El juicio desvela el brutal asesinato de Cocó Ciëlo

  • El primer disco de Ciëlo se llamó 'Un amor mató al futuro', un título que podría ser titular de esta crónica sobre cómo una inconsciente iniciativa sexual truncó la carrera de uno de los artistas más interesantes y provocadores de la música electrónica.

El juicio desvela el brutal asesinato de Cocó Ciëlo
El juicio desvela el brutal asesinato de Cocó Ciëlo
Autoreverse Discos
Elena Cabrera

El asesinato del músico Cocó Ciëlo ocurrió en Madrid durante la noche del 27 al 28 de septiembre del año 2008. Menos de un mes después sus presuntos asesinos fueron detenidos en Barcelona y, desde entonces, se ha instruido el caso hasta llegar a esta semana del mes de junio de cuatro años después. Si esto fuera una película y ese periodo de tiempo una elipsis, la cámara nos llevaría por un rápido travelling que, antes de subir las empinadas escaleras de la Audiencia Provincial desde la calle, eludiríamos a los funcionarios en plena cacerolada contra los despidos, varias cámaras de televisión en busca de testigos de un juicio mucho más mediático que este y, finalmente, una puerta de metal que se atranca y que hay que empujar fuerte, para luego subir a la planta segunda, sala cinco.

Ahora la cámara avanza lentamente, en modo subjetivo, como si fueran los ojos de, digamos, esta redactora que, sería mejor decirlo desde ya, no está aquí solo como periodista, pues se amistó y apreció a Cocó Ciëlo desde que le conoció en un concierto de su grupo Silvania en 1994, en la mítica sala Maravillas de Madrid, tantas veces sobrenombrada como el templo del indie. El dúo que formaban Mario y Cocó habían puesto los instrumentos en el suelo y ellos tocaban de rodillas o sentados, moviéndose de un aparato a otro. También usaban una guitarra, fuertemente empoderada con una pedalera que elevaba esas cuerdas a lo etéreo. El lenguaje cursi estaba admitido a la hora de hablar de Silvania. Ustedes los europeos usan las palabras de una manera muy fea, solía decir Cocó, que había nacido en Arequipa (Perú) y ciertamente usaba el castellano en sus canciones de una manera poética, con palabras resonantes como 'sueño', 'hélice', 'unicorno' u 'océano' en un momento en el que nadie tenía mucho que decir y por ello quizá casi todos los demás cantaban en inglés.

Al entrar en la sala, entre el público, es fácil reconocer a las dos únicas personas con rasgos andinos y un evidente parecido con Cocó, son su tía Nati y su hermano Gustavo. Asisten al juicio con más entereza que nadie, serenos, previamente preparados para esto. Muy serios y callados. Hay otros periodistas. Hay cuatro o cinco miembros del cuerpo de Policía Nacional, presentes en la sala porque los detenidos, Traian Florin Rus y Valentín Dan Gavre, también están allí, sentados junto a sus abogadas. De frente encontramos a los jueces y, al otro lado, al Fiscal y a la abogada de la Acusación Particular.

Traian y Valentín son dos ciudadanos rumanos que venden servicios sexuales en la Puerta del Sol. Aquella noche, Cocó se llevó a Traian a su domicilio. Los acusados declararon que se fijó un precio, pero esto fue desmentido por un compañero de los chaperos, con quien mantuvieron comunicación telefónica a lo largo de la noche y también por un amigo íntimo de Cocó, a quien realizó una llamada para contarle que había "ligado" y que no le iba a pagar, un trato consentido y acordado junto a esa persona. Cocó incluso le hizo hablar brevemente con Traian por teléfono.

Reducido y atado

Cocó tenía una compañera nueva de piso desde hacía solo dos semanas. Ella fue quien encontró, a las 7:45 de la mañana, la sangre y el cuerpo. Los forenses dictaminaron que había fallecido en las primeras horas de la noche. Según se ha escuchado en el juicio de boca de los médicos forenses que practicaron la autopsia, así como de otros dos forenses que, a petición de la Acusación Particular, realizaron un informe basado en las fotografías tomadas por la Policía Científica en el domicilio y la autopsia, Cocó fue reducido y atado por estas personas que le sometieron a un sinfín de golpes y cortes, no dudando en utilizar para ello no solo botellas de cristal y los cuellos de las mismas como objeto cortante sino también puñetazos y patadas. Sus manos estaban atadas. Los médicos deducen que murió a consecuencia de la pérdida lenta de sangre causada fundamentalmente por las heridas en la cabeza, aunque probablemente perdiera el conocimiento por la fuerte contusión.

