Alex Rigola no provoca ni entusiasmo ni abucheos en su debut en el Real

  • Madrid.- El director teatral Alex Rigola ya lo había dicho: "yo no soy rompedor y no vengo a cambiar el mundo de la ópera". Y así lo ha demostrado esta noche en su debut operístico con "El holandés errante", de un joven Wagner, con un montaje que no ha provocado ni abucheos, ni entusiasmos, ni frío ni calor.

Madrid.- El director teatral Alex Rigola ya lo había dicho: "yo no soy rompedor y no vengo a cambiar el mundo de la ópera". Y así lo ha demostrado esta noche en su debut operístico con "El holandés errante", de un joven Wagner, con un montaje que no ha provocado ni abucheos, ni entusiasmos, ni frío ni calor.

Y eso ha sido, tal vez, porque le ha faltado "más agua, menos trucos, y meter un barco de verdad en escena", como decía con humor un espectador, a pesar de que en la primera parte sí que aparece la representación de un barco. Pero es que en esta coproducción, del Liceo de Barcelona y el Teatro Real de Madrid, todo intenta ser de "nuestros días", de a pie de calle.

Así es que Rigola ha buscado la actualidad en esta ópera que compuso Wagner con 26 años, en 1839, tras su huida de París acuciado por los acreedores y los fracasos profesionales, y cuyo protagonista está condenado por una maldición infernal a seguir navegando por los mares hasta que pueda ser redimido por el amor y fidelidad de una mujer.

Por ello, la localización que ha hecho Rigola está situada en una conservera de pescado Noruega, donde los obreros, el coro actual del Real,(Intermezzo) con casi cien personas, tienen una máquina de Coca-Cola, hacen botellón, tienen algún desnudo femeninos, corre un perro golden de extremo a extremo del escenario, algo que también hacen otras jóvenes que salen en sujetador mostrando su alegría. Todo ello no se sabe bien por qué

Pero "El Holandés errante" es una leyenda, un gran drama romántico cargado de simbolismo, de pasiones y emociones internas, que compuso Wagner, con tintes bastante autobiográficos, basándose en un texto de Heine, y tras escuchar cantar a unos marineros en un barco, y tiene tanta fuerza que sobrevivirá a cualquier lugar y realidad.

Rigola, director del Teatro Lliure y dramaturgo de gran éxito, ha preferido no arriesgar, y, a veces, su montaje resulta tan realista que deja poco tiempo para la evocación y la sugerencia poética.

El público le recibió con aplausos, no muy entusiasmados, y con algún tímido pitido, mientras que el director de la Orquesta, la Sinfónica de Madrid, titular del Real, José Luis Cobos fue bastante aplaudido, junto a los músicos.

En cuando al reparto, la protagonista, Senta, interpretada por la soprano Anja Kampe y el holandés, que hizo el bajo danés Johan Reuter fueron calurosamente ovacionados, sobre todo, por los bellos dúos que hicieron juntos.

También Dalson, el interesado padre de Senta que vende a su hija al holandés, interpretado por Hans Peter Köning, y Erik, el novio herido y abandonado por Senta, que encarnó Stephen Gould, hicieron sentir al público sus papeles y fueron aplaudidos con entusiasmo.

Un montaje, que ya se vio en el Liceo de Barcelona la pasada temporada y que esta noche al público del Real, que al principio de la función se le podía oía decir "preparate para cualquier cosa", no ha molestado, ni chirriado.

Mostrar comentarios