Independiente y audaz: el cine diferente que se hace y se ve en Cuba

  • A los 32 años, Claudia Calviño produce cine independiente y defiende la libertad creativa. Nada excepcional, claro, de no ser porque lo hace en Cuba, donde por décadas solo se realizaron películas con la venia y los fondos oficiales.

"Cine independiente en Cuba y quizás a diferencia de otros países, es el cine que se hace con fondos que no provienen de las principales instituciones (estatales), que históricamente financiaron la producción audiovisual", describe la joven productora a la AFP.

Calviño forma parte de una tendencia que cobra fuerza: la realización privada de filmes que entretienen, cuestionan y se proyectan en la isla, sin obligatoriamente ser tomados como opositores.

Incluso, estas realizaciones compiten en festivales como el de La Habana, que se celebra actualmente. Solo por el mejor largometraje, Cuba compite con cinco filmes, dos de ellos con sello independiente.

Sin el auspicio oficial, este tipo de filmes es parte de lo que los cubanos, con gracia, llaman: "ilegal pero tolerado".

Pero el panorama cambió para Calviño con "la llegada, sobre todo, de la tecnología digital", que supuso, en su opinión, "una democratización de los medios" para hacer cine de bajo costo.

Y simultáneamente llegó la apertura al capital privado que impulsa Raúl Castro, en el poder desde 2006, por primera vez en 56 años de gobierno comunista.

Tecnología+apertura+creatividad=independencia. Calviño y otros productores creen haber encontraron la clave. En 2010, ella produjo "Juan de los Muertos", una explosiva comedia de zombis que provocó risas en 31 países y ganó varios premios del público, con su sello 5ta Avenida.

Algunas productoras se hicieron "con medios personales que la gente ha ido armando poco a poco" otros proyectos aplican a "fondos internacionales y programas de apoyo al cine", explica.

De cabellos claros y desordenados, Calviño gesticula con las manos cuando habla. Su figura encarna una imagen diferente de la institucionalmente correcta que ofreció la industria cinematográfica cubana, y que dejó huella.

Con el apoyo del Instituto de Cine (Icaic), se rodaron películas antológicas como "Fresa y Chocolate" (1993) y "Suite Habana" (2003), que mostraban ya una apertura hacia temas tabú, como el prejuicio hacia la homosexualidad.

Su productor Camilo Vives murió en 2013 a los 71 años.

Pero fue a partir de 2000 en que el monopolio estatal se vio obligado a compartir escena con las pequeñas productoras privadas, ilegales pero toleradas.

Hoy los focos alumbran a productores como Calviño que, junto a su esposo Carlos Lechuga, forman parte de una generación de productores que reclaman cambios en la gestión audiovisual.

Los G-20, un grupo que representa a decenas de inconformes y del que forma parte Calviño, plantean tres demandas básicas: legalización de las nuevas productoras, la conversión del Icaic en un ente que regule pero no produzca cine, y una ley de cine.

De esas propuestas, las dos primeras tienen aceptación entre las autoridades. La tercera deberá esperar más tiempo, dicen los productores, porque toca un asunto de fondo: la autonomía para abordar cualquier tema.

"Una película que tiene un productor y un director que no dependen de una institución específica, tienen la libertad de trabajar los temas o los proyectos que ellos decidan", considera Calviño.

Los promotores de cine independiente no quieren ser enmarcados como opositores, pero fuera de la isla este fenómeno arrastra un halo disidente, lo que según Iván Giroud, director del Festival de La Habana, tiende a favorecer a los independientes y descalificar al cine institucional por su origen, sin atender la calidad.

"Me preocupa cómo se está mirando en los medios un fenómeno que yo lo veo más natural", dijo Giroud a la AFP, en alusión a la apertura hacia la producción independiente.

Sin embargo, el camino hacia la legalización de las productoras independientes no ha sido ni será de rosas. En septiembre Juan Carlos Cremata, director teatral y cinematográfico, fue censurado por sus obras críticas con el gobierno comunista, y un opositor fue expulsado de una reunión pública del G-20 y el Icaic.

Este último organismo lanzó un mensaje claro durante el Festival de La Habana: "Trabajamos, junto a otros organismos e instituciones del Estado, para encontrarle solución a los problemas de la creación audiovisual, desde una perspectiva anticolonial, antiimperialista y socialista".

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