Jake Gyllenhaal es el capitán Colter Stevens, un soldado americano que entra a formar parte de un proyecto militar ultrasecreto llamado Código fuente. Su misión –a primera vista menos arriesgada que sus incursiones en territorio iraquí– consiste en viajar unos instantes antes de que se produjese la explosión de un tren. En cada viaje cuenta con ocho minutos de tiempo para averiguar quién puso la bomba. Identificar al culpable resulta básico para evitar el siguiente atentado terrorista.
Los ocupantes del tren no tienen salvación. Stevens no puede hacer nada por ellos. Sus órdenes son otras. Aun así no puede evitar fijarse en la chica que viaja en el asiento de enfrente, Cristina (Michelle Monaghan). Sus sentimientos harán que la misión se complique aún más que por el simple hecho de viajar en el tiempo y el espacio, aunque estos sean tan limitados como los ocho minutos anteriores a la explosión de un tren. No hace falta saber más y es mejor no saberlo para disfrutar.
Código Fuente es la segunda película de Duncan Jones, hijo de David Bowie, quien ya apuntaba maneras de director de culto cuando dos años antes estrenó Moon. Le gustan las historias complejas, que hacen pensar al espectador y, sobre todo, bien cerradas. Pese al complicado mundo que trata Código fuente, no es fácil encontrarle resquicios a una película que recuerda a las de Alfred Hitchcock, como dijo el propio director en la presentación de la película en Madrid.
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