"Iolanta" y "Perséfone" llenarán de "luz" y "felicidad" el Real

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 11 ene.- Programar juntas las óperas "Iolanta", de Tchaikovski, y "Persépone", de Stravinski, es "el mejor proyecto" que se podía pensar en "esta Europa de los indignados", porque irradian luz y felicidad, tanta que lo mismo podría "cambiar la vida" de quienes las vean a partir del sábado en el Teatro Real.

Este estreno mundial es posible por la conjunción, a su vez, de dos "enfants terribles" del teatro lírico, el intendente del Real, Gerard Mortier, y el responsable de la escena, el estadounidense Peter Sellars, que llevan "largo tiempo" acariciando la idea de sumar unas óperas tan distantes pero no tan distintas.

"Es como volver al mensaje de 'San Francisco', a su luz y espiritualidad. 'Iolanta' y 'Perséfone' deben hacerse juntas y queríamos hacerlo nosotros dos porque nos unen 25 años de amistad y el mismo ánimo al afrontar una ópera: debe ser una reflexión sobre el mundo en que vivimos".

"Dicen que somos dos 'enfants terribles' pero eso es porque hemos modificado la forma de ver las cosas", ha asegurado Mortier, en presencia del director del Real, Miguel Muñiz, y del director de la orquesta, el griego Teodor Currentzis, un ejemplo "impresionante de los músicos de la nueva generación", que volverá al coliseo en 2014 con "Tristán e Isolda".

Sellars, fiel a su cresta y a su estética colorista en collares y vestuario, ha asegurado que Mortier es "un visionario" con "una gran intuición" y las obras elegidas piezas "sacras" pero "desacralizadas", son capaces de ofrecer "una experiencia para cambiar al público".

"Iolanta", ha detallado, fue un fracaso en su estreno porque fue "visionaria": "no es un cuento de hadas; está llena de emociones de adultos, de miedo y es una historia sobre la sed espiritual, física y sexual".

Tchaicokvski volvió a Rusia desde Nueva York como "el Michael Jackson de entonces, tan famoso y tan profundamente infeliz como él. De hecho, se suicidó 11 meses después y en 'Iolanta' se puede escuchar su lucha interna, su certeza de que 'el problema' era él y a la vez su enorme fuerza vital".

"Esa tensión se traduce en armonías que desgarran el alma, de una belleza indescriptible. Es una historia sobre una mentira colectiva: la que el rey obliga a decir una y otra vez a todos para que su hija no se entere de que es ciega".

Esta ópera, protagonizada por un doble reparto, encabezado por las sopranos rusas Ekaterina Scherbachenko y Veronika Dzhioeva, que se alternan el papel protagonista, es "muy radical" porque se cuenta "en pleno imperio ruso", y aparece un personaje negro que por primera vez no es "ni un esclavo, ni un loco ni un tonto", sino un "sufí africano" que "aporta la luz".

En cuanto a "Perséfone", ha apuntado que es la historia de una resurrección, de la renovación de la vida en un momento en el que Europa estaba inmersa en los totalitarismos.

Stravinski y el autor del libreto, el hermano pequeño de Tchaikosvki, Modest, "deciden volverse en ese momento de violencia terrible a los primeros momentos de la creación, al tiempo en el que la recolección significa la creación de la civilización e impregnan los rituales de la cosecha de una fragancia de vuelta al hogar".

"Perséfone", dice, es como "un cuadro cubista", en el que no hay uno "sino múltiples puntos de vista, porque la verdad no es única ni individual".

El director ha querido incorporar a cuatro bailarines de la "delicada y expresiva" danza camboyana para reforzar "lo inesperadamente tierno" de esta pieza de Stravinski, que canta Paul Groves y recita la actriz Dominique Blanc con apoyo determinante del coro.

Currentzis, que ha ensalzado a Mortier, "el creador de los clásicos del futuro", diciendo que Madrid "es la ciudad más afortunada de Europa por tenerle a él", ha afirmado que la propuesta de Sellars pretende "lanzar preguntas, hacer pensar, no hacer un espectáculo".

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