Bogotá redescubre al fotógrafo Leo Matiz en una exposición con obras inéditas

  • Más de una docena de obras inéditas del fotógrafo colombiano Leo Matiz (1917-1998) se presentaron hoy en el Museo Nacional de Bogotá, junto con un centenar de sus trabajos más emblemáticos en la muestra "Leo Matiz, mirando el infinito", que busca redescubrir al público colombiano su figura y su legado.

Irene Urango

Bogotá, 4 abr.- Más de una docena de obras inéditas del fotógrafo colombiano Leo Matiz (1917-1998) se presentaron hoy en el Museo Nacional de Bogotá, junto con un centenar de sus trabajos más emblemáticos en la muestra "Leo Matiz, mirando el infinito", que busca redescubrir al público colombiano su figura y su legado.

Organizada en cinco espacios temáticos, la muestra incluye 128 fotografías en blanco y negro, así como algunas de sus colaboraciones en la revista mexicana Selecciones con las que se revela la heterogeneidad y experimentación estética de Matiz a largo de su carrera.

Nacido en la ciudad de Aracataca, cuna del nobel Gabriel García Márquez y escenario de su imaginario macondiano, Matiz recorrió mundo y se convirtió en una figura de la fotografía realista, experimental y geométrica, tanto colombiana como latinoamericana.

Entre imágenes de la naturaleza, la farándula del siglo pasado y de la cultura urbana, la muestra recoge retratos inéditos del matrimonio de pintores mexicanos Diego Rivera y Frida Kahlo e instantáneas de las revueltas del "Bogotazo", ocurridas en la capital colombiana en 1948 tras el magnicidio del candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Matiz vivió entregado al arte también como actor, editor y pintor, pero destacó en el campo de la fotografía tras la publicación de su obra, "Pavo real del mar", que realizó a los 20 años por encargo del director del periódico El Tiempo, donde trabajaba como caricaturista.

En 1940 partió hacia México, donde profundizó su trabajo de reportero gráfico con el retrato de las comunidades indígenas del país y la crítica a las persistentes contradicciones que traía el progreso industrial y desarrollismo latinoamericano.

Allí se sumergió también en la fotografía cinematográfica y redescubrió las principales corrientes estéticas y pictóricas de mediados del siglo XX de la mano de artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, quienes influirían de manera decisiva en sus trabajos de vanguardia, abstractismo y surrealismo.

"En un momento de afirmación del Estado mexicano, de progreso e industrialización, la fotografía le brinda a Leo la posibilidad de denunciar y mostrar lo que nadie más quería ver. Él llega y con esas imágenes contradice el discurso oficial", declaró en una entrevista a Efe el biógrafo del artista, Miguel Ángel Flórez.

"En ese momento los fotógrafos no recorrían el mundo ni América Latina, estaban recogidos en sus propios países y Matiz se atreve a salir. La heterogeneidad hace parte de su condición de trashumancia permanente, fue un pionero visual en el continente", añadió.

Se trata de una fotografía humanista, "muy sensible al drama humano y sumamente creativa, vinculada a una vanguardia tardía de las corrientes europeas. Viendo sus imágenes encuentras semejanzas con el constructivismo ruso, la Bauhaus o el futurismo italiano", agregó a Efe el comisario de la exposición, Ernesto Peñaloza.

En 1978 y tras recibir un impacto en el ojo izquierdo cuando intentaban asaltarlo en la calle, Matiz perdió parte de la visión y tuvo que reinventar su trabajo con un especial énfasis en la luz, trabajo que lo llevó a ser conocido por algunos como "el guardián de las sombras", según Flórez.

"Por suerte, él decía que tenía un tercer ojo, el ojo mágico" confesó a Efe Alejandra Matiz, hija del fotógrafo, quien lleva treinta años trabajando en la difusión y recuperación de la obra de su padre.

La exposición, que se podrá ver hasta el próximo 19 de mayo en el Museo Nacional de Bogotá, busca homenajear la figura de uno de los fotógrafos más destacados de América Latina, figura que el propio Matiz consideraba que estaba destinada a la tragedia.

"Me he salvado de los huracanes, de los volcanes nacientes, de los ríos que se salen de su curso, de los atentados. Pero yo no puedo dormir. He venido a ver el infinito", reconocía el fotógrafo. EFE.

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