Francisco de Aranaz, el último pionero del Festival de Cine de San Sebastián

  • San Sebastián.- Se llama Francisco de Aranaz Darrás y tiene 93 años. Su nombre puede que no diga mucho fuera de San Sebastián, pero sin él y otros comerciantes donostiarras no existiría el Festival de Cine más importante de España. Mantiene intacta su inquietud intelectual y la palabra que más repite es "cultura".

San Sebastián.- Se llama Francisco de Aranaz Darrás y tiene 93 años. Su nombre puede que no diga mucho fuera de San Sebastián, pero sin él y otros comerciantes donostiarras no existiría el Festival de Cine más importante de España. Mantiene intacta su inquietud intelectual y la palabra que más repite es "cultura".

Es el único de los fundadores del Festival que vive, de un grupo de diez personas que en 1953 decidió organizar un certamen cinematográfico "de alcance nacional" para dar mayor proyección a su ciudad, tras descartar opciones tan variopintas como una pasarela de moda o una carrera automovilística a imagen de los grandes circuitos.

El paso lo dieron tras la estancia de uno de ellos en Cannes durante el certamen galo. "¡No sabéis lo que es aquello!", comentó admirado. A partir de ahí se repartieron las funciones y alumbraron la primera edición, con tan buen resultado que el Sindicato del Espectáculo comunicó al año siguiente que el Festival pasaba a ser responsabilidad del Estado, explica Aranaz en una entrevista a Efe.

Este donostiarra, nacido en 1917, interiorista y anticuario de profesión, que además regentó durante 18 años la galería de arte "Aranaz Darrás", permaneció vinculado quince años más al certamen como decorador. Asegura que organizar un festival de cine es muy difícil y complicado.

"Igual me da el año 53 que el 2010. La prueba es que tanto Cannes como Venecia han tenido sus baches importantes", señala Aranaz, que destaca que la continuidad del donostiarra se debe a la labor de los sucesivos alcaldes de la ciudad, que acudían rápidos a Madrid para afianzar el Festival con sus gestiones cada vez que surgía el rumor de que "se lo iba a llevar" Sevilla, Palma de Mallorca o Barcelona.

Sigue al tanto de las dificultades que el Festival atraviesa actualmente debido a las congelaciones y recortes presupuestarios de las instituciones que forman su consejo de administración -Ayuntamiento, Diputación de Guipúzcoa, Gobierno Vasco y Ministerio de Cultura-, y advierte de que es "un evento cultural de primer orden para España y el País Vasco" que está siendo tratado como "un equipamiento de segundo grado".

Piensa que el Zinemaldia es víctima de la reducción económica que matemáticamente se aplica por igual a cualquier partida cultural y no ve otra solución que "inyectar" en los dirigentes el mensaje de que el desarrollo económico y social depende también del cultural y científico.

Aranaz, un "enamorado" del humanismo cristiano y declarado europeísta, opina que en España el "déficit cultural" es "un problema clave".

Recalca que el Gobierno Vasco y la Diputación, que han anunciado recortes, deben ser "magnánimos" con el certamen, aunque cree que el Festival no corre peligro porque el equipo que lo dirige "pondrá mucho empeño" para evitarlo.

Lo que ya no puede asegurar con la misma firmeza es que mantenga la categoría, la clase A que la Federación Internacional de Asociaciones de Productores (Fiapf) otorga a los festivales competitivos y no especializados, una distinción que también tienen Berlín, Cannes y Venecia y que San Sebastián conserva desde 1985 tras haberle sido retirada varias veces.

Asegura que ser los pioneros del Zinemaldia marcó la vida de los diez comerciantes donostiarras.

"Nos ha hecho muy felices, con un sentimiento de haber hecho algo por la ciudad que compensa muchísimo. Me he metido en todos los líos, siempre por la cultura, y me he divertido. En este mundo, si uno quiere, se puede divertir", subraya.

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