Buenos Aires, la ciudad en las alturas soñada a principios del siglo XX

  • Cautivados por Nueva York, los vecinos del Buenos Aires de 1900 imaginaban en el futuro una "ciudad en las alturas", sembrada de rascacielos, carriles colgantes para trenes y tranvías, así como un cielo atestado de aviones, globos, dirigibles y viajeros con mochilas aladas.

Elena Arsuaga

Buenos Aires, 22 dic.- Cautivados por Nueva York, los vecinos del Buenos Aires de 1900 imaginaban en el futuro una "ciudad en las alturas", sembrada de rascacielos, carriles colgantes para trenes y tranvías, así como un cielo atestado de aviones, globos, dirigibles y viajeros con mochilas aladas.

Esta es la visión futurista que aparece en el libro "Buenos Aires, el poder de la anticipación", de la arquitecta e historiadora urbana Margarita Gutman, resultado del análisis de más de 8.000 ejemplares de las revistas más populares de la época.

Gutman confiesa que nunca pensó que iba a encontrar "tanta imaginación del futuro" en revistas de la época, como Fray Mocho, El Hogar, Caras y Caretas, PBT, La Vida Moderna, que a precios accesibles se consumían masivamente y eran "como el internet de hoy", porque reflejaban las ideas de la gente de a pie.

El porteño "común" imaginaba un futuro que "asociaba con Nueva York, basado en el desarrollo de los elementos de la ciencia y de la tecnología, que eran considerados como elementos neutros, de valor universal. Era una imagen de un futuro que iba a ser en todas partes igual y se lo imaginaban a la vuelta de la esquina", explica la arquitecta en una entrevista con Efe.

En contraposición, la "imaginación letrada, de los funcionarios, intelectuales, arquitectos e ingenieros", recogida en revistas especializadas, anhelaba que Buenos Aires siguiera el ejemplo de París, considerada "el paradigma a replicar para convertirse en una ciudad moderna que se pudiera instalar en el escenario internacional", afirma Gutman.

Aunque su idea de la ciudad del futuro difería, "es muy interesante que todos se lo imaginaban como neutro, intercambiable (con otras ciudades), y proveniente fundamentalmente del exterior", añade.

La autora del manual, de más de 700 páginas, considera que "aunque esas ideas hablan más de la sociedad que las imagina que de lo que va a pasar posteriormente", en la ciudad de Buenos Aires se encuentran elementos de ambos imaginarios.

Lo que más le sorprendió a Gutman es que los porteños "no imaginaban nada en relación al tendido del agua ni del gas", que se estaban instalando en la ciudad en ese momento. "En su imaginación sólo entraban temas de comunicación y de transporte, de confort y automatización más que nada, además de los aviones y los rascacielos", precisa.

"La imaginación de un mundo compactado por los transportes y las comunicaciones es lo que más me impresionó, además de la vida en el aire", que ellos pensaban que podía llegar a sustituir "a la calle como lugar multiusos", apunta.

Entre los avances futuristas que ilustraban las revistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX llama la atención un boceto de un "Panteón para argentinos ilustres", un gran edificio de mármol que creían que podría erigirse en medio del Río de la Plata.

Aunque parece una idea desmesurada, para Gutman no es extraña, ya que el "padre" de la arquitectura moderna, Le Corbusier, "planteaba el centro de negocios en la mitad del río con cinco rascacielos", recuerda.

"Incluso (el expresidente argentino Carlos) Menem en algún momento estaba pensando en meter el aeropuerto en el río. Aunque todas esas cosas no se hicieron, el avance sobre el río es una tendencia natural en muchas ciudades", añade.

Pero lo que más se aleja de la realidad es el transporte aéreo que para los porteños de principios de siglo se convertiría en un medio masivo, bien mediante pequeños aviones biplaza, tranvías colgantes o incluso mochilas con alas.

Sin embargo, un siglo después, la única que cruza cada día Buenos Aires por el aire es Cristina Fernández en el helicóptero presidencial.

Mostrar comentarios