Grave cornada a Juan Viriato en una dura novillada de Javier Molina

  • La grave cornada que cobró el novillero colombiano Juan Viriato fue el único pasaje reseñable de una tarde ayuna en lo artístico, pues el complicado encierro Javier Molina fue impropio para una terna de novilleros tan nuevos, hoy en Las Ventas.

Javier López

Madrid, 8 jul.- La grave cornada que cobró el novillero colombiano Juan Viriato fue el único pasaje reseñable de una tarde ayuna en lo artístico, pues el complicado encierro Javier Molina fue impropio para una terna de novilleros tan nuevos, hoy en Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Javier Molina, grandes y con cuajo, pero duros y complicados. Novillada áspera y correosa, a pesar de que primero y quinto tuvieron cierta nobleza, aunque sin clase y a menos.

Pascual Javier: estocada ligeramente desprendida y dos descabellos (silencio); estocada perpendicular (silencio); y pinchazo y media (silencio).

Thomas Cerqueira: bajonazo (silencio); y pinchazo y estocada que "hace guardia" y estocada baja (silencio tras aviso).

Juan Viriato: estocada saliendo prendido, por lo que tuvo que rematar al novillo Pascual Javier con un golpe de descabello (silencio).

En la enfermería fue operado, bajo anestesia general, Juan Viriato de: "cornada en tercio superior con orificio de entrada por cara interna del muslo derecho, con trayectoria de 25 centímetros que contornea el fémur por la zona posterior, contusiona el nervio ciático y causa destrozos en músculos isquiotibiales y tensor de la fascia lata, y con orificio de salida por la cara externa del muslo. Pronóstico grave". Trasladado a la clínica de la Fraternidad.

La plaza tuvo casi media entrada en tarde-noche agradable.

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DEMASIADA EXIGENCIA

Una novillada imponente en lo que presentación se refiere. Una "tía", que se dice en el argot, una corrida de toros en toda regla para cualquier plaza "de segunda". Pero todo fue fachada, pues por dentro los astados fueron ásperos, correosos y muy difíciles, más aún para tres espadas que aún no están hechos para este tipo de compromiso.

Demasiada exigencia para un certamen de promoción, aunque sea en la primera plaza del mundo, pues habría que tener en cuenta el poco oficio que aún atesoran los novilleros que se anuncian, y con novilladas como las de hoy, más que cumplir el sueño de debutar en Madrid, es echarlos a los leones.

La peor parte, sin duda, se la llevó Juan Viriato, que al igual que le pasara a Jesús Fernández la semana pasada con la novillada de Murteira Grave, cambió el sueño del triunfo por un grave percance, un recuerdo para toda la vida de su presentación en Madrid.

Un Viriato que se encontró con el novillo más complicado del envío, el tercero, astado bruto, topón, que se frenaba a mitad del muletazo, echando la cara por las nubes y orientándose a medida que avanzaba la faena. Una "alhaja" en toda regla.

Pasó un quinario Viriato delante del novillo. Apenas pasó de las probaturas el colombiano, que ya fue avisado de lo que le vendría después con una voltereta cuando estaba toreando al natural.

Pero lo peor vino a la hora de matar. Viriato, al no cruzarse lo suficiente al hacer la suerte, fue "cazado" de lleno en el muslo derecho, sufriendo una cornada extensa y fuerte de la que se acordará toda la vida.

Esa fue la única secuencia noticiable del festejo, pues ni Pascual Javier ni el francés Thomas Cerquiera pudieron resolver nada. Aunque, eso sí, ambos se justificaron de sobra con semejante "regalo" de novillada.

Pascual Javier cuajó una actuación de menos a más. El novillo que abrió plaza tuvo nobleza pero ninguna clase, y menos. El valenciano estuvo voluntarioso pero le faltó acople y seguridad para que la faena hubiera tomado vuelo.

Mejoró su actuación en el cuarto, novillo duro que fue orientándose a medida que avanzaba su lidia, y con el que Pascual Javier anduvo más centrado, aún sin llegar a lograr nada del otro mundo. La faena fue un constante quiero y no puedo.

Con el que cerró plaza, novillo informal que se movió pero sin entregarse, Pascual Javier firmó pases templados y entonados por el lado derecho. Pero de nuevo, la deslucida condición de su antagonista, propició que la labor tampoco llegara a ningún puerto.

El francés Cerqueira no pasó de discreto. Su primero, novillo con nervio y revoltoso, que remataba los viajes con la cara alta, apenas pudo estructurar faena. Quiso mucho Cerqueira sobre todo en el toreo a derechas, pero no consiguió ninguna tanda en la que los muletazos no salieran tropezados.

Con el áspero quinto dejó algún destello suelto dentro de un conjunto sin entidad ni unidad.

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