El lunes 11 de junio declararon como testigos amigos y familiares de Cocó. Fue definido como un hermano, como una persona sensible, muy femenina, en absoluto violenta, nada corpulenta, un amigo de gran confianza, un músico importante, alegre, jovial y sincero. Después de declarar, los amigos pasaban a sentarse en las sillas reservadas al público, y escuchaban las siguientes declaraciones. Hasta ese momento no habían visto las caras de los presuntos asesinos de su amigo. Estos asisten al juicio con una intérprete sentada entre uno y otro que no parecen necesitar, pues no les traduce nada. Entienden español pero pareciera que han dejado de escucharlo. Están allí, pero tienen la mirada ausente o levemente interesada. No hacen gestos ni comentarios. En alguna ocasión, cuando los policías les colocan de nuevo las esposas para bajarles al calabozo, Valentín bromea con ellos. Visten de chándal y zapatillas deportivas. Llevan el pelo corto y la barba afeitada. Los amigos y la familia mantienen la calma, nadie llora pero los rostros son severos, nadie dice una palabra fuera de tono, ni un arranque impetuoso ni un insulto.

Yo le voy a hacer al gay

"Yo le voy a hacer al gay" es la extraña semántica que resume, quizá, el sentido de todo este juicio. Quizás es una mala traducción del rumano o quizás es una frase en clave. En cualquier caso, es lo que dice Emil Serban, amigo de los dos acusados, que le dijo Traian en una de las conversaciones telefónicas. ¿Hacer qué?, le pregunta la sala. No lo sé, contesta Emil, que a veces responde con unas palabras en español y el resto a través de la intérprete. Pero Emil sí sabía que fuera lo que fuese, sería era algo malo, porque apagó el teléfono para no recibir más llamadas de sus compañeros y no verse implicado. Traian y Valentín le dijeron que le iban a sacar "al gay" 500 euros de la tarjeta de crédito y le pidieron que llevase sus equipajes —dormían en el mismo parque— a la Puerta del Sol, pero Emil no lo hizo. Este testigo contradijo lo manifestado ante la policía cuando fue detenido, pues en ese momento aseguró que en una de las llamadas sus compañeros le dijeron que iban a atar y pegar "al gay"—como le llamaban— hasta conseguir el pin de la tarjeta.

Más tarde, cuando Serban fue detenido, le dio a la Policía los teléfonos de los acusados y les dijo que estaban en Barcelona, a donde habían huido horas después de lo ocurrido en casa de Cocó. En su primera declaración, hace cuatro años, Emil admitió que Traian confesó, en una llamada desde Barcelona, que no podían volver a Madrid porque habían "hecho una cosa mala". En el juicio lo negó y lo negó y, al indicarle la abogada de la Acusación Particular el que la referida conversación había sido grabada y transcrita formando parte de las actuaciones, recobró la memoria al instante.

En la tarjeta de crédito de Cocó se encontró una huella de Valentín. Cocó tenía además una de débito que no ha aparecido. La Policía solicitó al Juez que requiriese al banco información sobre los movimientos de esa tarjeta sin que a día de hoy hayan sido facilitados al completo, según indican fuentes relacionadas con el juicio. Le fueron robados 120 euros en efectivo, su reloj —que fue recuperado en una casa de empeño junto al pasaporte de Valentín—, su anillo y su móvil.

En esta fría sala 5 se habla de sangre, ADN, hematomas y detenciones. Se habla de todo lo que ocurrió los días 26, 27 y 28 de septiembre de un año que ya nos parece remoto. Pero todos los que callan recuerdan otras cosas. Aunque es cierto que Cocó era también dj y una buena amiga suya recuerda que "le gustaba muchísimo hacer bailar a la gente" como sería en justicia recordarle, más allá del código penal, es como un artista, un músico. Junto a Mario, lo dieron todo en una intensa carrera musical que comenzó en 1992 con la publicación de Miel Nube Hiel bajo el nombre de Silvania, se transmutaron en Ciëlo diez años después y se acabó el 27 de septiembre de 2008.

La repercusión de Silvania en Perú fue sorprendente, más incluso que aquí, con una horda de grupos que admitían su influencia, con Resplandor a la cabeza. Se medían cara a cara con Insides, Cocteau Twins, My Bloody Valentine. Después, fueron de los primeros en llevar toda esta música planeadora a un campo de la electrónica igualmente atmosférica pero más rítmica, dejando boquiabiertos a la parroquia musical con un disco editado en el aún temprano 1996 en que el que eran remezclados nada menos que por Seefeel, Autechre, Scanner, Scorn o Locust. Era un lujo, Cocó explicaba que les había costado muy barato, casi regalado, solo porque los otros artistas eran fans de su música.

Ese disco, Delay Tambor, lo sacó Elefant Records como casi todos los demás, hasta que decidieron tomar las riendas, ser también su propio sello, tras la experiencia de haber impulsado una división de música de baile dentro de Elefant. Así surgió Click New Wave y llegaron las colaboraciones con sus amigos pero también compañeros de creación Machines Desirantes, el concepto Vuélvete Underground, ser único, no tener miedo a nada, llevar la contraria, vestirse y maquillarse como te hiciera sentir bien, ser radical, ser incorrecta y dar amor. Todo eso era Cocó Ciëlo.

Mostrar comentarios