El viento llevó la tragedia a San Isidro

  • El fuerte viento que comenzó a soplar en los alrededores de Las Ventas desde minutos antes del festejo acabó condicionando trágicamente una corrida que hubo de suspenderse a la muerte del segundo toro por encontrarse en la enfermería, heridos o lesionados de distinta gravedad, los tres matadores del cartel.

Paco Aguado

Madrid, 20 may.- El fuerte viento que comenzó a soplar en los alrededores de Las Ventas desde minutos antes del festejo acabó condicionando trágicamente una corrida que hubo de suspenderse a la muerte del segundo toro por encontrarse en la enfermería, heridos o lesionados de distinta gravedad, los tres matadores del cartel.

FICHA DEL FESTEJO: Un toro de El Ventorillo (primero), cinqueño y de fea hechura, desclasado y a la defensiva, y uno de Los Chospes (segundo), también cinqueño, de buena presencia, áspero y sin entrega.

David Mora: herido de mucha gravedad por su primero.

Antonio Nazaré: estocada caída (silencio), en el que mató por Mora. Resultó lesionado de pronóstico reservado en un quite al segundo.

Jiménez Fortes: estocada (ovación). Herido de gravedad por este toro

La corrida se suspendió una hora después de su comienzo por encontrarse en la enfermería los tres matadores del cartel.

Destacó la decidida y efectiva actuación de José Antonio Carretero en varios momentos de la lidia del segundo.

La plaza se cubrió en más de dos tercios de su aforo, en el duodécimo festejo de la feria.

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EL ENEMIGO DEL TOREO.

El viento es el enemigo público del toreo. Cuando sopla tan fuerte como hoy en Madrid, los capotes y las muletas, las únicas defensas de los toreros ante el toro, se convierten en elementos inciertos y descontrolados, susceptibles de provocar situaciones de peligro más allá de las normales en la tauromaquia.

O tragedias como la vivida por David Mora, que apenas comenzar el festejo salió de la arena con la femoral partida después de irse a recibir a portagayola al primer toro de la tarde.

Lo esperó Mora con las dos rodillas en tierra pasada la segunda raya de picadores, casi en los medios, dando así espacio suficiente para que el toro se fijara bien en el cite.

Pero al sacarle el capote en la larga cambiada por el lado derecho, quizá mal desplegado por culpa del viento, el ejemplar de El Ventorrillo se vino directo al pecho de Mora.

No pudo el matador esquivar el ataque, por lo que fue arrollado aparatosamente para después recibir varios secos y escalofriantes hachazos del animal, uno de los cuales le alcanzó de lleno en la pierna izquierda y le provocó la gravísima herida.

Con la plaza conmocionada, con un charco de sangre de David Mora sobre la arena y la taleguilla verde teñida de rojo de uno de los banderilleros que le llevó a la enfermería como prueba concluyente, la corrida se abrió ya con un sino en medio del vendaval.

Antonio Nazaré se tuvo que hacer presente para lidiar al toro que hirió al compañero, un animal descastado que no paró de dar cabezazos a una muleta difícil de controlar y al que el sevillano pasaportó de una estocada caída.

Dicen que también los toros bravos, siguiendo su instinto de herbívoros, se inquietan y tensan cuando solpa el viento que puede extender su olor y alertar a los depredadores. Y así, áspero y con nerviosa brusquedad se comportó el segundo de la tarde, que estaba destinado a Jiménez Fortes en tercer lugar.

Ya en los primeros lances de capa se llevó el torero malagueño un feo pitonazo en el muslo izquierdo de un astado de Los Chospes que embistió con brusquedad y con las manos por delante, aunque aparentemente no resultara herido.

Arreciaba el viento y después del segundo puyazo, se hizo de nuevo presente Nazaré para instrumentar un ajustado quite por chicuelinas a un toro que se quedaba corto y que le prendió también en la media verónica de remate. Y cojeando visiblemente Nazaré se fue a la enfermería con una lesión de ligamentos.

Se quedó, pues, sólo en la plaza Jiménez Fortes, auxiliado en todo momento por su gran subalterno José Antonio Carretero, que lo único que no pudo evitar fue que el matador, apretado por el toro, cayera al suelo en los primeros compases de la faena de muleta.

Atropellado en el suelo, el malagueño se levantó ya herido y con la taleguilla rota para aguantar la mala clase del toro con firmeza y volcarse después en la estocada, de la que salió rebotado y con una nueva cornada. Y todo justo cuarenta días después de haber sido herido en este mismo ruedo.

Pero, aun así, sangrando por el muslo izquierdo, Fortes se fue andando hasta el lugar donde antes había brindado la faena nada menos que a Manuel Benítez "El Cordobés", a recoger la montera del viejo héroe a quien su valiente actitud y su entereza hicieron los merecidos honores.

Minutos después, se anunciaba lacónicamente por megafonía la suspensión de la corrida "por prescripción médica". En realidad, se suspendió porque la terna había cumplido la gesta de enfrentarse a los toros y a su peor enemigo posible: el viento que trajo la tragedia a Las Ventas.

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