia de que "en ningún caso la UE admitiría a una región que se segregase de un Estado miembro".

Recalca que Suárez sería implacable, pero reconoce que, como hizo durante toda su carrera política, intentaría dialogar y buscar el consenso, porque esa forma de hacer política fue su principal aportación.

"La concordia fue posible", reza el epitafio grabado en la lápida de Suárez, una frase prácticamente idéntica a la que sirvió de título a otro libro de Abel Hernández -"Fue posible la concordia"-, en el que ambos colaboraron y cuyo prólogo está escrito por el primer presidente de la democracia.

"A nadie he considerado nunca enemigo, no creo que la política consista en una dialéctica de hostilidad" escribió Suárez en ese libro, lo que para Hernández resume una forma de hacer política basada "en el respeto, el entendimiento y la concordia".

El periodista opina que ese estilo político es lo que reclamaban los miles de ciudadanos que despidieron los restos del expresidente por las calles de Madrid, que han perdido el respeto a sus representantes "porque son los propios políticos los que se han perdido el respeto entre ellos".

Hernández admite que, de esos actos de despedida, le ha "irritado" las alabanzas de quienes en su momento "le machacaron", pero prefiere quedarse con el "emocionante homenaje que le rindieron los militares, con lo que él sufrió con los militares".

Recuerda cómo, durante un tiempo, Suárez guardaba una pistola en su despacho y no ocultaba su determinación para usarla si en algún momento los soldados entraban en él.

Pero el de las fuerzas armadas fue sólo uno de los colectivos a los que tuvo que enfrentarse Suárez, a quien "le abandonaron todos" tras la aprobación de la Constitución en 1978, dice Hernández: "Se rompe el consenso y cada mochuelo a su olivo".

Fue en ese momento, relata, cuando a Suárez "le van machacando entre unos y otros" hasta que advierte que ha perdido la confianza del Rey, en quien se había apoyado hasta entonces para impulsar las reformas que allanaban el camino a la democracia.

"El Rey se da cuenta de que Suárez ya no responde, está desolado", afirma el periodista, hasta el punto en el que, cuando el presidente le comunica que va a dimitir, Juan Carlos "se siente liberado".

Las diferencias sobre la participación política de Suárez tras su dimisión terminan por acabar con la relación entre ambos, que pierden el contacto, aunque ninguno "pierde el afecto y la lealtad" al otro y se reconcilian años después.

Se debe, asegura Hernández, a que habían fraguado una estrecha amistad mucho antes de la muerte de Franco, desde que se conocieron en 1969 en Segovia "y empezaron a hacer planes de futuro".

El escritor argumenta que fue esa relación la que descarta que el nombramiento de Suárez como presidente del Gobierno fuese "una improvisación", y añade que Suárez ya había entregado al Rey años antes algunas indicaciones de por dónde debía ir la Ley para la Reforma Política, que supondría el desmontaje de las estructuras franquistas.

"El Rey necesitaba a alguien de plena confianza que conociera el régimen y que pudiera desmontarlo", señala Hernández, que añade que no le sorprendió su nombramiento: "Era el que tenia las ideas más claras, sabía por donde había que ir y apostó claramente por una monarquía parlamentaria".

Mostrar comentarios