Juan Tamariz: Mi magia son sueños hechos realidad artística

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 5 feb.- Juan Tamariz tenía 6 años cuando le regalaron una caja de prestidigitación y...¡tachán! eso marcó su vida. Ahora, con 71, disfruta cada día retándose al más difícil todavía, a transformar la realidad para que parezca verdad lo imposible: "mi magia son sueños hechos realidad artística", desvela.

Después de un año ausente de los escenarios de Madrid, el "cartomago" actuará los días 7 y 8 en el Teatro Price, con "Magia Potagia", un espectáculo de dos horas -aunque en la funda del violín que le acompaña tiene "cuerda" para cinco-, con sus "clásicos" y novedades de esas que se le ocurren cuando, allá hacia las nueve de la mañana, se acuesta.

"Es un gen familiar. Le pasaba a mi madre y le pasa a mi hija. No podemos dormirnos antes, así que me acuesto a las nueve y me levanto a las cinco. La noche es para trabajar y estar con los amigos, que me llaman a las tres de la mañana, tranquilamente", explica en una entrevista con Efe extrañado de que eso extrañe porque, abunda riéndose, "los magos son seres excepcionales".

Da muchos seminarios y clases a otros magos, y viaja muy frecuentemente a Estados Unidos o Japón porque, dice modesto, "parece" que les gusta su forma de entender la magia y porque en su profesión se quieren "mucho, mucho".

La ocurrencia del "¡tachán!" con el que remata sus juegos, la de llevar chistera o la de transportar en la funda de un violín sus cartas son "ocurrencias" y no puede explicar qué hay detrás.

"Procuro no pensar mucho. Se trata de reírse y sacar emociones de los demás. Siempre he hecho lo que me ha parecido en el momento, lo que me ha salido. Me da por una cosa y ya está", resume.

Cada día "compone", cada día "practica" con su "violín", es decir, siete u ocho horas haciendo aparecer y desaparecer cartas de los sitios más insólitos, aunque su máxima aspiración sería llamar por teléfono a "uno cualquiera" en España y que "saliera" el truco.

"Lo que hace que me apasione la magia es que tiene algo de jazzística: a veces se cómo acaba y otras veces no, porque decide coger su propio camino y en ese caso hay que crear sobre la marcha. Cada día es distinto y nunca se lo que voy a hacer", revela.

Dice que se ha inspirado "mucho" en juegos antiguos que encuentra en la colección de más de mil quinientos libros de magia que atesora la Fundación March, pero que la clave del éxito de sus propuestas es su habilidad para "hacerse" con el público y ese toque burlón, infantil y autoparódico que da a lo que hace.

En ese contacto directo con el público, dice, lo esencial es la transmisión de la emoción, la recuperación de la infancia, "ver cómo se quedan pasmados preguntándose '¿pero cómo lo ha hecho?'. Eso es impagable. Decía Joan Brossa que los poetas hacen juegos con las palabras y los magos con los objetos y yo creo que es así".

Las caras de su auditorio, su respiración, sus exclamaciones, son el termómetro del éxito de cada uno de sus juegos, de cada cosa que hace, por eso no pierde absolutamente nada de tiempo con "eso" de las redes sociales, que ni controla ni quiere controlar.

"La magia tiene mucho de psicología. Depende mucho del tipo que hagas, es verdad, porque la escénica tiene mucho de dramatismo para la creación del efecto, pero en la mía el factor espectador, su respuesta inmediata, tiene muchísima importancia", argumenta el artista, que al final de la entrevista "adelanta" que tiene pensado retirarse. "Dentro de 30 años", aclara, y se parte.

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