Del Álamo, sin trofeos por la espada, ratifica que quiere y puede

  • Pamplona.- El mal uso de la espada, casi catastrófico se podría decir, no ha impedido que Juan del Álamo vuelva a ratificarse, hoy, en Pamplona, como uno de los novilleros con más futuro de los últimos años, porque quiere y puede sean como sean los novillos.

Del Álamo, sin trofeos por la espada, ratifica que quiere y puede
Del Álamo, sin trofeos por la espada, ratifica que quiere y puede

Pamplona.- El mal uso de la espada, casi catastrófico se podría decir, no ha impedido que Juan del Álamo vuelva a ratificarse, hoy, en Pamplona, como uno de los novilleros con más futuro de los últimos años, porque quiere y puede sean como sean los novillos.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos del Marques de Domecq, el quinto como sobrero, bien presentados, pero flojos y descastados. Sólo el primero, que se desplazó con la cara a media altura, y en parte el revoltoso segundo, dieron algunas opciones.

Christian Escribano: metisaca en los blandos, tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso); y tres pinchazos y estocada corta (silencio tras aviso).

Juan del Álamo: tres pinchazos y estocada (ovación); y estocada que "hace guardia", dos pinchazos, estocada tendida y atravesada, y cuatro descabellos (silencio tras aviso).

Diego Silveti: dos pinchazos y estocada (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).

La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada en noche agradable.

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LOS NOVILLOS, SÓLO FACHADA

Responde el público en la novillada de la antevíspera de San Fermín, cada año con llenos más aparentes, entre otras cosas porque el espectáculo que se ofrece es de plena garantía. Los novillos, muy bien presentados, acorde con las exigencias de la llamada "Feria del Toro". Y los novilleros -generalmente los considerados punteros, aunque a veces se cuela algún recomendado- saben que la reválida de Pamplona cuenta mucho de cara a su futuro porvenir, y salen a por todas.

Lástima que la del Marqués de Domecq de hoy se ha quedado en la fachada. Una novillada floja, flojísima y muy descastada. Aunque a partir de estos datos en contra habría que valorar más la actuación de los novilleros, y más aún del segundo, el salmantino Juan del Álamo, que ha sido quien realmente ha puesto le emoción y el interés en la noche. Lamentablemente, sin espada. Hubiera cortado orejas en sus dos novillos si llega a matar como Dios manda.

Del Álamo le pego pases a su revoltoso y manso primero, que constantemente quería irse. Primero le sujetó, le esperó y le bajó la mano. Y para que no se marchara, siempre la muleta por delante, "puesta" (en la cara) como dicen los taurinos. Faena de inteligencia y mando. Del Álamo pegó los pases que él quiso, que fueron muchos y muy buenos, y, de paso, los que el novillo no tenía.

Y en el quinto bis, que protestó mucho, y huía de su propia sombra, otra vez el salmantino a por todas en una faena de muchos sobresaltos, pues llegó a arrollarle el novillo en una de sus broncas y descompuestas embestidas. Se levantó del suelo sin mirarse, y a la carga. A la capacidad técnica y artística de este Del Álamo, también un diez por disposición.

Lo de la espada por esta vez queda en un simple borrón dadas las agallas y la soltura que mostró, pero es una pena no haber resuelto también cortando las orejas.

Escribano, otro que pudo haber "tocado pelo" en sus dos novillos si acierta también en la suerte suprema. Muy resuelto y capaz en su noblón primero, que, no obstante, embestía con la cara a media altura, con muy poquita chispa. Le tocó al novillero poner la fibra de la faena. En el cuarto, muy parado y corto de embestida, siempre con la cara alta, Escribano volvió a estar por encima del astado, sobre todo en un arrimón final muy a modo.

Del mexicano Silveti no se puede decir tanto. Inédito en su lisiado primero, que apenas se tenía en pié. Y en el sexto, novillo sin codicia, estuvo en plan pegapases.

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