"En 400 años a nadie se le ha ocurrido buscar la tumba de Cervantes"

    • Un historiador empecinado quiere abrir la cripta en Madrid donde yace Cervantes.
    • En pocos días se iniciará el análisis por una empresa de georadares.
    • Cuando se abra la cripta, un forense determinará si los huesos son los del genio.
Fernando de Prado Pardo, a la izquierda, entrevistado por un equipo de TV de 'idealista.news' en el convento de las monjas trinitarias de Madrid.
Fernando de Prado Pardo, a la izquierda, entrevistado por un equipo de TV de 'idealista.news' en el convento de las monjas trinitarias de Madrid.
lainformacion.com

Un momento, ¿no me diga que a nadie se le había ocurrido antes?

"A nadie se le ha ocurrido buscar la tumba de Cervantes en 400 años".

Pero, ¿es que había dudas?

"No sabemos si Cervantes está en su tumba original bajo el convento o si fue trasladado".

¿Y cómo lo van a saber?

"Abriéndola".

Este señor que habla con tanta seguridad es Fernando de Prado Pardo Manuel de Villena. Tiene 50 años, es de San Sebastían, desciende de Cristobal Colón y de Don Juan Manuel (autor de El Conde Lucanor) y se le ha metido entre ceja y ceja abrir la tumba de Cervantes. ¿Por qué?

"Porque Cervantes es la historia de España, es el idioma español, es el nacimiento de la novela moderna, es el autor de una de las novelas más leídas del mundo".

De Prado Pardo es historiador. Basta sentarse con él para que empiece a contar por qué la bandera con más años de España es la de la cruz de Borgoña; cómo se llevaba una espada con tahalí en el siglo de Oro; o por qué a los actores antes se les llamaba 'representantes'.

Hace tres años, este hombre inició su propia cruzada cuando le vino a la cabeza la pregunta siguiente: ¿está Cervantes enterrrado ahí? ¿Por qué nadie lo ha averiguado?

El sitio del que habla está el el barrio de los Austrias de Madrid (el de las Letras), en un convento de monjas trinitarias levantado en la calle Lope de Vega en 1612. Quien tiene la voz cantante hoy es la madre Amada, que entró como monja de clausura en los años cincuenta y ahora es quien da permiso para que las máquinas geolocalicen la tumba de Cervantes, y para que arqueólogos y forenses abran la cripta del genio.

¿Y será difícil dar con lo que queda de Cervantes?

"En absoluto", afirma sin asomo de duda el historiador. "En los conventos se enterraba muy poca gente. En ese no habrá más de cinco o seis tumbas".

El próximo lunes, en teoría, empieza la cuenta atrás. Un equipo de georadar comandado por Luis Avial, experto en enterramientos colectivos, tendrá una semana más o menos para auscultar el terreno y decir, como los zahoríes, 'aquí hay algo'.

Luego, esas pruebas se analizarán junto con la empresa del forense vasco Francisco Echevarría. Tendrán que determinar dónde concretamente hay que pinchar para obtener el tesoro. El tesoro será abrir la tumba que pertenezca a Cervantes.

Luego comprobar que esun esqueleto con restos de una herida en la mano izquierda, otra herida en el pecho, seis dientes, y con una estructura ósea de unos 70 años. Es lo que sabemos de Cervantes por sus escritos y por testimonios certeros.

Solo entonces podemos decir que ese señor era Miguel de Cervantes Saavedra, autor de Don Quijote, genio de las letras.

Fernando De Prado Pardo se emociona cuando piensa en ese momento. Hay riesgos de que no aparezca nada. Puede ser que los huesos se hayan evaporado por alguna extraña acción del suelo. O que un desalmado obrero de algún siglo pasado, se haya encontrado ese montón de tibias, peronés y metacarpianos, y haya dicho: "A la basura". Total, este país no sabe dónde están enterrados Velázquez, Jorge Juan, y muchos otros.

Un país al que le molesta recordar.

¿Y cuándo lo encuentren?

"Supondrá un golpe de fortuna para Madrid", dice el historiador. "Y para el convento". Tendrá los derechos para obtener un rendimento económico de una vieja hazaña.

La hazaña consistió en que a finales del siglo XVI, Cervantes y su hermano volvían de varias batallas mediterráneas (entre ellas la de Lepanto), y fueron capturados por un grupo de piratas berberiscos que se los llevaron a 'pasar unas vacaciones' a Argel.

Cervantes estuvo allí encerrado cinco años. Un grupo de monjes de la orden de los trinitarios, especialistas en retornar a prisioneros, partió de España, atracó en el fuerte de Argel, estuvo negociando durante meses y lograron rescatarlo junto a decenas de españoles. Pagaron por el español ilustre 500 monedas de oro, dinero reunido por su familia y por cientos de creyentes que daban sus óbolos en pequeñas iglesias de toda España.

Y así fue que, tras redactar las últimas líneas de Persiles y Sigismunda, un agradecido Miguel de Cervantes, que había pedido ser enterrado en el convento de las trinitarias, se despidió del mundo, de Madrid, de sus familiares, de su protector y falleció un 22 de abril de 1616. Su hoja de ruta hacia el lago de los muertos decía: Miguel de Zervantes, 23 de abril. Es decir, al día siguiente. Fue entonces cuando una pequeña corte de amigos y familiares, entre ellos su mujer, partió de la calle Lope de Vega y depositó la mortaja en una cripta en el convento trinitario.

Alguien cerró la tapa y así ha quedado durante cuatro siglos.

Fernando de Prado Pardo espera abrirla para decirle algunas palabras que lleva preparadas desde hace tiempo, pero que nadie conoce.

Y después espera que se celebre el funeral que merece un escritor, soldado y poeta. Dentro de dos años se cumplirán 400 años de su muerte.

Será un día glorioso para Madrid.

Seguir a @ojomagico

//

Mostrar comentarios