Ancestrales ritmos irlandeses hacen que Valladolid hunda el tacón en el suelo

  • Valladolid.- Frenéticas melodías de violín, acordeón o gaita destinadas a poner a prueba a un grupo habilidosos bailarines, y que están envueltas en el humo lanzado por dos cañones que crean una atmósfera que parece emular a la característica bruma irlandesa, conforman el espectáculo Celtic Legends.

Ancestrales ritmos irlandeses hacen que Valladolid hunda el tacón en el suelo
Ancestrales ritmos irlandeses hacen que Valladolid hunda el tacón en el suelo

Valladolid.- Frenéticas melodías de violín, acordeón o gaita destinadas a poner a prueba a un grupo habilidosos bailarines, y que están envueltas en el humo lanzado por dos cañones que crean una atmósfera que parece emular a la característica bruma irlandesa, conforman el espectáculo Celtic Legends.

Esta función, ideada por el músico irlandés Michael Londra y coreografiada por Ger Hayers, ha inundado hoy el Patio de la Pospedería de San Benito de la capital vallisoletana de ancestrales ritmos celtas, mezclados con música folk contemporánea y las demostraciones de destreza sobre el escenario de un grupo de bailarines.

Es música fácilmente reconocible, asociada a una cultura milenaria propia de un lugar concreto, como es Irlanda, y que en este espectáculo se manifiesta acompañada por el metálico sonido que producen los zapatos que llevan los danzarines del estilo denominado "tap dance".

Junto a ellos, también contribuyen a dar un toque de modernidad al espectáculo los sonidos de dos esforzados guitarristas, que alternan los agudos acordes del conglomerado de géneros que se agrupan bajo la denominación de música celta con ritmos modernos e, incluso, con los propios del fandango en esta ocasión.

Los responsables del sonido en vivo de Celtic Legends son seis músicos que marcan en todo momento el ritmo y el estado de ánimo, bien tocando al unísono, o bien demostrando su pericia en prolongados solos, que en muchas piezas comienzan con ritmo de balada y terminan acelerados.

Escoltados por las palmas y los bruscos taconazos del público contra el pavimento -hecho que hacía vibrar el recinto del concierto en las piezas musicales más animadas- y aclamados con chillidos y vítores, los protagonistas de este espectáculo se han esmerado en esta función, hasta el punto que la violinista ha tenido que arrancar las fibras del arco de su violín que han cedido tras interpretar un potente solo.

La actuación ha contado con la sorpresa de un "fandango irlandés", en el que los músicos han fusionado las melodías más características de su repertorio con los punteos de guitarra propios del flamenco y los taconeados de un grupo de jóvenes y sonrientes bailarinas de las ciudades irlandesas de Galway, Dublín y Belfast, vestidas de rojo y negro.

Canciones con una y dos guitarras aderezadas con las notas de la flauta, el acordeón o el violín; un duelo a taconazos y sin música de dos bailarines o alguna balada irlandesa tocada frente a un sepulcral silencio del público han también sido interpretadas en esta representación.

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