El Cuarteto Quiroga declara su reflexivo amor por la música con "Statements"

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 14 oct.- Aitor Hevia, Cibrán Sierra, Dénes Ludmány y Helena Poggio son el Cuarteto Quiroga, "una declaración de amor" por la música, que les ha permitido en sus 8 años de vida encontrar el equilibrio y el prestigio necesarios para poder editar su primer disco, "Statements", un alegato contra la indiferencia.

Hevia (Oviedo, 1978), Sierra (Orense, 1979), Poggio (Madrid, 1978) y Ludmány (Deberenc, Hungría, 1980) han elegido para su primer disco composiciones de Haydn, Webern y Solima, porque en ellas encuentran todos los "Statements" (declaraciones) que quieren hacer sobre la música, explican en una entrevista con Efe.

El Cuarteto, que abrirá el próximo jueves en el Auditorio Nacional el ciclo Liceo de Cámara de la Fundación Caja Madrid, presentará el lunes en su sede, la Fundación Museo Cerralbo, el disco, en el que desvelan de que está hecho su compromiso con la música.

Su intención, detallan, ha sido acercarse "lo más fielmente posible" a cada compositor y a su estilo para transmitir su idea de que cuando alguien escribe un cuarteto hace a la vez una proclama que trasciende a su contenido sonoro.

Cada una de las obras escogidas, Divertimento a quattro (Op.20, n.2), de Haydn, Langsamer Satz y Fünf Sätze für Streichquarttet (Op.5), ambas de Anton Webern, y Sonnets et Rondaux, de Giovanni Sollima, han marcado, aseguran, la postura musical de una época.

Haydn (1732-1809) había sido muy criticado con alguna de sus obras anteriores y quiso demostrar con sus cuartetos su maestría, explorando en un nuevo estilo y estética musical, inconformista y valiente, llenando de contrastes "una obra inmensamente vanguardista".

La forma de enfrentarse a la música de Webern (1883-1945) es "muy moderna" también porque explora en el silencio, en la nada, y supone la clave del arco que había comenzado a construir Haydn.

Los cinco movimientos de su Op.5 son una declaración estética y poética que rompe con la tonalidad, "deconstruyéndola", hasta dejarla en nada, "metiéndose en la encrucijada, en el problema que supone crear, y eligiendo caminos inauditos", precisan.

En cuanto a Sollima (1962), muestra en su obra, escrita en 2008, que la música puede coquetear con casi todas las influencias, del cine al folclore europeo, con "brillante irreverencia".

"Nacieron" como cuarteto en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid en 2003 gracias al impulso de Hevia y Sierra con la voluntad de rendir homenaje a la figura del violinista gallego Manuel Quiroga, uno de los instrumentistas más sobresalientes de la historia musical española junto a Pau Casals y Pablo de Sarasate.

En estos ocho años, los músicos, responsables de la Cátedra de Cuarteto de Cuerda del Conservatorio Superior de Música de Aragón, han querido ser siempre fieles a ellos mismos, "un trabajo muy duro pero bellísimo", según Poggio.

En esa travesía han aprendido no sólo que la música de cámara es la música del diálogo sino que en cada idea que defienden en ese "cuatrólogo" pueden estar equivocados.

"Una de las cosas más bonitas que hemos descubierto es que nunca llegaremos a nuestro ideal estético", resume Hevia.

Su proyecto es de largo aliento, "de sembrar y sembrar sin pensar en la cosecha", de muchos esfuerzos y sacrificios: "somos una compañía completamente autosuficiente y, a pesar del trabajo que conlleva, es maravilloso ser parte de esto", subraya Ludmány.

Como les sucede a los grupos de rock o de pop, cuando terminan de actuar siempre se quedan exhaustos, "sin ganas siquiera de comer", aunque no de beber.

"El momento más largo de la vida de un músico es el que transcurre entre el último acorde y la primera cerveza", bromean a carcajadas.

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