Forges y su mujer rememoran la gris posguerra española, sin nostalgia ni odio

  • Madrid.- La posguerra española, con toda su grisura y miserias, pero también con sus momentos de solidaridad y ternura, es rememorada en un libro por Forges y su mujer, Pilar Garrido, sin nostalgia y, sobre todo, "sin destilar ni una gota de odio".

Forges y su mujer rememoran la gris posguerra española, sin nostalgia ni odio
Forges y su mujer rememoran la gris posguerra española, sin nostalgia ni odio

Madrid.- La posguerra española, con toda su grisura y miserias, pero también con sus momentos de solidaridad y ternura, es rememorada en un libro por Forges y su mujer, Pilar Garrido, sin nostalgia y, sobre todo, "sin destilar ni una gota de odio".

"La Posguerra vista por una particular y su marido" (Planeta), "lo único que destila es el ridículo del mundo del franquismo, que hizo sufrir a tanta gente con estupideces que eran una interpretación idiota de la convivencia", afirma Antonio Fraguas, Forges, en una entrevista con Efe conjunta con Pilar Garrido.

El "absurdo" en el que se movía muchas veces la sociedad franquista queda reflejado en ese libro por Pilar Garrido (Espejo, Córdoba, 10 de septiembre de 1939), quien pasa la moviola de su vida por escrito, y por Forges (Madrid, 17 de enero de 1942), que pone las imágenes de todas esas estampas rescatadas del recuerdo.

Forges ejemplifica el absurdo de esa época con una anécdota: "Una vez vi a un policía armado a quien el viento voló la gorra y la siguió dándole golpes. Como me reí, me detuvo y me llevó a comisaria donde pasé toda la tarde".

Por las 173 páginas del libro desfilan el día a día, el frío, la pobreza, las enfermedades, los domingos en misa, los juegos infantiles, el internado, los transportes, la religión, el humor, la radio, las excursiones, la enseñanza, los acontecimientos, como la visita al colegio de Pilar de Carmencita, la nieta de Franco, o la feria del campo, un viaje a Lourdes, las vacaciones o el NO-DO.

Un amplio panorama de unos años de los que Forges y su mujer, al igual que muchas personas de su generación, sólo guardan recuerdos "en gris", como el sol que aparece en la portada del libro, con la excepción -en el caso de Pilar Garrido- de "los barquillos de colorines que vendían en el parque del Retiro".

El relato arranca con el nacimiento de Pilar, "de la alegría" de sus padres recién acabada la guerra civil, y termina con la legalización del Partido Comunista, momento en el que para ella termina ese periodo pobre y gris de la historia reciente de España.

Sin estridencias ni resentimiento, hilvana la muerte de su padre, detenido y encarcelado por el franquismo "en su estado más imbécil" por ser "médico de la Beneficiencia", cuando ella tenía dos años, con la de su madre, cuando le faltaban "dos meses para cumplir los seis años", por una dolencia que se habría curado con penicilina.

Inmediatamente llegó su traslado a Madrid, a una "buena" casa de la calle Arenal, en un edificio que ahora es un hotel para turistas", junto a sus cuatro hermanos mayores. De los cinco se ocuparon sus tías Isita, a la que quiso "como a una madre", y Pilar, por quien admira y sobre la que tiene casi escrito un libro.

Su repaso de esos años continúa sin amargura, llevando al lector por un Madrid que ya no existe y por una España de color sepia.

Una España en la que "hasta las fiestas de pueblo eran aburridas", aislada del mundo, impregnada de religiosidad, en la que "la gente se santiguaba mucho", y en la que incluso Garrido recuerda a un hombre al que vio santiguarse en mitad del pasillo de un cine.

Pero en esta microhistoria que recorre casi 40 años, hasta el 9 de abril de 1977, cuando el gobierno de Adolfo Suárez legaliza al PCE, también hay recuerdos agradables.

Las largas sobremesas, las visitas, los chistes contra Franco o sus acólitos, las canciones ingeniosas, escatológicas o publicitarias, la radio, los tebeos, las excursiones al Retiro, los paseos y, de vez en cuando, el cine, conformaban el abanico de los buenos momentos de su niñez que recuerda Garrido.

Y la llegada de la televisión, apunta Forges, cambió "completamente la sociología visual de España, ya no se podía saber quien era de pueblo o de ciudad".

España, por fortuna, también ha cambiado para siempre, se felicita Pilar Garrido, y lo más "tremendo", apunta Forges, es "la rapidez".

Casados desde 1967, con cuatro hijos y tres nietos, los dos coinciden: En su caso, lo del "cualquier tiempo pasado fue mejor", no lo suscriben.

Catalina Guerrero

Mostrar comentarios