Fetén Fetén presenta en vivo música "para bailar" con metalófonos y mugidos

  • Diversión y baile aguardan en el segundo álbum de Fetén Fetén, un dúo de folk que sorprende en sus conciertos por una extraña y nutrida instrumentación, que abarca elementos inusuales como el vibrandoneón y el metalófono y otros más cotidianos, pero inverosímiles, como el mugido de una vaca.

Javier Herrero

Madrid, 7 mar.- Diversión y baile aguardan en el segundo álbum de Fetén Fetén, un dúo de folk que sorprende en sus conciertos por una extraña y nutrida instrumentación, que abarca elementos inusuales como el vibrandoneón y el metalófono y otros más cotidianos, pero inverosímiles, como el mugido de una vaca.

Producido por el afamado Carlos Raya y supervisado por Nacho Mastretta, "Bailables" es el más reciente trabajo discográfico de Diego Galaz y Jorge Arribas, que actuarán mañana en la sala Galileo Galilei de Madrid.

Al primero se refieren como "un regalo", "gran amigo" y un productor "ecléctico y honesto", que les ha aportado un sonido cercano al directo, "añejo sin caer en la caricatura de lo antiguo". Del segundo, que se ocupó de su primer trabajo y vuelve a este para aportar "sus clarinetes", dicen que es su principal "referencia artística", "la chispa" por la que empezaron a trabajar.

El título "Bailables", explican, constituye una defensa de "las músicas más bonitas que tenemos en nuestro patrimonio, las músicas de baile", preocupados por que, en su opinión, "en España cada vez bailamos menos".

"Y eso que todos estamos aquí porque nuestros padres echaron un baile en un momento dado", afirma en una entrevista con Efe Diego Galaz, un burgalés del barrio del Gamonal que explica que el disco es un homenaje al acordeón, "que incorporó el baile agarrado".

En la abundante mezcla estilística que practican, sobresale el folk, entendido como una "revisión de lo antiguo, dotada de modernidad, pero siempre desde el respeto".

Aunque para ellos aún existe un gran desconocimiento de la tradición folk castellana, consideran que esos orígenes les definen enormemente y apuestan por vender mejor en el exterior una música que nos diferencia.

En todo ese crisol de músicas que practican, como fox-trot, vals, chotis, seguidillas o habaneras, hay denominadores emocionales comunes: lo divertido.

"La música de principio de siglo era muy densa, pero en los conciertos de Louis Armstrong, la gente se reía. Nosotros defendemos propuestas de trabajo muy serias, pero que los conciertos sean divertidos", postulan.

Eso sí, aunque crean que hay que "quitarle importancia al punto burgués de ser músico", abogan por recuperar "las camisas planchadas y los zapatos limpios, nada de ir en chanclas", añaden.

En su afán de provocar un determinado efecto visual y sorpresa, se declaran unos "enamorados de los instrumentos diferentes". Además, con la inclusión de elementos como sartenes o botellas de anís, consiguen conectar con las emociones de un tiempo de pobreza, en el que había igualmente necesidad de hacer música.

En la ecuación musical del creador del "Festival de Intérpretes e Instrumentos Insólitos" de Burgos, también tienen cabida las gaviotas y las vacas, aunque su inclusión sea figurada, ya que simulan sus graznidos y mugidos con instrumentos como el violín.

Su público español tiene suerte, ya que en sus actuaciones en el país, como la que tendrá lugar mañana en la capital, llevan consigo casi todos sus instrumentos, unos siete u ocho.

"Pasar el serrucho por el arco de seguridad de un aeropuerto es complicado", bromean estos burgaleses, que además actuarán el 27 de abril en su tierra.

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