Cinco relatos para una noche de Halloween terrorífica

  • La de Halloween es una noche para pasar miedo, mucho miedo. Y una buena forma de hacerlo es dejándose llevar por un gran relato de terror. Corto, eso sí. Lo mejor en estos casos es echar mano de los clásicos. Poe, Irving, Maupassant, Conan Doyle y Henry James pueden ser grandes aliados para una velada de fantasmas y misterios.
Mural frente a la casa de Edgar Allan Poe en Philadelphia
Mural frente a la casa de Edgar Allan Poe en Philadelphia
M. J. Arias
M. J. Arias

Pasar miedo no es una sensación agradable, pero en Halloween no toca otra cosa. Así que lo más sensato es tomárselo con resignación y, ya que se va a pasar un mal rato, mejor que éste sea de calidad. Por eso vale la pena encontrar un hueco entre horripilantes trajes, sangre de pega y calabazas iluminadas para saborear una buena historia y conocer, de mano de los grandes del género, lo que es el miedo de verdad.

'El retrato oval', de Edgar Allan Poe

Si hay un maestro en esto de los cuentos de terror ése es Edgar Allan Poe. El escritor estadounidense es un clásico a la hora de hablar del género y entre sus obras se encuentran pequeñas y grandes joyas. Una de ellas es 'El retrato oval', la historia de un hombre que pasa la noche en un castillo abandonado en el que se encuentra con un particular retrato. Espeluznante la capacidad que demuestra Poe para captar la atención del lector, sembrar el misterio y desembocar en la sorpresa en sólo unas pocas páginas. El relato fue escrito en 1842, tres años antes del poema con el que alcanzó celebridad, 'El cuervo'.

'La leyenda de Sleepy Hollow', de Washintong Irving

'La leyenda de Sleepy Hollow' (o del Jinete sin cabeza, como también se la conoce) es una de las obras más conocidas de Washintong Irving. Escrita en 1820, se centra en la historia de un sanguinario jinete descabezado que siembra el pánico en una pequeña aldea habitada por holandeses. Justo ahí, cosas del destino, ha recalado el profesor Ichabod Crane. La profesión del protagonista es uno de los puntos principales en los que la adaptación cinematográfica de Tim Burton (1999) difiere del texto original. En cualquier caso, ambas conservan el espíritu propio del terror más clásico del que hicieron gala los románticos.

'La muerta', de Guy de Maupassant

Un hombre roto por el dolor de haber perdido a su esposa pretende pasar una noche en el cementerio para velarla. En el silencio que proporciona el fin del día, extraños ruidos le descubren la ajetreada vida del campo santo cuando cae el Sol. Y hasta aquí se puede leer de 'La muerta' o '¿Fue un sueño?'. El escritor francés Guy de Maupassant logra un efecto sobrecogedor gracias a un texto rápido, contundente y plagado de signos de exclamación e interrogación. Increíble que en sólo unas páginas (el número depende de la edición) trate temas tan complejos como la muerte, el miedo y las apariencias. El gran atractivo de este relato escrito por Maupassant en 1887 es la lectura ágil y agónica que provoca en el lector.

'El parásito', de Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle ha pasado a la posteridad por ser el padre de Sherlock Holmes, pero hizo algo más que eso en su vida como escritor. Entre los muchos relatos que escribió este escocés destaca 'El parásito' (1894), un cuento de terror que arranca con una sesión de mesmerismo. El profesor Gilroy sólo cree en lo que puede ver. Es un hombre de ciencia. Así que para demostrarle que existe lo irracional, someten a su prometida a una sesión de hipnosis y le gastan una pequeña broma que pretende ser temporal.

'Los amigos de los amigos', Henry James

A Henry James le encantaba atenazar el corazón de sus lectores, oprimiéndoles y haciéndoles contener la respiración. En 'Los amigos de los amigos' (1896) junta a dos personajes con un extraño hecho en común: a ambos se les apareció uno de sus progenitores cuando se encontraban a kilómetros de distancia como presagio de su muerte. Extraño, ¿no? Fantasmas que se quedan en el mundo de los vivos. Un tema que volvería a tratar después el escritor neoyorkino en una de sus obras maestras, 'Otra vuelta de tuerca' (1898). Ésta fue convertida por Jack Clayton en película en la inquietante 'The Innocents' (1961), a la que tanto debe 'Los otros' (2001), de Alejandro Amenábar.

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