Frühbeck de Burgos: Con mi edad, uno se las sabe todas

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 14 sep.- Si un director de orquesta pasa de la "edad fatídica" de los "cuarenta y tantos", es "muy fácil" llegar a los 80 que cumplirá mañana Rafael Frühbeck de Burgos y seguir en el podio "hasta que Dios quiera". "Debe ser por el ejercicio que hacemos con los brazos", explica riéndose en una entrevista con Efe.

El maestro hizo este verano una gira de 28.000 kilómetros que le ha llevado de costa a costa de Estados Unidos dirigiendo a algunas de sus mejores orquestas y se prepara para retomarla tras hacer un breve paréntesis para celebrar su cumpleaños con conciertos en Soria y en Burgos, en España.

"Si volviera a vivir haría lo mismo, aunque quizá ambicionaría mejorar musicalmente. Siempre he hecho música y eso no se acaba nunca, porque hacerla de forma bonita es una cosa eterna. Espero que Dios me dé vida para seguir disfrutándola", desea.

La madurez, sostiene, "es buena para el arte, porque se han visto muchas cosas. Con mi edad -se ríe de nuevo-, uno ya se las sabe todas".

Solo nota respecto a sus inicios -con 18 años, frente a la Banda del Regimiento Valencia (este de España)-, que "antes salía al escenario más deprisa", pero también que, "de repente", "un día", se le "juntaron" varias dolencias, entre ellas lesiones en las vértebras, que ya le han "arreglado", supervisado de muy cerca por su hija y su hijo, ambos médicos.

"Los años lo que quitan son condiciones físicas. Hace dos pasé momentos difíciles que creo que he superado", revela aunque aún así lo que más le gustaría como regalo, "sin duda", es "salud".

Come absolutamente de todo, de fabada a morcilla, pero también ginseng, y parece que le va "de fábula" porque aunque parezca frágil cuando sale al escenario no ha perdido, según la crítica norteamericana, ni brillantez ni rigor.

Presume de que "siempre" ha tenido mucho éxito y que no baja de 110 conciertos al año, algo que a este "marco polo" le encanta aunque, paradójicamente, deteste viajar: "daría algo porque los viajes fueran más cómodos. Hace 40 años todo era más fácil", recalca.

Aunque lo ha contado muchas veces, rememora con el agrado de rescatar una historia muy querida el por qué del "Burgos" añadido a su apellido alemán.

"Al acabar la I Guerra Mundial, mi padre, que había acabado bastante mal herido, vino a España a ocuparse de las dos ópticas que tenía aquí su empresa, una en Castellón (este) y otra en Burgos (norte). En Castellón lo pasó muy mal y cuando llegó a Burgos, con 30 centímetros de nieve, pensó 'aquí me muero' pero, curiosamente, empezó a encontrarse cada vez mejor".

Tanto, que decidió quedarse, y su novia, de la que era primo segundo, viajó a Burgos para casarse con él y establecerse en la ciudad, donde nació Rafael.

Cuando, después de estudiar violín, piano, teoría musical y composición en Bilbao y Madrid y dirección en la Munich Hochschule de Música, empezó su carrera profesional, "el comisario de la música" le ponía pegas porque "con ese nombre" era difícil creer su "españolidad": "entonces mi padre y yo decidimos agregar el 'de Burgos'", aclara.

En estos años ha constatado que las carreras musicales no pueden hacerse en una nación. "Hay que ir a Europa, a Estados Unidos y Asia, y estar con los ojos y oídos muy abiertos; hay que hacer carreras integrales y trabajar mucho con los buenos. El Real Madrid -compara- juega la Liga y la Copa de Europa".

Frühbeck de Burgos, titular de la Danish National Orchestra desde 2012, se enfrenta a un otoño lleno de compromisos, de Copenhague a Suiza, España de nuevo, y otra gira por América, donde volverá en enero.

"La mayoría de las orquestas que dirijo son amigos porque no es la primera vez que estoy con ellos, aunque es verdad que ya quedan muy pocos con mi edad", sonríe pícaramente.

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