Carlos Marzal reúne todos sus aforismos en "La arquitectura del aire"

  • El poeta y narrador valenciano Carlos Marzal, entre novela y poemarios, escribe casi a diario aforismos, reflexiones, pensamientos literarios sobre el arte de vivir, que ha recogido ahora en un libro, "La arquitectura en el aire".

Carmen Sigüenza

Madrid, 24 mar.- El poeta y narrador valenciano Carlos Marzal, entre novela y poemarios, escribe casi a diario aforismos, reflexiones, pensamientos literarios sobre el arte de vivir, que ha recogido ahora en un libro, "La arquitectura en el aire".

"No sé si lo que digo es medicinal, pero me curo de mí al decirlo". Con este aforismo, que es toda una declaración de intenciones, abre "La arquitectura en el aire" (Tusquets) Carlos Marzal, premio Nacional de la Crítica y Nacional de Literatura por su poemario "Metales pesados".

Este libro de aforismos es un libro hondo, de naturaleza moral; una guía plagada de relámpagos conceptuales, entre lo filosófico y lo literario, sobre el día a día que, según explica el autor a Efe, le sirve de "guía moral para la higiene espiritual".

"Soy lector de aforismos y de filosofía -argumenta Marzal-, una palabra a la que tengo un grandísimo respeto. Y yo me encuentro en la periferia de la periferia de la filosofía; lo mío diría que se trata de un pensamiento literario con el que trato de explicar las cosas del mundo, para mí y para los lectores", dice.

Así, en este volumen el autor de "Fuera de mí", premio Loewe en 2004, ha reunido diez años de escritura aforística, diez años de pensamientos que intentan descubrir todo lo que nos rodea, ya sea sobre la felicidad, la escritura, los viajes, la ciencia, la muerte, el azar, el amor, el desamor, la familia, el matrimonio, la naturaleza, el paso del tiempo, la utilidad o la soledad, entre otras muchas cosas más.

Marzal pone así la lupa al mundo, como hicieron Gracián, Canetti, La Rochefoucauld, Wilde, Castilla del Pino y tantos más queriendo decir en unas pocas frases lo que otros "no dicen en un volumen", como aseguraba Nietzsche.

"Estamos escritos con tinta: y luego llueve", "Hay cosas que las debe escribir la mano para que las pueda dictar el corazón", "La madurez, como mucho, es una cierta invulnerabilidad de carácter", "Vivir es sin razón, pero hay que darse razones para la vida" o "La caligrafía es la plasmación de una corriente eléctrica que atraviesa el cuerpo", son algunas de las reflexiones de Marzal.

Ideas que hoy tienen también otro medio en internet, el famoso tuit. "La red hoy sería un buen sistema de difusión del aforismo, pero no todo lo que se publica tiene dignidad, y muchas veces lo que se escribe a los cinco minutos queda sepultado por otra hojarasca y por la avalancha de otras informaciones", explica Marzal.

"El aforismo te exige, te hace pensar, reflexionar, y para mí es sanador, es como una terapia para algunos de nuestros males", precisa Marzal, para quien, además, este tipo de escritura no le interrumpe su tarea con la poesía ni con la novela.

Marzal ha estado estos días en Madrid para asistir también a la celebración de los 25 años del premio Loewe, ya que él fue también uno de los galardonados, y la cita le ha servido para encontrarse con otros poetas. "Este premio y sus 25 años son toda una antología de la poesía, porque en ellos están representados todas las corrientes", dice.

"Al principio se dijo que se trataba de un premio para la poesía de la experiencia, porque el primero fue Panero -recalca-, y con el tiempo se ve que representa todas las corrientes, desde la poesía visual, metafísica, de la experiencia o los novísimos hasta los más jóvenes".

Pero Marzal como poeta también ha obtenido el premio de la Crítica valenciana en 2009 por "Ánima mía". Así, entre poesía, novela, cuentos e incluso con alguna incursión en la tarea de editor con su exquisita antología de la tauromaquia, el autor escribe sus aforismos, porque además- dice- "son portátiles".

"Los puedes escribir en cualquier parte y los puedes leer en cualquier sitio", concluye.

Ya dijo Samuel Johnson, el poeta, ensayista y crítico literario inglés del siglo XVIII, que "tal vez un día el hombre, cansado de preparar, explicar, convencer, llegue a escribir solo aforísticamente".-

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